Los obispos de todo el mundo, reunidos desde hace una semana en el Vaticano con ocasión del sínodo sobre la “Nueva Evangelización”, invitaron a los católicos a usar un lenguaje claro y moderno para facilitar la transmisión de la fe.
Durante las sesiones, a las que suele asistir el papa Benedicto XVI, los 262 “padres sinodales”, tanto aquellos del norte desarrollado como los del sur pobre, han manifestado con vigor su propia posición sobre la secularización y la desaparición de los paradigmas en el mundo moderno.
Entre los temas que dominan la mayoría de las intervenciones figura la necesidad de que la Iglesia realice un examen de conciencia y no se limite a señalar la secularización como responsable de las dificultades.
Llueven los pedidos a favor de una mayor simplicidad, contra la arrogancia, por la participación de los laicos. Igualmente solicitan que se desmonte la burocracia en las estructuras eclesiásticas y que se adquiera un serio compromiso con los asuntos sociales.
“La quinta sesión del Concilio Vaticano II”, como ha sido calificado el sínodo por la prensa italiana refiriéndose a la histórica reunión celebrada entre 1962 y 1965 y que revolucionó a la Iglesia, modernizándola, defiende una fe “dinámica”.
El arzobispo de Poitiers (Francia), Pascal Wintzer, rechazó en su intervención una visión nostálgica del pasado cristiano e invitó a la Iglesia a no temer exponerse a la mirada de la sociedad.
“Tenemos que abandonar una cierta mentalidad negativa que considera que tener fe corresponde a formar parte de un sector sociológico que conduce hacia el militantismo y la violencia”, dijo Fouad Twal, patriarca de Jerusalén de los latinos.
Para monseñor Nicolas Foskolos, arzobispo de Atenas, el sentido de algunas “costumbres medievales” pesa aún sobre la Iglesia.
“No pido el rechazo de la doctrina ni de la tradición. Pero sí que la Iglesia no sea un museo”, comentó.
“Necesitamos una Iglesia más ágil –dijo–, de manera que los no creyentes dejen de sentirnos como una potencia mundial o un Estado”.
Para monseñor Francesco Moraglia, patriarca de Venecia, cercano a Benedicto XVI, hay que evangelizar también el mundo de la cultura.
“Los cristianos viven en un estado de sumisión psicológica; tienen complejo de inferioridad ante la modernidad y la post-modernidad”, lamentó.
“El silencio del católico medio, cuando explica las razones de su esperanza, aturde”, agregó Moraglia.