La industria de la madera, principal fuente de trabajo de Cañada de Gómez, ciudad ubicada a 75 kilómetros de Rosario, atraviesa una crítica situación como consecuencia de la apertura de importaciones: hay en juego unos 3.000 empleos directos. La entrada de muebles terminados desde Brasil y China amenaza a unas 120 fábricas locales que por el momento intentan mantener los puestos laborales.
Los muebles para oficina y dormitorios que llegan de Brasil y China son productos de primer costo –económicos– que compiten directamente con los fabricados en Cañada de Gómez, que cuenta con unas 120 fábricas dedicadas al rubro. Dos de esas empresas –Jorge Richezze S.A. y Eldo Omar Mosconi S.R.L– son de las más importantes del país en el rubro. Otras 25 son medianas y las restantes tienen en promedio cinco empleados. Todas, hacen muebles en alta escala. Y la competencia china, que baja precios para acaparar el mercado, las pone contra la pared.
Según un seguimiento de importación de muebles que realiza la Secretaría de Producción de Cañada de Gómez, en 2016 se importaron muebles por 15.159.272 dólares, un 53% más que en 2015, cuando se importó por 9.875.070 dólares. Los datos de 2017 van en la misma dirección: entre enero y junio, ingresaron muebles terminados por 6.844.825 dólares.
El aluvión de importaciones sin ninguna restricción y la caída del mercado interno –casi el 100% de la producción de muebles cañadenses se vende en la Argentina– generaron un descenso de las ventas y el avance de la competencia externa a precios subsidiados. Las ventas de las fábricas de Cañada bajaron un 30% en 2016 con respecto a 2015. Pese a que la situación se agrava cada día, el secretario de Producción local, Marcelo Cogno, valoró en diálogo con El Ciudadano la actitud empresaria: “Sacrificaron la utilidad para no echar trabajadores, pero no sabemos hasta cuando se puede sostener esto. Lo que les convendría a ellos es transformarse en importadoras, necesitarían pocos trabajadores para hacerlo, pero eligen seguir apostando a la producción. Esa actitud es muy valiosa para nosotros”.
Cogno recordó que entre 2007 –cuando se implementaron restricciones a las importaciones– y 2015 los empresarios cañadenses “invirtieron fortunas” triplicando su personal. Ese bienestar se replicó en el resto de la población: “Estaban las pizzerías llenas, era impresionante lo que vendían los comercios”.
La caída de la producción hizo que los trabajadores madereros perdieran entre 4 y 5 millones de pesos en horas extras, dinero que iba directamente al consumo y activaba a los otros rubros de la ciudad.
Competencia desleal
Según Cogno, China y Brasil están copando el mercado argentino. “Brasil tiene su mercado interno aún más deprimido que el nuestro y sale a invadir otros países. El caso de China es particular, los costos son mucho menores y ya no sabemos contra que precio tenemos que competir, porque lo bajan constantemente”, describió el secretario de Producción cañadense.
El fuerte de Brasil es la productividad. Una fábrica de 200 trabajadores en la Argentina es considerada grande; la misma empresa en el vecino país es un emprendimiento chico. Lo que se produce aquí en una semana, en Brasil se hace en un día. Además, existe un monopolio fabril, por lo que se abaratan los costos.
“Se sacaron todas las restricciones a las importaciones y no podemos competir contra los productos importados de esos países; nos están invadiendo. Acá suben los costos y los productos que vienen de afuera nos ponen un techo de venta cada vez más bajo. Tampoco sirve una reducción de salarios o una reforma laboral como plantea el gobierno nacional, porque es el poder adquisitivo de los trabajadores lo que mueve la economía”, consideró Cogno.
El fantasma de los 90
La intendenta de Cañada de Gómez, Stella Maris Clérici, recordó cómo las industrias fueron cerrando en la cabecera del departamento Iriondo cuando se abrieron las importaciones en la década del 90.
“Cañada de Gómez tenía 2.500 emprendimientos madereros y terminó 2001 con sólo 30. La apertura de importaciones en los 90 afectaron el desarrollo de nuestra industria y se perdieron miles de puestos de trabajo que, en parte, fueron absorbidos por la metalmecánica vinculada a la maquinaria agrícola (la segunda industria de Cañada de Gómez)”, señaló Clérici.
“Estamos transitando una situación similar que todavía no se traduce en despidos masivos, pero ya no hay más horas extras y hay contratos que no se renuevan. Esto causa un impacto negativo en toda la ciudad”, señaló.
Además, la intendenta cañadense se mostró preocupada por la poca predisposición del gobierno de Mauricio Macri para revertir la situación: “Con la cámara maderera y el Ministerio de Producción de Santa Fe (a cargo de Luis Contigiani) planteamos la problemática, pero desde la Nación vemos que no se toman medidas al respecto”.