Por Álvaro Arellano (Especial para El Ciudadano)
Aunque Francisco Cabrera, ministro de Producción nacional, le sugiere al empresariado “una agenda positiva y dejarse de llorar”, los números del modelo económico del ejecutivo, arrojan resultados que posicionan a la industria nacional como uno de los rubros que mayor retroceso ha sufrido en los últimos dos años. Entre 2015 y 2017, uno de los sectores que le ha dado identidad y ha construido parte de la geografía de nuestra región, engrosando también el volumen ocupacional, pasó a transformarse en uno de los grandes damnificados como saldo de las políticas económicas ejecutadas durante la primera mitad del mandato de Cambiemos.
La industria en números
De acuerdo a las cifras reflejadas por el Indec (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) en marzo de 2018, la actividad industrial cayó 2,6% entre 2015 y 2017. En detalle, la entidad afirma un retroceso del 5,8% en 2016 con respecto a 2015, y una recuperación de 2,8% el año pasado, cifra que no fue suficiente para alcanzar el número con el que el ejecutivo inició su mandato. La caída en producción de alimentos y bebidas, afirma el informe, fue de un 2,1%, mientras que en la química (como Dow e YPF) el descenso de lo que se produjo significó un 1,1%. La variación porcentual en esta primera mitad de gestión, evidencia la derrota que sufrieron aquellas ramas que compiten con productos de importación: maquinaria de oficina, contabilidad e informática (-39,5%), prendas de vestir (-16,7%), productos textiles (-16,6%), cuero y sus derivados (-16,2%).
Se trata de un sector que no puede prescindir del mercado interno, y con el que han generado un vínculo simbiótico, relación indefectiblemente alterada por una tríada que confluye en una situación poco alentadora. En principio, por la situación que explica Daniel Rosato, presidente de IPA (Industriales Pymes Argentinos), quien afirmó que 2016 y 2017, significaron años de incrementos tarifarios que superaron el 400%. A esta cuestión se le suma el crecimiento de las importaciones, que entre los primeros diez meses de 2016 y el mismo período de 2017, tuvo un incremento del 18,9%, mientras que las exportaciones llegaron a un 1,8%, según datos del Indec . Esto se profundiza con una baja anual del consumo del 1,5%, de acuerdo a lo que registró la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came) en el primer trimestre de 2018 y se le suma al aporte de la consultora Kantar Wordpanel que habla del tercer enero consecutivo con arranque negativo para el consumo masivo .
Las voces más resonantes y que se manifiestan en desidia en Rosario y alrededores es la de aquellos que sienten ese cimbronazo de la realidad traducido en pérdida de empleo. De acuerdo a un informe revelado por la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe), en el último trimestre de 2017 el total de empresas industriales fue un 1,8% menor que en el mismo período de 2015. En esa misma relación temporal, la pérdida de empleos en el sector representó un 3,1%.
Tormenta perfecta
“La suba de tarifas, quita de poder adquisitivo de trabajadores y la importación, llevan a que en cualquier momento volvamos a los años 90”, sentencia Antonio Donello, titular de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) Rosario. La línea blanca es lo que reconoce en este momento como un rubro en profunda crisis ante “faltante de ventas”, lo cual conduce a “menos producción”, agravada por “los costos de las tarifas que generan otro problema”.
Según Donello, hay sectores que están mirando desde la tribuna mientras hablamos de una crisis que los toca de cerca. “Los empresarios perciben esto pero no salen a decirlo, terminamos defendiendo más los gremios que ellos mismos, no sé si por temor o prudencia, pero acá hay empresas perjudicadas con tarifazos y ellos no salen a decir nada “, aseguró en relación a la posición que perciben sobre el sector empresarial.
Fundición, línea blanca, insumos agrícolas, alguno de los principales rubros que mostraron caídas estrepitosas y piden a gritos proteccionismo del estado, o en el peor de los casos, un freno al compendio de medidas regresivas. “Estamos pidiendo que paren esto, el tema es que ante el reclamo la respuesta es que si no somos competitivos, deberíamos importar”, asegura el titular de metalúrgicos, quien reconoce que a nivel provincial, en este proceso bienal la pérdida es de al menos diez mil empleados en el sector.
