Este lunes a las 17.30 familiares y amigos de Mario Barboza marcharán, por segunda vez, para exigir una investigación completa y el esclarecimiento del crimen del joven, ocurrido el pasado 16 de agosto. La concentración partirá de Humberto Primo y Camilo Aldao, el sector de barrio Ludueña que vio crecer a Mario, y culminará en la plaza Pocho Lepratti, en Vélez Sarsfield y Liniers.
El asesinato de Barboza no está del todo esclarecido y sus familiares temen que la causa descanse y quede impune, por eso el reclamo de Justicia, esta vez desde las calles de Ludueña. Ocurre que en la investigación está mencionado un pibe de 15 años que por su edad no es punible, quedó en resguardo de la Secretaría de Niñez y se vio obligado a abandonar el barrio junto con su madre. Pero el entorno de Barboza sostiene que esa noche el chico no estaba solo en la esquina desde donde partieron los disparos que mataron a Mario: de acuerdo con los testimonios informales que recolectaron, el adolescente estaba acompañado de su padre. El miedo que impera en el lugar, sin embargo, impide que las declaraciones se formalicen, explican a El Ciudadano.
“Todavía no podemos encontrar al mayor. Porque mi hijo me dijo antes de morir que lo había amenazado un pibe con mandarle al padre”, cuenta Norma, madre de Barboza.
Se refiere a S., a quienes los vecinos de Ludueña identifican como un pesado. “Hay gente que sabe, pero no quieren demostrar que fue él porque no quieren tener problemas”, advierte.
El 16 de agosto Mario volvía en moto de comer de la casa de su tía, en Camilo Aldao y Humberto Primo, cuando poco antes de llegar a su casa se topó con un grupito que lo estaba esperando. Quiso esquivar la emboscada y se escucharon siete disparos. Dos plomos lo alcanzaron en la espalda que a los pocos minutos acabaron con su vida.
“Qué íbamos a saber que lo iban a ir a buscar a la noche. Él no tomó precauciones, no nos dimos cuenta. Pensamos que era una pelea de pibitos”, lamenta Norma, quien recordó que Barboza intercedió en una pelea entre adolescentes en la misma jornada que, más tarde, fue asesinado.
“Yo sigo buscando testigos”, dice al otro lado del teléfono la mujer. “La gente que vio algo, por mínimo que sea, sirve”, pide Norma.