La jauría, serie policial chilena creada y dirigida por la argentina Lucía Puenzo sobre dos detectives que investigan una compleja red de abusos machistas, estrena este viernes su segunda temporada en Amazon Prime Video con una propuesta que también “conversa mucho con el poder y la impunidad, una realidad que todas y todos conocemos”.
“Es jodido cuando no existe una justicia, sino varias para distintos seres que habitan las sociedades. Cuando esto se relativiza también se relativizan el bien y el mal, y creo que esta entrega se choca con ese gran muro de todos los tiempos que tiene que ver con estos temas”, afirmó en ese sentido Antonia Zegers, protagonista de la historia, en diálogo exclusivo con Télam.
La actriz, también conocida por sus trabajos en films como No (2012) y la premiada Una mujer fantástica (2017), vuelve a encarnar en esta oportunidad a Olivia Fernández, la misma detective que en la primera temporada de la serie estrenada en 2020 debía encargarse de un delicado caso de una joven desaparecida.
La investigación sobre el hecho, cuya víctima se había transformado en la líder de una manifestación en un conservador colegio católico tras las acusaciones de abuso contra un profesor de teatro, pronto destapa la existencia de un juego virtual que incita a varones a cometer delitos sexuales contra mujeres y, oculto detrás, un entramado de culpables mucho mayor del que se creía.
Para Olivia, transitar la pesquisa junto a su colega Elisa Murillo (Daniela Vega) se convierte -como en los policiales actuales que se precian de serlo- en un trayecto muy desgastante tanto en los profesional como en lo personal: es que además de intentar ponerle un rápido fin a esa seguidilla de tristes episodios, Fernández lleva consigo una pesada mochila familiar, repleta de dificultades para mantener vínculos sanos con su hijo, su exmarido y sus personas cercanas.
Todo ese compendio de experiencias, que parecen afectar más a quienes la rodean que a ella misma, tienen una continuidad en los nuevos ocho episodios de La jauría, que se desata mediante el homicidio de Trinidad (Pascal Cerda), una joven mochilera, y la desaparición de sus dos compañeras de viaje, Elena (Octavia Bernasconi) y Arantza (Fernanda Finsterbusch).
La única pista que aparece en el comienzo de la pesquisa es que la dupla de amigas, quienes viajaban en cercanías de la costa de Valparaíso, habían frecuentado una enigmática fiesta clandestina llamada “El Oasis”, que esconde oscuros secretos que irán develándose capítulo a capítulo, en un relato que retrata la violencia machista y la inmensa complicidad del sistema detrás de ella.
“Después de los estragos de la primera temporada, donde toda la gente alrededor de ella perdió tanto y se movió, ella arranca en el mismo lugar, la misma oficina, con el mismo jefe, llegando para marcar tarjeta. Yo creo que eso es muy doloroso, es un lugar muy mediocre para la existencia. Ahora su camino tiene que ver con eso, con cómo ella vuelve a conectar con sus convicciones, a creer en algo y a jugársela por algo en cuerpo y alma”, apuntó Zegers sobre lo que le depara a su persona en esta segunda temporada.
Además y respecto a la recepción que tendrá la historia, nuevamente atravezada por la violencia de género, la actriz aseguró: “Para mí siempre es insospechado qué pasa cuando yo suelto un trabajo como este, que es distinto que en el teatro, porque ahí es inmediato, estás sintiendo lo que le pasa al público o lo que no le pasa. En el audiovisual es algo que se larga al mundo, uno observa ese vuelo y espera que la gente se de la oportunidad y lo vea. La primera tuvo una recepción muy buena, la gente la miró y la comentó, se sintió interpelada y convocada. Espero que esta temporada siga ese camino, va un paso más allá y viene recargada”.
La jauría es una de las primeras producciones que se retomó en Chile desde el inicio de la pandemia de coronavirus. “Fue el primer trabajo que hicimos como equipo luego del confinamiento crudo, después de cinco meses. Nos reencontramos y fue muy emocionante volver a vernos, a compartir con otras y otros, porque una de las cosas que nos pasó con la pandemia fue este terror que se empezó a cultivar sobre el cuerpo del otro, a entender que puede ser una amenaza, que es algo muy triste para la humanidad. Así que este trabajo también fue muy potente porque fue nuestro oficio poniéndose de pie, con todas las adversidades del momento. Así que fue confiar, volver a mirarnos con los otros y trabajar”, relató la interprete que, para concluir, dio su opinión sobre la tendencia actual de las ficciones latinoamericanas en apoyarse en las plataformas de streaming para ser producidas. “Creo que se está generando una identidad iberoamericana muy potente, y que tenemos mucho que hablar porque tenemos mucho en común, esa es la verdad. Todo esto partió por una necesidad de coproducción, pasaba mucho con las películas que con los fondos no alcanzaba para hacerlas: una vez que te ganabas un fondo había que salir a buscar coproducciones, y yo creo que eso no sólo resolvía un tema monetario sino que también empezó a generar estas conversaciones. Creo que eso es solamente nutritivo, nos enriquece y por eso me encanta que La jauría pueda ser expulsada hacia toda Iberoamérica de una, al mismo tiempo”.