Agencia Télam | Por Matías Baldoncini, médico neurocirujano, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires
En un mundo en donde el dolor es, a menudo, temido y evitado, la historia de Jo Cameron, una mujer escocesa que no siente dolor, lleva a reflexionar sobre la importancia crucial de esta sensación en la salud y bienestar.
El dolor es un problema médico central, que afecta a millones de personas, tanto que, en los últimos años, en algunos países, su tratamiento se ha convertido en una especialidad medica en sí misma, más allá de cuál sea el origen de la dolencia.
En el nivel mundial, las estimaciones de prevalencia del dolor crónico varían, pero, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que, al menos, el 20 por ciento de la población mundial experimenta dolor crónico.
Este sufrimiento es un mecanismo biológico fundamental que actúa como un sistema de alerta temprana para el cuerpo, desempeña un papel crucial en la supervivencia y el mantenimiento de la integridad física. Su función principal es señalar la presencia de daño o lesiones en el organismo, y llama la atención al individuo sobre la necesidad de tomar medidas para evitar un mayor perjuicio.
En neurocirugía, especialidad enfocada en el estudio y tratamiento de enfermedades del sistema nervioso, es muy común atender pacientes con dolor, ya que esta sensación es transmitida por los nervios, que son parte del sistema nervioso.
El proceso comienza con la recepción de estímulos nocivos por parte de terminaciones nerviosas especializadas llamadas nociceptores, que se encuentran en todo el cuerpo, desde la piel hasta órganos internos. Cuando estos receptores detectan un estímulo perjudicial, generan señales eléctricas que viajan a lo largo de las fibras nerviosas hacia la médula espinal y, posteriormente, al cerebro.
El cerebro es siempre el centro de procesamiento final para la experiencia del dolor. En la corteza cerebral, las señales de dolor se interpretan y se asigna un significado emocional y cognitivo.
El propósito fundamental del dolor es desencadenar respuestas que protejan al cuerpo y faciliten la recuperación. Por ejemplo, retirar la mano de una fuente de calor extremo o evitar el movimiento de un brazo lesionado. La experiencia del dolor también motiva al individuo a buscar ayuda médica y a tomar medidas para minimizar el daño adicional.
Además de alertar sobre el daño, el sistema de dolor también puede ser modulado por factores internos y externos. La atención, las expectativas y el estado emocional, entre otros, pueden influir en la percepción y la intensidad del dolor.
En medio de la complejidad de los síntomas de dolor, es crucial que la población general preste atención a cualquier malestar persistente y busque evaluación médica.
Ante la presencia de dolor, es aconsejable no subestimar ni ignorar los síntomas, sino, al contrario, consultar con un profesional de la salud para una evaluación adecuada. Describir detalladamente el dolor, tener en cuenta la historia médica y seguir las recomendaciones del profesional son pasos fundamentales en el camino hacia un diagnóstico preciso y un tratamiento efectivo.
La detección temprana y la atención oportuna no solo pueden aliviar el malestar, sino también prevenir posibles complicaciones.