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La inversión no remonta y hay alarma por el empleo

En 2013 sólo se crearon cien mil puestos de trabajo, lo que genera preocupación.

La economía argentina ingresó oficialmente en recesión y comenzó a mostrar grietas, con retracción del consumo, suspensiones y despidos, mientras volvió a exponer que el bajo nivel de inversiones registrado es su principal limitante para el crecimiento sostenido.
El 2014 cerraría con una inversión real directa equivalente al 19 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI), un nivel considerable respecto de los años 80 y 90, en los que no superó el 10 por ciento, pero relativamente bajo respecto de lo obtenido durante el apogeo de 2005, 2006 y 2007, cuando alcanzó al 24,2%.
La inversión extranjera directa cayó 36 por ciento en 2013 respecto de 2012, a sólo 2.586 millones de dólares, en buena medida como consecuencia del cepo cambiario, por el cual las divisas que se traen al país se liquidan a 8, cuando en el mercado marginal se pagan a 11.
No obstante, ese indicador sensible estará apuntalado este año por anuncios de inversiones chinas y de Chevron en su alianza con YPF.
El presidente chino Xi Jinping arribará al país el 19 de julio próximo para anunciar la mayor inversión de China en el extranjero: 2.099 millones de dólares para la construcción de las represas santacruceñas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic.
El economista jefe para América Latina del Banco Mundial, Augusto de la Torre, recomienda a la región “sacarle el jugo” a las inversiones que recibe principalmente de China, absorbiendo tecnología para encarar riesgos globales y sostener el crecimiento de los últimos años.
Su análisis afirma que la tendencia es que China “siga incrementado sus intereses en la región, principalmente en los sectores minero y de hidrocarburos, clave para la economía del país asiático”, y también para la de la Argentina, que en 2014 tendrá un déficit energético de 9.000 millones de dólares, lo cual exigirá aún más su nivel de reservas.
Desde la consultora Orlando Ferreres y Asociados señalaron que la inversión bruta interna cayó 4,1% en marzo y con esto en el primer trimestre del año llegó al 19,8 por ciento del PBI, el menor nivel relativo desde el segundo trimestre de 2010.
La inversión bruta en el país bajó entonces un 2,9 por ciento interanual en el primer trimestre, en un escenario en el que el gobierno permitió sólo en enero una abrupta devaluación del 18,7 por ciento del peso frente al dólar.
La decisión de la Casa Rosada fue flexibilizar ligeramente la posibilidad de tenencia de dólares en el marco de una fuerte presión inflacionaria, después de dos años de cepo cambiario, pero el anuncio aún no hizo efecto.
Además de las 15.000 suspensiones en la industria automotriz, datos de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec recientemente publicados reconocen que hay problemas graves, como el estancamiento en la generación de empleos.
Entre 2004 y 2008 se crearon 250 mil nuevos puestos de trabajo por año, todos asalariados privados registrados; la generación bajó a 140 mil empleos por año entre 2008 y 2012, pero solo la mitad fueron asalariados privados registrados.
Y el 2013 encendió alarmas: se crearon 100 mil puestos de trabajo de los cuales apenas un cuarto (25.000) fueron empleos asalariados privados registrados, lo que –según el análisis de Idesa– marcó un severo estancamiento.
Ocurre además que la escasez de inversión retrae la oferta, impide la diversificación de la producción e induce la inflación que corroe aceleradamente la capacidad de compra de los consumidores: es un círculo que se ciñe y no permite el desarrollo de la economía.
Aunque para el gobierno la inflación tiene su raíz en los problemas de oferta y en el sector externo –por la suba récord del precio de los commodities–, la emisión monetaria monumental del Banco Central para financiar al Tesoro y la incapacidad estatal para controlar –sin maniatar– al sector privado legitima el juego corporativo.
El gobierno de Cristina Kirchner desde sus inicios en 2007 ha fogoneado el consumo a tasas del 30 por ciento anual, propiciando a la mitad la inversión pública en los sistemas productivos, por lo que la demanda superó ampliamente a la oferta y aumentó las tensiones sobre los precios.

Poca inversión

La baja inversión está marcada por una corresponsabilidad entre el gobierno, que no genera condiciones favorables, con shocks políticos como los que protagonizó Guillermo Moreno entre 2007 y 2013, y por empresarios que no ceden margen de rentabilidad.
La última encuesta del Indec –junto a la UIA, CGE y Came– indica con claridad (con 20,2 por ciento de los votos), que los principales impedimentos para invertir que ven los empresarios locales son “el riesgo y la incertidumbre”.
El tamaño del mercado no permite recuperar la inversión, asegura el 16,4% que decide no invertir, y el 12,5% sostiene que las tasas de los créditos son muy altas, mientras que el 11,5% ve serias dificultades de acceso al crédito.
La suba de tasas promovida por el Banco Central este año para contener la demanda de dólares por la escasez de divisas limita las inversiones: no es casualidad que el sector con mayor rentabilidad en la Argentina sea el financiero, que no paga impuestos.
El banco Macro ganó en el primer trimestre de 2014 1.186 millones de pesos, 159% más que en el mismo período de 2013; y el Galicia 830,7 millones, un 178% más que el año pasado.
El conjunto de entidades financieras que operan en la Argentina embolsó unos 9.737 millones de pesos sólo por las “diferencias de cotización” de enero.
En torno de eso existe una áspera discusión entre el ministro de Economía, Axel Kicillof, y el titular del Banco Central, Juan Carlos Fábrega: mientras el primero necesita que remonte la inversión, el segundo se focaliza en impedir por todos los medios que las reservas internacionales sigan cayendo.
En un informe publicado este mes, la Cepal apuntó que también existen problemas en América latina por la composición de las inversiones: buena parte de ellas fueron dirigidas hacia sectores no transables, como infraestructura.
Eso fue promovido por la mayor rentabilidad derivada de la apreciación real, por lo que las inversiones no se diversifican y tampoco promueven sectores con mayor incorporación de valor agregado y desarrollo de capacidades.
La Argentina entonces seguirá atada al debate permanente sobre si hay o no inflación (Kicillof la niega) y cómo atacarla, en un contexto en el que las inversiones suben por una escalera y los desequilibrios económicos van por el ascensor.

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