En 1903, el teatro La Comedia de Rosario presentó la obra que desde entonces marcaría por siempre la identidad de miles de miles y miles de trabajadores. Canillita, se llamaba la pieza, y su protagonista era uno de los tantos chicos que en esos primeros años del siglo XX se ganaban el pan vendiendo a viva voz los diarios de la época. Los pantalones cortos, como todo pibe de aquellos años, las piernas flacas de caminar en la calle, compusieron la imagen que inspiró a Florencio Sánchez. Y tan hondo caló el nombre que, desde 1947, dos años después de que los vendedores de diarios y revistas obtuvieran por primera vez un régimen legal que los amparaba y reconocía sus derechos resolvieron celebrar el 7 de noviembre como el Día del Canillita. Era la fecha de la desaparición del gran dramaturgo oriental: de la muerte de Florencio Sánchez mañana se cumplirá un siglo.
Faltaba aún muchos años, décadas, para que otros canillitas fundaran el Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas en Rosario. Fue en los primeros días de junio de 1944, cuando había pasado un año de la “Revolución del 43” y los vientos que siempre les habían soplado de frente no sólo estaban cambiando, sino que lo harían para siempre. Para entonces, el Departamento de Trabajo había sido elevado al rango de Secretaría, y al frente oficiaba un coronel que no había cumplido los 50: Juan Domingo Perón. Todavía no había Día del Canillita, pero el año siguiente fue clave: el 5 de octubre de 1945 el Poder Ejecutivo firma el decreto 24095 que reglamenta, por vez primera, la venta de diarios y revistas en la vía pública. La norma se publicó en el Boletín Oficial en la semana siguiente, el sábado 13. Pero entonces todo ya era convulsión: ese mismo día Perón marchó preso en la cañonera Independencia hacia la isla Martín García. Y cuatro días después la historia cambiaba definitiamente con el 17 de octubre de 1945.
Por entonces, Juan Carlos Polichela era “un pibe”. A aquel chico, que tenía 12 años cuando festejó el primer Día del Canillita, jamás se le hubiera ocurrido que iba a ver el último: Polichela tiene hoy 75, es el secretario general Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas y ya estaba al frente del gremio cuando “hace 8 ó 9 años” perdió su histórico día de descanso. Por eso, para él el festejo es doble. “Estamos eufóricos”, dice. “Es una alegría, es algo tan nuestro eso que es indescriptible. El que no lo vive como nosotros no se da cuenta de la trascendencia que tiene esta fecha”, insiste.
Pero además de “su” día, los canillitas están recuperando otros derechos que habían perdido en el sinuoso camino de la década del 90. En abril de 1999 se desreguló la actividad y un año después, apenas tres días después del 7 de noviembre, el decreto 1025/2000 cambió radicalmente el “régimen jurídico aplicable a la venta y distribución de diarios, revistas y afines en la vía pública y lugares públicos de circulación de personas”. El canillita perdía entonces su condición, y cualquier comercio podía vender los diarios. Pero otro Día del Canillita, el del año pasado, volvieron los festejos: un día antes el 6 de noviembre, el decreto 1693/2009 limitó la “libre competencia” en la venta de diarios a que esta no lesionara “derechos laborales, sociales y sindicales”. Y también priorizó el “derecho” a la parada y/o reparto y su estabilidad.
El golpe de timón se completó el 14 de septiembre de este año: a través del decreto 935 se establecen las nuevas pautas del “régimen aplicable” para la venta de diarios, revistas y afines; se derogan las anteriores, y se restauran las “conquistas” que los canillitas habían perdido.
“Fue producto del trabajo mancomunado de todos. Del país, no de nosotros solos. Estamos todos peleando juntos, hemos tenido la suerte de que el secretario de la Federación es diputado nacional y está luchando a la par nuestra: por eso la conquista”, celebra Polichela. Su referencia es al legislador oficialista Omar Plaini, que desde el “Sivendia” nacional articuló una fuerte defensa de los derechos de los canillitas, como también de la vigente ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que reemplazó a la ley de Radiodifusión de la última dictadura, y del proyecto para regular la venta igualitaria de papel para diarios, más conocido como “Papel Prensa”.
“No son conquistas –aclara Polichela–. Estamos recuperando lo que es nuestro. Siempre tuvimos fe y confianza en que lo íbamos a recuperar”.
En ese marco, el jefe de los canillitas mira para atrás para recordar alegrías y sinsabores. Y cuenta que “el mejor momento” del sindicato “habrá sido en el 50, 51, 52”.
“Era la época del peronismo. Vino Perón y dignificó al trabajador, le dio el lugar que le correspondía. Después, si lo hacía por esto o por esto otro, y no sé: con él hubo vivienda, estándar de vida, asistencia social, buena educación”, agradece. Pero también recuerda la contracara: “El peor momento vino cuando estaba Menem. Entre Menem, De la Rúa y las demás yerbas, hicieron un desastre”.
—¿Y hoy?
—Hoy estamos bien. Hoy estamos consiguiendo las cosas que nos sacaron.