El imprevisto resultado le permite a Erdogan, quien por motivos constitucionales debió trocar el cargo de primer ministro por el más protocolar de presidente, retomar su plan de convertir la parlamentaria Turquía en un país presidencialista y reconcentrar poder en su persona.
Las encuestas vaticinaban un resultado similar al de junio, con una posible leve mejora para el AKP.
A las 21.05 (15.05 en la Argentina) y apenas se conocieron los resultados finales, el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, anunció la victoria, que, dijo, «no es nuestra sino de la nación», ante una multitud reunida en la provincia de Konya, Anatolia Central.
«Dios los bendiga por abrazar nuestra causa en el peor momento. Hoy es un día de victoria pero también de modestia», agregó, y terminó su breve discurso para dirigirse a un santuario nacional en Konya, informaron los diarios Daily Sabah (oficialista), Hürriyet (independiente) y la agencia oficiosa Anadolu.
Pocos minutos antes, Davutoglu había transmitido por la red social Twitter, una expresión en árabe («Sea para Dios todo el mérito») para agradecer el resultado de unos comicios en los que la participación electoral había aumentado en todas las provincias.
Erdogan y el AKP se repusieron así del traspié electoral del 7 de junio -en que la irrupción parlamentaria del izquierdista y prokurdo HDP abortó temporalmente sus planes- y obtuvieron (con el 92% de las urnas ya procesadas), un 49% de los votos y 311 de las 550 bancas legislativas.
Lo siguen el socialdemócrata kemalista CHP, con 26% de los votos y 136 escaños, el prokurdo e izquierdista HDP, con 10,4% y 59 sitiales, y finalmente el nacionalista MHP, que con 12% de los votos acumuló 44 bancas y pasó del tercero al cuarto lugar en el Parlamento.
Como la mayoría parlamentaria se alcanza con 276 bancas, ya cuando promediaba el conteo, los líderes del segundo partido, el CHP, aseguraron que no habría coalición.
El izquierdista HDP decayó cuatro puntos porcentuales en relación a junio, pero también celebraba por haber logrado mantenerse dentro del parlamento, puesto que obtuvo una mínima ventaja de algunas décimas por encima del 10% que abre las puertas del hemiciclo.
Tras una campaña agitada por atentados que costaron más de 150 muertos, la inmensa mayoría partidarios del HDP, la jornada electoral se desarrolló en relativa calma, aunque el sudeste, asiento de los kurdos, se mantuvo bajo toque de queda y cercano a la ocupación.
Habían sido convocados a votar a partir de las 5 de la mañana (23 de ayer, en la Argentina) 56,5 millones de electores, y la tasa de participación fue de 78,5%, con 44,7 millones de votos emitidos y 43,9 millones válidos.
La tranquilidad solo se agitó levemente al difundirse la noticia de que la Fuerza Aérea había lanzado un ataque sobre la región kurda de Siria contra el Estado Islámico lo que favoreció a la oposición «moderada» y dificulta que la ocupen los kurdosirios.
Pero a las 20.30 (14.30 de la Argentina), a solo media hora del momento esperado para la difusión del resultado final, el diario Daily Hürriyet informó que se estaban produciendo choques en que la policía disparaba gases lacrimógenos en la provincia de Diyarbakir, en la región sudeste de Turquía, muy poblada de kurdos.
La campaña se realizó en medio de una sangrienta confrontación entre el gobierno y los kurdos del proscripto Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), después de que Erdogan rompiera el acuerdo que les había otorgado a estos últimos la posibilidad de ubicarse en santuarios en las zonas colindantes de Irak.
A principios del verano boreal, Ankara lanzó una campaña que nominalmente atacaba al PKK y al Estado Islámico (EI), pero que en los hechos se concentró en el primero y en los kurdos sirios, políticamente próximos al PKK.
En el clima generado por la guerra, el tórrido verano del Medio Oriente se hizo también el más sangriento del siglo, lo que, según la mayor parte de los analistas, implicó una influencia sobre el electorado, comentó la agencia de noticias EFE.
Al depositar hoy su voto en Estambul, Erdogan aseguró que se respetará la «voluntad nacional» expresada en estos comicios. «Turquía ha avanzado mucho en cuestión democrática», aseguró.
La pérdida de la mayoría absoluta también fue una derrota personal para Erdogan. Antes de los comicios de junio, el presidente y cofundador del AKP había hecho campaña a favor de su partido, a pesar de que la Constitución turco exige neutralidad al jefe de Estado.
Erdogan aspira a convertir a Turquía un país presidencialista, para lo que necesita que el AKP pueda formar un gobierno fuerte con mayoría propia. La oposición acusa a Erdogan de haber bloqueado la formación de un gobierno de coalición para intentar conseguir recuperar en las elecciones de este domingo la mayoría absoluta para el AKP.