El obispo de Santa Fe, Jorge Fenoy, puso en marcha el protocolo establecido en la institución católica luego de que un grupo de fieles –entre ellos una niña- notaran que caían lágrimas del rostro de la imagen de la Virgen Dolorosa de la parroquia San Jerónimo de la ciudad de Coronda, en el momento en que se celebraba una misa. También puso especial énfasis en preservar «a la niña y su familia».
Fenoy explicó que lo primero que hizo fue solicitar al párroco un primer informe escrito del hecho, a fin de hacer una primera valoración; conocer qué pasó y quiénes son las personas que están implicadas; y al mismo tiempo despejar las cuestiones de fondo, con directa relación con la doctrina de la Iglesia, de aquellas otras que dependen de la libre devoción de los fieles.
“Lo que tenemos que hacer antes que nada es preservar a la niña y a su familia porque estamos ante una menor. Tenemos que tener mucho cuidado: nosotros los pastores, la Iglesia y también los medios”, advritió. Además, pidió respetar la experiencia que han tenido los fieles que participaron del hecho, “porque sin duda habrá sido algo muy fuerte para ellos”.
A partir de la valoración del informe, según indican las mismas normas, la autoridad religiosa puede ir permitiendo algunas manifestaciones públicas de culto o de devoción. Cabe señalar que de manera particular o privada no es necesario ningún permiso o autorización.
Ya en última instancia y tras una valoración positiva de lo sucedido, se valoran los frutos espirituales que nacen del mismo acontecimiento. “Cuando ha pasado un tiempo suficientemente prolongado, y se comprueban que esos frutos son buenos, son evangélicos-, recién ahí se está en la posibilidad de emitir un juicio sobre si lo ocurrido ha sido algo sobrenatural o no”, explicó Fenoy.