En una de las últimas audiencias del juicio que investiga los crímenes cometidos en Villa Constitución desde marzo de 1975, declararon hijas e hijos de dirigentes sindicales que participaron de la gesta conocida como el Villazo en Villa Constitución. Su palabra es importante porque permite reponer el contexto de la época de los secuestros y también de medir el impacto que tuvieron esos crímenes en la vida de sus familiares. La mañana del martes 29 de mayo, en los Tribunales Federales ubicados en Bv. Oroño al 900, Claudia Piccinini se sentó por primera vez frente a un juez para contar su historia.
Claudia es hija de Alberto Piccinini, el líder del movimiento de trabajadores metalúrgicos organizados desde mediados de la década del setenta, quien falleció en mayo de 2021 a los 79 años. Él no llegó a declarar en el juicio que recién inició en noviembre de 2023, casi 50 años después de la feroz represión estatal desatada en la ciudad ubicada 60 kilómetros al sur de Rosario.
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Durante el diálogo con El Ciudadano, reconstruyó cómo fue su declaración, la enorme ayuda de sus abogados querellantes para llegar a esa instancia y cómo fue el trabajo de rearmar los recuerdos de los hechos convulsionaron su ciudad natal, Villa Constitución, pero también su vida personal.
La palabra Villazo se utiliza para definir varias etapas: la gesta de trabajadores que recuperaron el sindicato de la UOM, a fines de 1974, que había estado intervenido y todo el proceso de movilización, toma de fábricas y huelgas generales de trabajadores metalúrgicos, transportistas, aceiteros, portuarios, bancarios, acompañados por su familia, comerciantes y toda la comunidad de Villa Constitución; el arribo de 4 mil efectivos de fuerzas policiales y de la gendarmería (además de las fuerzas parapoliciales) el 20 de marzo de 1975, un año previo al inicio del último golpe de Estado, que dio inicio al proceso de secuestros y asesinatos como una suerte de sala de ensayo del posterior terrorismo de Estado; y también, el proceso de lucha por justicia que se inició desde entonces y que recién se efectivizó a fines de 2023. Se espera que haya sentencia antes de que termine el 2024.
Sus compañeros de militancia le decían «Pichi«. Para Claudia, ese histórico referente sindical es su papá y los recuerdos desde su secuestro en marzo de 1975 son fragmentados pero tiene organizado su relato en relación a ciertas fechas: cuando ella nació en 1964 su papá ya era militante gremial, tenía 21 años; cuando la Lista Marrón se impuso con el 65 por ciento de los votos y los trabajadores recuperaron el gremio, ella tenía diez años, fue en 1974; a su papá se lo llevaron tres meses después, en marzo del 75 y no lo volvería a ver hasta ya entrada su adolescencia en 1980, cuando ella tenía casi 16 años.
Claudia no recuerda cómo se veían las calles ni la plaza principal durante las masivas movilizaciones de los ciudadanos de Villa Constitución: vio todo de forma periférica porque cuando había protestas la llevaban a casa de sus tíos o abuelos.
Recuerda reuniones de dirigentes en el living de su casa. Recuerda que antes del secuestro de su papá hubo dos allanamientos en su casa. Recuerda que los primeros días de detención pensaron que apenas sería un breve tiempo. Recuerda que tenía dos amigas más cuyos padres también estaban secuestrados pero que nunca hablaban del tema. Recuerda que nadie nunca le habló mal de su papá y que así entendió el apoyo que tenía, su liderazgo. Recuerda las cartas que le enviaba desde el penal de Rawson en Chubut. Recuerda que cuando entendieron que era otro tipo de detención viajó a esa provincia a verlo. Recuerda que su papá era “medio maestra ciruela”, que le explicaba su lucha y sus acciones. Recuerda que cuando él volvió a su casa en Villa Constitución le pareció que era un hombre mayor, viejo, aunque no tenía ni 40 años. Recuerda que se sentía “contenta pero rara”, porque eran muchos años sin verlo. Recuerda que lo tomó del brazo para pasear por el centro de Villa Constitución, “quería que me vieran, que vieran que yo tenía papá, que había vuelto mi papá”. Recuerda “la enorme impronta de miedo” con la que volvió de la cárcel, miedo a que le pase algo a ella o su hermano menor. Recuerda, también, que apenas salió en libertad —en verdad, en un régimen de libertad vigilada como lo llamaban los militares— volvió a participar de la actividad gremial.
