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La guerra narco estimula megacarteles

Al presidente Felipe Calderón, en México, no le fue bien en su lucha contra el narcotráfico.

En la recta final del gobierno de Felipe Calderón, su mentada guerra contra el narcotráfico sigue sin arrojar resultados y, por el contrario, ha fortalecido a los dos principales carteles de la droga (los Zetas y el de Sinaloa) que controlan todo el territorio mexicano y ya expandieron sus tentáculos hacia América Central.

“El escenario más probable es que los Zetas y Sinaloa consoliden su posición: los primeros, en la costa Caribe; y los otros, en la costa del Pacífico”, afirmó el representante regional dela Oficinade las Naciones Unidas contrala Drogay el Delito, Antonio Mazzitelli, a medios internacionales. Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Honduras, Guatemala y Costa Rica ya han denunciado la presencia de estos grupos criminales, autores de matanzas cruentas contra civiles y enemigos.

Los Zetas, una organización entre cuyos integrantes se cuentan varios ex militares, nació como brazo armado del cartel de las drogas del Golfo, pero desde principios de 2010 opera de modo independiente y está enfrentada con sus antiguos aliados. El de Sinaloa, en tanto, es más bien una “empresa multinacional” del transporte de estupefacientes, que cuenta con una logística inigualable. A diferencia de sus competidores directos, no son famosos por sus matanzas sino por la facilidad para eludir los controles de las autoridades y continuar con sus negociados.

“Sinaloa ha hecho bien volando bajo el radar. Es, comparativamente, menos violento, aunque tampoco son unos santos”, afirmó recientemente Andrew Seele, director del Instituto México en el Wilson Center de Washington, en declaraciones que fueron reproducidas por portales estadounidenses.

En 2006, cuando Calderón llegó al poder, había siete carteles fuertes que se disputaban el comercio de la droga hacia Estados Unidos, el principal consumidor mundial: los Beltrán Leyva,La Familia, Cartel del Golfo, Cartel de Juárez, Los Negros, Cartel de Sinaloa y Cartel de Tijuana. Tras la militarización de las “zonas rojas”, las bandas más pequeñas fueron neutralizadas hasta su desaparición y se fortaleció la presencia de los Zetas y la de Sinaloa. La pelea entre ambos por controlar el territorio impulsó una guerra ciega que ya lleva 60.000 muertos en sólo cinco años, un éxodo masivo en los estados del norte como Tamaulimas y Chihuahua, y miles de desaparecidos. Los números son superiores a los que arrojan conflictos como el de Irak y Afganistán.

Hablar hoy de una repartición del poder no sería posible, dada su naturaleza. Ya comenzaron los enfrentamientos cuerpo a cuerpo entre los rivales en el estado de Veracruz, donde existen organizaciones denominadas como “mata Zetas”. Lo que ocurre hoy parece ser sólo el principio de una batalla espeluznante.

La droga, mientras tanto, sigue llegando a Estados Unidos. De acuerdo conla Oficina Nacionalde Políticas de Control de las Drogas norteamericano, el país azteca continúa siendo la fuente del 95 por ciento de la cocaína que ingresa y el mayor proveedor de marihuana y metanfetaminas.

Los carteles de la droga practican mutilaciones cotidianamente, tanto para intimidar a los grupos en conflicto como para enviar mensajes. “Muchas de las personas decapitadas son civiles. También reclutan a niños menores de 15 años, que llegan a convertirse en sicarios. Se calcula que de 30 mil a 43 mil menores de edad han sido enrolados por grupos criminales (Infancia y Conflicto Armado en México, Red por los Derechos dela Infanciaen México)”, afirmó el diario de Yucatán en base a fuentes oficiales.

Por lo pronto, la estrategia militarista y sus consecuencias le ha servido al mandatario para que un grupo de 23.000 ciudadanos presentara una querella ante el fiscal dela Corte PenalInternacional (CPI), el argentino Luis Moreno Ocampo, en la que se lo acusa de crímenes de guerra y de lesa humanidad.

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