El sábado 1º de mayo, al finalizar su discurso ante la Asamblea Legislativa, el gobernador Omar Perotti citó un concepto del Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel: “Los puños cerrados no siembran”. Buscaba graficar, de esa manera, el nuevo espíritu de diálogo y consenso que intentó plasmar en su mensaje a las cámaras, cuando prometió “tomar las decisiones que haya que tomar, buscando el diálogo, el consenso y la unidad de todos los santafesinos”.
Apenas cinco días después, en la sesión del jueves 6 de mayo, los senadores provinciales de la oposición –y también algunos del PJ– se mostraron escépticos sobre el supuesto cambio de enfoque en la relación entre la Casa Gris y la Legislatura. El radical Lisandro Enrico ensayó una variación del refrán popular: “Quien siembra vientos de encono, recoge tempestades de odio”.
El mensaje del gobernador en la apertura de las sesiones ordinarias tuvo un tono conciliador, mucho menos confrontativo que los discursos que pronunció en el mismo recinto el día de su asunción y también el 1º de mayo del año pasado. Quedaban dudas sobre cómo iban a interpretar los legisladores ese presunto cambio de actitud, que incluyó una nueva promesa de diálogo. En la última sesión del Senado, el misterio se evaporó.
Los senadores radicales enrolados en el Frente Progresista tomaron la lanza y arremetieron contra el gobierno. Cada uno habló de los problemas concretos de sus departamentos, de las gestiones que llevan adelante y que no encuentran eco en la Casa Gris, de la poca –o nula– coordinación entre los distintos poderes del Estado y hasta de una cuestión que parece menor pero que grafica a la perfección el momento actual de la política santafesina: cuando el gobernador recorre las localidades del interior, no invita a los senadores ni a los jefes comunales de la oposición y solo se muestra rodeado de propios y leales.
Perotti prometió más diálogo y le reclamó a la Legislatura la sanción de las leyes pendientes
Un breve repaso de las quejas de los senadores, recopiladas por el portal de noticias parlamentarias El Protagonista, puede ilustrar la situación:
*Lisandro Enrico (UCR, General López) señaló: “El gobernador Perotti está sembrando una especie de odio o malestar político al que no estábamos acostumbrados con este destrato a los senadores” y de inmediato sentenció: “Quien siembra vientos de encono, recoge tempestades de odio”. Enrico apuntó que “esto excede a cualquier ministro, ya que es una cuestión del gobernador” que, con sus actitudes, “degrada el funcionamiento y lastima la institucionalidad de la provincia” y le pidió “que recapacite para no seguir dinamitando los puentes del diálogo”.
*Leonardo Diana (UCR, San Jerónimo) dijo que el gobierno provincial “no escucha a los Comités de Emergencia departamentales” creados el año pasado para atender la pandemia del Covid y añadió que los senadores se enteraron de los anuncios de las últimas restricciones “a través de los medios periodísticos o de los presidentes comunales”.
*Orfilio Marcón (UCR, General Obligado) coincidió con sus correligionarios: habló de “destrato” a los senadores y agregó: “No contribuye a la convivencia institucional que los funcionarios provinciales les pidan a los presidentes comunales que no nos comenten a los senadores sobre la firma de convenios” vinculados al Boleto Educativo Gratuito.
*Germán Giacomino (UCR, Constitución) acotó que “el gobierno provincial tiene una falta total de empatía con los senadores, propios y extraños” y agregó que “no se puede gobernar sin diálogo, pero no es una cuestión de discriminación, sino de poder”. Giacomino fue uno de los más críticos, al punto que deslizó que Perotti “ve en cada senador a un enemigo”.
*Felipe Michlig (UCR, San Cristóbal) resumió la posición de su bloque: “Necesito creer en la palabra de Omar Perotti cuando en el discurso del 1º de mayo habló de «promover el diálogo y el acuerdo», pero pareciera que sus funcionarios no lo escucharon porque siguen con el mismo procedimiento y juegan a la politiquería barata con las cuestiones de la salud. Los funcionarios de segundo y tercer nivel fueron elegidos por el gobernador, no por el voto popular. Y tienen que dejar de jugar a la política partidaria con la salud”.
Fuego amigo
Odio, malestar, encono, destrato, discriminación y falta de empatía. Como se observa, los senadores de la oposición no se guardaron nada al momento de cuestionar al gobernador, a quien le achacan toda la responsabilidad por haber “dinamitado los puentes del diálogo” entre la Casa Gris y el Poder Legislativo.
Pero no sólo los senadores de la oposición partidaria: algunos integrantes del bloque Juan Domingo Perón, que lidera Armando Traferri (PJ, San Lorenzo), también se sumaron a las críticas contra Perotti. Joaquín Gramajo (PJ, 9 de Julio) dijo: “El gobierno provincial sigue bajando órdenes y, por eso, los funcionarios provinciales no invitan a los senadores cuando viajan a los departamentos. No podemos seguir con esta gran grieta”.
Traferri esta vez no aportó sus habituales dardos dirigidos a la Casa Gris, aunque el presidente provisional del Senado, Rubén Pirola (PJ, Las Colonias), se permitió ironizar sobre el asunto cuando dijo que, de su parte, el pedido de diálogo con el gobierno lo hizo “hasta en chino mandarín”.
¿Hablamos?
Una semana atrás dijimos en esta columna que detrás del discurso conciliador pronunciado por Perotti ante la Asamblea Legislativa se empezaba a escuchar el repique de los tambores de guerra.
El Senado es el epicentro desde el cual se irriga al resto de las instituciones el mal clima político que se respira en la provincia desde las últimas elecciones y que ni siquiera la pandemia del Covid logró sosegar. La mala onda entre los senadores peronistas del bloque de Traferri y el gobierno provincial amenaza con escalar a medida que se acerque la fecha de las elecciones intermedias.
De uno y del otro lado prometen reabrir el diálogo, sin demasiada voluntad de concretarlo en los hechos. En la semana el ministro de Gobierno Roberto Sukerman anticipó una convocatoria a los legisladores provinciales –empezando por los senadores– para negociar las leyes que requiere el Poder Ejecutivo; el último jueves, el Senado aprobó por unanimidad una invitación al ministro Sukerman a los efectos de “brindar explicaciones y especificaciones en relación a distintos temas concernientes a su cartera ministerial”.
Mientras se suceden las convocatorias formales que no suelen arrojar resultados concretos, la tensión política escala a niveles pocas veces vistos. El gobierno consumió un tercio de su mandato peleando con la oposición –y aún con los propios– y no hay señales de que eso vaya a cambiar en el corto plazo. El costo lo paga el gobierno, que no consigue avanzar con sus proyectos en la Legislatura, pero también la ciudadanía que quedó presa de un tironeo poco fructífero.
Las palabras y las cosas: tambores de guerra bajo un discurso de tono conciliador