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La gigante tarea de que una casa sea un hogar

Por Luciana Sosa.- La Casa de la Niña festeja hoy su 30º aniversario de trabajo silencioso en contención de menores.


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La diferencia entre casa y hogar tiene que ver, sobre todo, con la calidez de la convivencia, de la educación y los momentos compartidos que quedan grabados en el corazón de cada integrante. La Casa de la Niña celebra sus tres décadas de trabajo orientado a brindar la calidez de un hogar a cientos de mujeres, muchas de las cuales regresan cada tanto para transmitir su experiencia a las 17 niñas que hoy ocupan el lugar que alguna vez llenaron ellas. Son niñas que, por diversas problemáticas, no pueden vivir con sus familias.

“Estas chicas llegan hoy a la casa a través de la Dirección de Promoción de los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Familia, algo que con la vieja ley se hacía a través del Juzgado de Menores. Lo hermoso y emotivo de lo vivido en esta casa es que hace poco nos reunimos con chicas, hoy mujeres, que han vivido aquí, y recuerdan sus días en el hogar como los mejores de su vida”, relata Mónica Pastorini, directora de la casa que hoy festejará sus 30 años en el mismo inmueble donde funcionó siempre, en San Juan 1926.

“Comenzamos teniendo unas 28 nenas y llegamos a tener 31. Antes, por la ley de Patronato, ingresaban a la casa a través del Juzgado de Menores, pero hoy tenemos la nueva ley provincial (12.967) y cada caso es derivado por la Dirección de la Niñez”, señaló la directora de la Casa de la Niña.

Sobre la estadía de cada nena en el lugar, Pastorini explicó que es por un lapso de tres meses a un año y medio como máximo: “En el caso de que no pueda volver con su familia, la niña quedará en estado de adoptabilidad, o bien pasará a vivir por un tiempo con una familia solidaria”. También hay niñas que van a la casa bajo la modalidad de centro de día.

Pastorini es desde el 27 de junio de 1983 la directora de la Casa de la Niña, y a diario se ocupa junto a su equipo de las actividades, vestimenta, juegos y demás detalles de cada una de las 17 niñas del hogar. “Acá es como una gran casa, donde las más chiquitas te compran con una sonrisa y las más grandecitas a veces también quieren volver a ser chicas. Cada una con sus gustos, cada una con sus travesuras, algunas más calladas, otras más inquietas, todas son como las hijas de este hogar y esta es su casa”, contó.

La mujer, que cumple sus últimos años en el cargo, está al frente de la entidad desde su fundación. “Soy la única integrante del equipo original que tuvo el hogar desde entonces”, relató la mujer, que antes de ponerse al frente de la Casa de la Niña llevaba diez años trabajando como asistente social y ante el pedido de los juzgados de menores de abrir instituciones donde los chicos pudieran vivir hasta tener su situación familiar esclarecida, fue convocada para ocupar tal lugar.

La casona cuenta con dos habitaciones, patio cubierto y comedor donde las niñas también ven sus programas favoritos de televisión. Asimismo, en la planta alta se pondrá un pelotero con motivo de la celebración de los 30 años. “Las nenas están alteradas, contentas, porque saben que habrá una celebración en su casa. No sólo se prueban la ropa, sino que al ver los preparativos el grado de ansiedad aumenta”, dijo Pastorini mientras espiaba cómo una de las chicas más pequeñas recibía (a escondidas) una cucharada de merengue de mano de la cocinera que prepara lemon pie para el cumpleaños.

Todos están listos para recibir hoy a los invitados. En cada pared de la casa hay guirnaldas de papel y una bandera gigante decorada por las nenas. El horno de la cocina no se detuvo un minuto en toda la semana.

Pero no sólo de festejos se habló en estos días, porque las niñas también necesitan ayuda. Según Pastorini, “esta casa necesita de todo, la lista sería interminable”. Es así como la lista de pedidos incluye ropa de abrigo, calzados y juguetes (para nenas y jóvenes de 2 a 18 años). También se necesitan muebles que aporten al orden y la organización del hogar. Toda ayuda será bienvenida en cualquier momento del día.

Recuerdos de los días felices

Pastorini remarcó que de las 17 nenas alojadas en la Casa de la Niña algunas concurren a un jardín maternal, otras a las escuelas de la zona y aquellas que no han finalizado en tiempo y forma sus estudios secundarios los están completando en un Eempa. Más allá de la educación formal, las nenas también realizan todo tipo de actividades, ya sean recreativas o formativas, desde algún tipo de baile o la práctica de natación, dibujo y peluquería. “Una de las chicas quiere dedicarse a la peluquería, así que logramos inscribirla en un curso donde aprenderá sus primeras herramientas del oficio que desarrollará de adulta”, señaló.

Asimismo, la directora recordó emocionada que hace apenas unos días hubo un reencuentro de trabajadores que pasaron por la casa y chicas que la habitaron en su niñez o adolescencia. “Fue hermoso escuchar a estas nenas que hoy son mujeres decir que los días vividos en la casa fueron los mejores de sus vidas. Es más, se acordaban de todo, era sorprendente escucharlas hablar de esa manera de sus anécdotas en la casa. Además yo les decía que muchas de ellas habían estado en los mejores momentos adquisitivos del hogar, porque antes viajábamos mucho… ahora cualquier tipo de transporte es muy caro”, lamentó.

Uno de esos viajes inolvidables fue durante 1994, cuando Canal 3 emitía la telenovela Nano, protagonizada por Gustavo Bermúdez y Araceli González, una historia de amor que tenía como escenario las instalaciones de Mundo Marino. “Fuimos a la costa atlántica y conocimos Mundo Marino, las chicas veían la novela y cuando llegaron estaban enloquecidas, no podían creer estar en el mismo lugar donde se grababa la novela. Fue hermoso. Claro que también hemos viajado a distintas partes de Córdoba y Buenos Aires. Antes se podía ahorrar, ahora es casi imposible”, compartió.

En tanto, con el correr de los años, aquellas mujeres que regresaron para el encuentro del aniversario se mostraron felices, algunas con hijos, otras en pareja o bien sin ella y expectantes ante el comienzo de una carrera terciaria o universitaria. “Como si fuera su madre, les repetía una y mil veces que estudien, que sigan el secundario, y muchas no querían escucharme, pero hoy me dan la razón y las gracias. Porque a mis 58 años, para las primeras era como su mamá, hoy para las más chiquitas parezco una abuela, una imagen que fui construyendo sin querer, porque les traigo caramelos como hacen los abuelos”, concluyó Pastorini.

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