Cuando Romina conoció a quien después sería el papá de su hija todo parecía fantástico. Dejó su Rosario natal y se radicó en Córdoba, donde también nació su hija. Pero la violencia de género le hizo temer por su vida: golpes, maltratos, hasta un arma apuntándole a la cabeza. Lo denunció, pero con su vida en peligro tomó a su hija y se vino a Rosario. Durante algunos años el hombre desapareció: no aportó un peso a la cuota alimentaria y tampoco reclamó verla. Hasta que hizo una denuncia y un juez cordobés decidió que viviera con su padre, pese a exponer a Romina a llevar y traer a su hija de la casa de un hombre violento. La nena ahora está de vacaciones en Rosario y empezó a relatar la violencia que ella sufre en la casa de su padre. No quiere volver a Córdoba y tiene miedo. Pero la Justicia local tampoco la escuchó y le dijo que el caso debe resolverse en aquella provincia, pese a que está en juego la vida de una mujer y la seguridad de una niña que esta vez no pudo contarle a la Justicia lo que le ocurre.
La abogada María Paula González Tomassini representa a Romina y a su hija. Y no sale de su asombro. Siente que la falta de perspectiva de género en el Poder Judicial, una vez más, puede llevar a su clienta a la muerte.
En diálogo con El Ciudadano contó que Romina sufrió graves episodios de violencia física, psicológica y emocional por parte de su ex pareja, de quien logró divorciarse en 2017. Allí decidió volver a Rosario con su hija, que también era testigo de amenazas de muerte.
“Él tiene permiso para portar armas y le ha apuntado más de una vez en la cabeza, lo que fue denunciado en Córdoba. Y hay una denuncia radicada en Rosario porque también sufrió en Rosario un episodio de violencia cuando él vino a buscar la nena”, detalló la letrada.
Cuando Romina deja Córdoba, el hombre no la ve más cesa de pasar alimentos. Pero poco después hace una denuncia en aquella provincia y asegura que su ex se había llevado a la nena en forma inconsulta.
“Le toca el juez de familia Gabriel Tavip, que suele otorgar la custodia de niños y niñas a padres violentos y le otorga el cuidado al agresor y un régimen de visitas a la madre cada 15 días”, relata la abogada.
“La obliga llevar y traer a la nena a Córdoba pese a estar amenazada de muerte”, sostiene.
La pequeña de 5 años ahora está en Rosario y a medida que se fue acercando la fecha de volver a la casa de su padre comenzó a relatar lo que sufre. “Se va dormir llorando, no la dejan a hablar con la madre y lo hace a escondidas. La pareja del padre la obliga a que diga mamá y la retan si habla de su madre. Lo que la nena pide es no volver con su padre”, detalló González Tomassini.
La abogada entonces presentó una denuncia ante el Tribunal Colegiado de Familia 7, por violencia género infantil, y pidió que la nena sea escuchada. “Cualquier juez es competente para dictar una medida autosatifactiva. No pedimos que resuelvan el caso, sino que escuchen a la nena”.
Si bien la jueza Andrea Brunetti hizo lugar al reclamo y accedió a escuchar a la nena, después cambió de opinión, contó la abogada. E que un defensor fijó primero una fecha para escuchar a la nena y después dijo que la causa debe tramitarse en Córdoba, a lo que la jueza dio su consentimiento.
“Nos suspende la escucha con el solo fundamento de que vive en Córdoba. Nos es excusa: cuando el juez habla de centro de vida también lo componen las personas”, dijo González Tomassini. Y analizó: “La victima no habla cuando quiere sino cuando puede. Esta nena puede hablar acá, no en Córdoba. Yo fundamenté en los derechos del niño, en la ley Micaela y en una fundamentación de la ONU de cómo ayudar a las mujeres frente al covid”, detalló.
“Qué pasa si le pasa algo a la mamá y a la nena. Esta mamá denunció, pidió por justicia, fue por lo legal pero no encuentra respuesta. Ahora sufre violencia institucional, porque deben respetar los derechos humanos y los derechos del niño. La madre quiere proteger a su hija y a ella misma”, evaluó la letrada.
Otro punto que destaca es la actitud del juez cordobés Tavip, quien le dijo que la nena debe vivir en Córdoba porque nació ahí. Y cuando Romina le planteó que teme por su vida al viajar a aquella provincia el juez le dijo: “Bueno, será un riego que tendrá que correr”.
En el marco de resonantes casos que terminaron en muerte, la falta de perspectiva de género de la Justicia asusta una vez más. Sobre todo, cuando están en juego las vidas de una mujer y de su hija.