Derecho a réplica
No resulta extraño que Francisco Cabrera haya incurrido en una declaración altisonante, aunque sí lo es que la acusación haya sido derramada sobre el empresariado, un sector que no precisamente ha expuesto al gobierno en virtud de las consecuencias provocadas por su gestión hasta el día de hoy. Elías Soso, vicepresidente primero de Came, aprovechó su derecho a réplica para referirse en particular a la postura del sector sobre la crisis y al rol del gobierno. “Tenemos un elenco de gente joven que me parece no tienen experiencia en la calle, entonces se producen estos desvíos verbales, tomémoslo como tal, saben que no es así, pasa que no sé si tienen la capacidad para resolver esta problemática”, explicó inicialmente tras la consulta por la declaración de Cabrera.
Más allá de la expectativa que la confederación deposita aún en lo que genere el gobierno de Macri, Soso reconoce en el partido gobernante una vocación que se vuelca más a que “poner plata en bancos o en Lebacs es mejor que ponerla en un negocio, o a invertir en el sector industrial”. A esa vocación financiera, le agrega una debilidad por el sector rural, al que hace referencia como “un 20% de lo que puede empujar a desarrollar el país, falta un 80% que se lo puede agregar el sector industrial”.
Aunque reconoce haber una dirigencia que estima que desde la Came no tienen que “hacer política”, asegura que desde la entidad están peleando por el problema del costo energético. “Es mentira que es necesario sufrir, hay que establecer prioridades y después aplicar las políticas”, considera el Vicepresidente primero, y agrega que “si los grandes capitales ven que las cosas no están en orden, no vienen a invertir”, mientras tanto las inversiones las sigue haciendo el mercado interno.
El dilema de Mefro Wheells
Mefro Wheells es uno de los casos emblemáticos sobre la ausencia de inversión extranjera, que sumado al ingreso indiscriminado de materia prima competidora, terminaron por decretar el destino de los más de cien trabajadores que empleaba la fábrica de llantas. La retirada de los accionistas alemanes a principios de 2017 evidenció un proceso inverso al que anuncia el gobierno con el florecimiento de brotes verdes.
La única fábrica de llantas del país pasó a manos del empresario local Cicarelli, quien “puso la planta a punto pero nunca vendió una sola llanta”. Y a pesar del interés de otras empresas para trabajar en conjunto, nunca avanzaron, ya que el nuevo apoderado “decía que Nación y Provincia no le daban créditos para seguir adelante”, según comentó el delegado Miguel Valentino.
Los ex accionistas alegaron su salida a una falta de rentabilidad en el país y continuaron su producción en otras partes del mundo. “Nosotros en 2014 hicimos 1.300.00 llantas, cuando empiezan a abrir las importaciones en 2015 hicimos 800.000 y en 2016, 400.000”, señaló el delegado, con números que hablan por sí solos. A la actualidad, parte de los empleados pasaron a la autopartista Cirubón, empresa de Cicarelli, mientras que Mefro Wheels permanece con las puertas cerradas.
Necesidad de viraje
Enero de 2018 no marcó un buen augurio para la industria nacional, ya que la Secretaría de Comercio dejó sin efecto 300 licencias no automáticas (herramienta que protege a fabricantes locales de las importaciones). Esto profundiza las dificultades de re apertura de la fábrica de llantas y refuerza “una consecuencia directa de las políticas económicas donde no hay vuelta atrás”, según señala el concejal por el Frente Justicialista Eduardo Toniolli, quien siguió de cerca el tema Mefro Wheells. Aunque la intención es revivir la empresa, también hay “necesidad de que el gobierno vire sus políticas”.
Ante este caso puntual que no desentona con lo monocromático de la situación en el sector en cuestión, el edil justicialista no ignora “la suba de tarifas que impacta doblemente”, así como tampoco soslaya que “la baja en el poder adquisitivo de los trabajadores impacta en el consumo”.
Ante este panorama, percibe reacciones no correlativas a la realidad en distintos sectores. Por un lado considera “un nivel de protesta que tiene que ver con la urgencia de sus asociados”, en el caso de pequeños industriales y comerciantes. Mientras que en otro nivel de empresariado “el descontento no circula por los mismo carriles”, definió el edil justicialista, en relación al grado de oposición que ejercen distintos sectores directamente perjudicados con el contenido de políticas económicas pero también en lo discursivo.