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De hecho, durante en el incipiente retorno de la democracia en 1984 Piccinini encabezó la lista 6 de diciembre-Lista Marrón que, una vez más, se impuso en la UOM de Villa Constitución, con casi el 80 por ciento de los votos. Fue invitado a otros países para contar su experiencia, se siguió formando y nunca dejó de militar. Se consideraba un hombre de izquierda.
En 1994 fue electo como convencional constituyente por Santa Fe y después se sumó al Frepaso. Entre 2001 y 2005 fue diputado nacional por el Partido Socialista Auténtico. Si bien no llegó a declarar en este juicio, la causa incorporó su testimonio brindado a Memoria Abierta en marzo de 2007.
Algo Piccinesco
Claudia reconoce “cosas piccinescas” en ella. Lo dice con cierta picardía, orgullosa. Y para hablar de eso refiere a su gran pasión: el teatro. Ella da clases en la Escuela Provincial de Teatro, trabaja en el Museo de la Memoria y es una de las organizadoras de Teatro por la Identidad en Rosario.
“Yo siento que esto es piccinesco: me gusta aparecer, estar, pero no con mi propia vida. Creo que tiene que ver con esto de metaforizar lo propio, lo ajeno, darle una oportunidad a mi y darle una oportunidad a los que vienen con lo poético, el humor, o lo trágico pero para sacarte de esa realidad tan terrible, ¿para qué si con la realidad ya está?”.
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Menciona a su gran maestra, la ex ministra de Cultura de la provincia, “Chiqui” González: “Ella me enseñó que todo es una puesta en escena, entonces uno tiene que saber donde se ubica, cómo mira, qué dice”.
En una nota que publicó hace unos años, Claudia escribió: “Qué fuerte son las vivencias a partir del arte. Me dieron otra posibilidad de leer algunos hechos, que por ese entonces, fueron muy traumáticos para mí, también para todo mi país”. Así lo reflejó en su declaración ante el juez: “Se lo dediqué a Tania Scaglione (dramaturga), que estaba ahí ese día, me acompañó. Me gusta mucho su trabajo, hace lo que sería un teatro documental y ella trabaja ficcionalizando, no es biodrama. Es algo parecido pero interesante. Me tiró unas puntas para poder armar esta declaración, entonces empecé contando mi historia familiar. Se trata un poco de eso, siempre estás trabajando con lo propio, con lo subjetivo y el arte te da otras posibilidades. Creo que a mí me salvó, me salvó totalmente”.
Claudia además agradeció el trabajo de acompañamiento que hacen los abogados querellantes, en este caso pertenecientes a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (Apdh): “Empecé por cómo se conocieron mis papás, busqué fotos, rearmé una serie de cuestiones. La primera pregunta es si tu vida fue travesada por el terrorismo de Estado, entonces yo primero contesté que sí y después relaté cuál era mi vida previa y la de mi familia, es importante porque reconstruyo y no entro directamente en lo traumático. Hablé de cómo se conocieron mis papás, qué trabajos tenían, cuándo mi papá empezó a trabajar en Acindar y cuándo como delegado”.
Un juicio que avanza
La causa Acindar, mejor conocida como El Villazo, investiga los crímenes cometidos desde marzo de 1975 en la localidad de Villa Constitución contra 67 personas. Tiene 22 imputados, entre los cuales está el jefe de personal de la empresa.
Por primera vez en la región se investiga un hecho que constituyó una de las pruebas piloto de la represión organizada que se desataría desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 10 de diciembre de 1983. La antesala al genocidio.
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Para APDH siempre es importante señalar esto: en ese momento había un gobierno constitucional, María Estela Martínez de Perón era la presidenta y con el brazo armado e ilegal de la Triple A empezaron a aceitar la maquinaria para perseguir y matar.
Los acusados ocupaban distintos roles y además de haber sido integrantes de fuerzas de seguridad, se avanza contra responsabilidades empresariales que es la pata más floja de los procesos de este tipo en el país. De hecho, uno de los acusados es Roberto Pellegrini, exjefe de personal de Acindar. La lista se completa con un exjefe militar, 21 expolicías federales, un exprefecto y un ex policía santafesino.
Si bien, en principio las querellas habían logrado hacer escuchar su reclamo para que las audiencias se hicieran en Villa Constitución, hace unas semanas volvieron a tener sede en Rosario, donde declaró Claudia. Sin embargo, ella y demás familiares y sobrevivientes insisten en la importancia de que las audiencias se realicen en Villa Constitución, ya que es el lugar donde se cometieron los crímenes y eventos como éste -un juicio de tal magnitud- impactan en la vida de la comunidad que vuelve a repasar su historia reciente.