La investigación sobre la catástrofe del Airbus A320 de Germanwings en los Alpes franceses dio ayer un giro inesperado, con la revelación por parte de la Justicia francesa de que el avión fue presuntamente estrellado por el copiloto.
Esta revelación espectacular, debida al análisis de una caja negra encontrada el martes pasado en el lugar de la catástrofe, coincidió con la llegada a Francia de las familias de las 150 víctimas –tres eran argentinos–, que tuvieron la primicia de esas informaciones, antes de la conferencia de prensa dada por el fiscal de Marsella Brice Robin en el aeropuerto de Marignane.
Los motivos del copiloto, un alemán de 28 años llamado Andreas Lubitz, seguían sin aclararse, pero el fiscal Brice Robin precisó que no estaba “registrado como terrorista”, información confirmada después por Berlín. La Policía registró ayer sus dos viviendas, en Dusseldorf y en Montabaur, en el oeste de Alemania.
Según el fiscal, Lubitz, quien tenía 630 horas de vuelo, se quedó solo en la cabina de pilotaje tras la salida del piloto, accionó el botón de descenso y no le dejó abrir la puerta para volver a entrar.
“En la caja negra se oyen varias llamadas del comandante para pedir el acceso a la cabina de pilotaje, pero no hubo ninguna respuesta del copiloto”, agregó.
Lubitz, cuya respiración regular se oye hasta el final, no respondió tampoco a las llamadas de la torre de control que se dio cuenta del descenso anormal del aparato.
“La interpretación más verosímil” es que su gesto “puede analizarse como una voluntad de destruir el avión”, según aseguró Robin. Ya agregó que el copiloto trabajaba para Germanwings desde “septiembre de 2013”.
Por otra parte, unas 200 personas, parientes de las 150 víctimas, llegaron ayer a la zona de la catástrofe y fueron trasladados cerca del lugar en el que se estrelló el avión en la más estricta intimidad y lejos de la prensa.
El fiscal les aseguró que los pasajeros murieron instantáneamente y que “no se dieron cuenta de que el avión se estrellaba hasta el último momento”.
En los últimos segundos antes del choque contra la montaña, la grabación de 30 minutos deja oír la alerta señalando la proximidad del suelo y los gritos de los pasajeros.
Los primeros restos de las víctimas fueron llevados anteayer en helicóptero por los equipos de socorro en el lugar de la catástrofe, cerca de Digne.
En tanto, ayer se reanudaron las operaciones de rescate de los cuerpos y de búsqueda de la segunda caja negra, que contiene los datos del vuelo y sigue sin ser encontrada.
Un joven deportista
El copiloto Andreas Lubitz, de 28 años, había comenzado a trabajar en Germanwings en septiembre de 2013, justo después de terminar sus estudios en el centro de formación de
pilotos de Lutfhansa en la ciudad de Bremen, en el norte de Alemania.
El joven era originario de Montabaur, en el estado de Renania-Palatinado, donde vivía con sus padres.
Sin embargo, Lubitz también tenía un alojamiento en Düsseldorf, donde se encuentra un importante centro de operaciones de Germanwings, hacia donde se dirigía el avión siniestrado en Francia.
Lubitz era miembro del club privado de aviación LSC Westerwald y era deportista aficionado a las carreras populares, según los registros de las competiciones en las que participó.