Elisa Bearzotti
Especial para El Ciudadano
La pospandemia viene teñida de incertidumbre, pero de acuerdo a lo que se avizora, la “nueva normalidad” nos encontrará diferentes: más precavidos, más preocupados por nuestra salud, quizás un poco más pobres… pero muy conectados. En los países que han retomado sus rutinas cotidianas algunas cosas ya muestran cambios radicales, y uno de los más significativos ocurre en el mercado laboral. Expertos de todo el mundo coinciden en señalar que los intercambios tecnológicos, tanto a nivel personal como comercial, han llegado para quedarse, lo cual implica renovar los modos de trabajo, los espacios destinados para eso y las regulaciones pertinentes.
La abismal caída de ingresos que se verifica en algunos rubros tradicionales como turismo y gastronomía tiene su correlato en las oportunidades que se han abierto para aquellos negocios que decidieron habilitar una “ventana al mundo” a través de internet. Según un reciente informe de Mercado Libre, desde que se inició la cuarentena se sumaron 4.100 nuevas pymes a la plataforma, de las cuales una de cada ocho son nuevos emprendimientos que surgieron durante la pandemia.
A partir del 20 de marzo, los pedidos de órdenes para las pymes en dicho soporte digital crecieron un 65%, y de ese porcentaje un 21% fue generado por nuevas empresas; mientras que, desde el lado de los consumidores, se sumaron 690.000 nuevos usuarios. El estudio, realizado hace algo más de un mes, reveló además que el 42% de los encuestados necesitó contratar nuevos recursos para la venta online: servicios de logística y entrega, asistencia tecnológica, empleados para asistir con la venta y hacer seguimiento de consultas, entre otros.
De acuerdo a los relevamientos que se vienen realizando resulta evidente que la pandemia hizo avanzar varios casilleros la toma de decisiones empresarias y, si bien el empleo presencial sigue teniendo mejor ranking porque supone la posibilidad de controlar la producción, hoy todo se pone en cuestionamiento. Ante la pérdida de volumen de negocio de los canales tradicionales, las empresas han decidido implementar plataformas de e-commerce o call centers, habilitando todos los procesos necesarios sin detenerse a pensar en costos. Esto va ligado al refuerzo de la infraestructura informática, uno de los pilares durante esta crisis.
Pero, ¿qué opinan los trabajadores sobre estos cambios? El sitio web de la BBC cita una encuesta llevada a cabo en Estados Unidos que concluye que el 59% de los que están desarrollando sus tareas desde casa quieren continuar haciéndolo, más allá del confinamiento. Grandes empresas como Twitter ya han adelantado que los amplios espacios de trabajo tal vez sean cosa del pasado. A partir de ahora sus empleados ya no tendrían que trasladarse hasta una oficina a diario, dado que planean una política de homeworking a largo plazo.
En ese sentido, los especialistas observan que para ganar eficiencia resultará tan importante la tecnología como la metodología, ya que la digitalización requerirá “cambios relevantes” en los hábitos, como ser una cultura de feedback inmediato, nuevos modelos de liderazgo, herramientas y canales de comunicación que no se habían usado anteriormente. De la misma forma se verán afectadas las habilidades y capacidades de gestores y trabajadores, ya que el teletrabajo requiere contar con un orden personal, gestión de tiempos, trabajo por objetivos, desarrollo autónomo de tareas, y sobre todo un compromiso con la producción que ya no depende de la mirada constante del jefe.
En nuestro país, una reciente encuesta de Adecco, empresa dedicada a la contratación de personal y gestión de recursos humanos, indica que el 51% de los trabajadores argentinos, sobre un total de 3.800 relevados, está dispuesto a continuar con la rutina laboral desde sus hogares después de la pandemia. Del análisis de los datos surge que un 22% de los consultados trabajaría todos los días desde su casa y sólo iría a la oficina por reuniones o temas importantes; 28% iría tres veces por semana, un 5% lo haría dos veces por semana, otro 5% sólo una vez por semana; mientras que sólo un 14% dijo preferir su oficina como espacio laboral. En cuanto a la gestión de los tiempos y espacios necesarios para el teletrabajo, la opinión de los empleados muestra que al 28% le resulta complicado alcanzar un equilibrio entre el trabajo y la vida personal mientras que el 47% dijo que depende cómo se organice cada uno, y el 18% asume no tener complicaciones en ese aspecto.
Haciéndose eco de esta tendencia, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó recientemente por amplia mayoría y giró en revisión al Senado un proyecto de ley que regula el teletrabajo, contemplando los derechos de los trabajadores y las obligaciones de los empresarios. El proyecto, que reunió a legisladores, entidades empresarias, representantes de gremios, jueces del fuero laboral, abogados y especialistas, establece los presupuestos mínimos de la modalidad de teletrabajo para garantizar los derechos laborales, tanto en lo que respecta a la definición de la jornada como al derecho a la desconexión, o lo que hace a mantener la intimidad del domicilio y la posibilidad de poder revertir esa modalidad y volver al sistema presencial.
El mundo del teletrabajo, muy celebrado por los ambientalistas, ya que sin dudas generará un increíble ahorro energético por la caída del transporte, trae aparejado grandes cambios e implica enormes desafíos para los gobiernos, empresas y ciudadanos. Sin embargo, es inútil resistirse contra una tendencia que ya es presente, y que pone en evidencia que las personas del tercer milenio poco y nada se parecerán a las del siglo anterior. La nueva humanidad que se alumbra, más emocional y autónoma, descubrirá placeres que ni siquiera imaginamos.