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La Justicia avala una donación de un riñón entre dos amigos

Habilitan que un joven de 25 años le ceda el órgano a una de 27 que se dializa día por medio.

Un joven de 25 años donará un riñón a su amiga de 27 que por una insuficiencia persistente debe concurrir a diálisis tres veces por semana y su organismo ya rechazó dos trasplantes cadavéricos. Al no estar relacionados más que por la amistad que forjaron en su natal localidad de San Jerónimo, la donación debió ser autorizada por la Justicia. Y en dos meses, y tras las audiencias que descartaron que el ofrecimiento del joven persiga un beneficio económico, el Juzgado Civil y Comercial Nº 1 aprobó la solicitud a pesar de que todavía no se comprobó que donador y donante posean la compatibilidad requerida.

La mujer está entre los casos más acuciantes en la lista de espera del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai).

Solidaridad y amistad

A cuenta de la insuficiencia renal que la aqueja desde hace dos años, Ayelén, oriunda de la localidad de San Jerónimo, 40 kilómetros al oeste de la capital santafesina, debe someterse a tratamiento de diálisis tres veces por semana. En este mismo tiempo tuvo dos trasplantes de riñón aunque de donantes cadavéricos, esto es, fallecidos, que no lograron revertir su situación.

Siempre en el mismo período, Ayelén se mantuvo dentro de la lista de espera del Incucai para un trasplante de donante vivo, que por norma debe ser un familiar para evitar el comercio de órganos.

Pero meses atrás su amigo de la infancia Mauro V., tres años menor que ella, se presentó junto a la Defensoría Civil N° 2 de Rosario para ofrecerse como donante directo.

Al no estar relacionados, y tal como establece la ley de Ablación y Trasplante de Órganos, que no contempla la amistad como calidad para ser donante, quedó en la Justicia santafesina aprobar el ofrecimiento.

Ayer, finalmente, se conoció que la jueza en lo civil y comercial María Andrea Mondelli hizo lugar al pedido.

En tiempo récord la Justicia mantuvo audiencias con el donante y demás profesionales involucrados en el caso: una médica forense, una psiquiatra, un fiscal en turno, una especialista en nefrología, representantes del Cudaio y hasta un trabajador social. El objetivo de estas instancias era comprobar que el joven ofrecía su órgano en pleno conocimiento de las posibles consecuencias del procedimiento, con libertad, intención y sin estar bajo ningún tipo de coacción o mediar un intercambio monetario para incentivar su ofrecimiento.

La resolución

Para dar lugar a lo solicitado por el joven la jueza tomó como jurisprudencia un caso similar ocurrido en 2004 en Salta, donde se estableció que “la donación de órganos entre personas vivas no relacionadas por un determinado parentesco es un acto que puede autorizarse mediante el procedimiento judicial previsto en el artículo 56º de la ley 24193, siempre que revista carácter extrapatrimonial (no debe ser una operación lucrativa)”.

Además, la magistrada se apoyó en que la ley de Trasplante establece la gratuidad como requisito excluyente del acto dispositivo de dación de órganos, lo que lo protege al ofrecimiento de que sea considerado como una venta de órgano, esto es, un delito penal.

Derecho personalísimo

A la vez se consideró, siempre según figura en el fallo al que accedió El Ciudadano, la donación como un derecho “personalísimo, y como tal, inherente al hombre, extrapatrimonial, necesario, vitalicio, no enajenable e intransferible”.

Uno de los atenuantes que inclinaron la decisión del magistrado fue la diferencia entre un trasplante cadavérico y de un donante vivo.

Según se conoció durante las audiencias, una ablación renal a un ser con vida es mejor para que el receptor tenga una sobrevida de calidad.

La opción del donante vivo, insistieron los mismos profesionales, cuenta con la ventaja de presentar menos complicaciones y la utilización de menor cantidad de drogas inmunosupresoras, siendo además la sobrevida del órgano injertado significativamente mayor que en el caso de donante cadavérico.

Por último, la variable de tiempo también jugó en la decisión del donante. Es que a más tiempo de tratamiento con diálisis es menor la sobrevida del órgano implantado en caso de recibirlo.

Amigas que esperan fecha

Silvia Cirilli, de 42 años, y Ana Bongiovani, de 55, quienes se conocen desde hace más de quince años, esperan que se ponga fecha para la cirugía en la que esta última recibirá un riñón de la primera luego de que en agosto la Justicia autorizara esta donación entre personas sin parentesco. Desde octubre tienen los resultados de los análisis que certifican la compatibilidad necesaria para que se efectúe el trasplante, que la abogada que las patrocinó en el trámite tribunalicio, Carina Mazzeo, confía que se lleve a cabo en los próximos dos o tres meses. Ana padece una grave deficiencia renal y se mantiene en vida con diálisis figurando también en la lista de espera del Incucai desde hace largo tiempo.

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