En tanto Interpol solicitaba ayer a pedido de Suecia –y dos días después de que su sitio comenzara a publicar cables secretos norteamericanos que causaron un verdadero revuelo en la diplomacia mundial– la detención del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, desautorizó al vicecanciller de su gobierno que había ofrecido permiso de residencia al ahora prófugo responsable de las filtraciones de memorandos de la diplomacia estadounidense (ver recuadro).
La organización policial internacional, con sede en Lyon (centro de Francia), indicó haber transmitido a sus 188 Estados miembro una “notificación roja” contra Assange, un australiano de 39 años, buscado por Suecia en el marco de una investigación por “violación y agresión sexual” que no tiene que ver con la divulgación de documentos que está realizando.
“Hay una notificación roja pública de parte de Suecia”, anunció un portavoz de Interpol. La organización recibió el 20 de noviembre este “pedido de captura para extradición” de parte de Suecia, agregó.
Las “notificaciones rojas” se usan para solicitar la detención preventiva con miras a la extradición de una persona buscada, y se basan en una orden de detención o en una resolución judicial.
Aunque la causa invocada es ajena a la conmoción creada por WikiLeaks en los últimos días, el abogado británico de Julian Assange dijo ayer que el pedido de Interpol puede estar ligado a la reacción de Washington por la divulgación de los cables secretos.
“No tenemos pruebas sobre una conexión entre las acusaciones de agosto (contra Assange en Suecia) y la emisión de una notificación de Interpol sólo dos días después de la primera divulgación por parte de WikiLeaks de los cables diplomáticos”, declaró el abogado Mark Stephens en un comunicado difundido en Londres. “Sin embargo –advirtió–, es muy inusual que se emita una notificación roja en relación con las acusaciones” de violación que pesan sobre Assange.
En declaraciones a un canal de televisión australiano la madre de Assange pidió que “no se persiga” a su hijo, cuyo paradero actual es desconocido.
“Es mi hijo y lo quiero. No quiero que lo persigan ni que lo encarcelen”, declaró Christine Assange al canal australiano ABC.
Las revelaciones de WikiLeaks desencadenaron el domingo pasado una verdadera tormenta diplomática.
El portal está sacando a la luz 250.000 cables con revelaciones sobre las preocupaciones y los juicios de diplomáticos estadounidenses sobre situaciones y dirigentes de todos los continentes, a lo largo de varias décadas.
Algunos de esos cables provocaron reacciones de países aliados de Washington.
Uno de esos cables, firmado en 2009 por la embajadora de Estados Unidos en Pakistán, Anne Patterson, señala que la “principal preocupación (norteamericana) no es que un militante islamista pueda apropiarse de un artefacto (atómico), sino el riesgo de que alguien que trabaja en una instalación del gobierno de Pakistán pueda sacar progresivamente material nuclear para producir eventualmente un arma”.
Pakistán consideró que se trataba de preocupaciones infundadas.
“Esos temores están fuera de lugar y sin lugar a duda revelan arrogancia, pues jamás ha habido ni un solo incidente en relación a nuestro combustible fisible, lo que demuestra que controlamos estrictamente” las instalaciones, dijo a la agencia de noticias AFP Absul Basit, portavoz del ministerio paquistaní de Relaciones Exteriores.
Según otro de los cables diplomáticos estadounidenses divulgados el martes, Cuba es “refugio” de miembros de la organización armada vasca ETA que ayudan a la guerrilla colombiana de las Farc, aunque es poco probable que planeen operaciones desde la isla.
Otros cables aseguran que los servicios de inteligencia de Cuba tienen influencia en Venezuela y un acceso directo al presidente Hugo Chávez. Para los autores de los informes, esos dos países forman un “eje de la malicia”.
Otro cable divulgado por WikiLeaks indica que Suecia, con el aparente apoyo de Estados Unidos, quiso excluir a Rusia del Consejo de Europa a raíz de la guerra ruso-georgiana de 2008.
Entre los cables divulgados desde el domingo, se expresan otras inquietudes de Washington, por sospechas de la presencia de redes islamistas en la Triple Frontera entre Paraguay, la Argentina y Brasil, o por la “salud mental” de la presidenta argentina Cristina Kirchner.