Sin Leal no se puede. Newell’s volvió a sufrir la ausencia de su referente de ataque, y ni la entrega del equipo o el buen plan táctico del DT alcanzó. La Lepra pagó caro un pecado de juventud y se quedó sin nada. Fue 1-0 para Independiente, que con un poco de jerarquía pudo inclinar la balanza a su favor en un partido que pintaba para una igualdad sin emociones.
Supo luchar Newell’s. Y al igual que ante Boca, salió apegado a un plan de juego que fue claro: sacarle la pelota al rival. Y lo consiguió. Pero a la estrategia de De Felippe le faltó la segunda parte, lastimar al Rojo en ofensiva. Y ahí Newell’s falló en grande. Torres tomó malas decisiones, Fertoli garabateó demasiado y Figueroa no tuvo socios. Alexis arriba hizo lo que pudo. Y fue poco.
En un partido parejo, la visita siempre amenazó con tener mejores armas para llegar al gol. Y ese presagio se hizo realidad cuando los equipos ya pensaban irse al vestuario en el entretiempo. Se equivocó el pibe Cacciabue en una salida, Ferroni nunca estuvo para impedir dos desbordes por su espalda y para completar la comedia de enredos defensiva, tras un remate imperfecto de Silva, Fontanini y San Román fallaron en un despeje posible bajo el arco que defendió Ibañez.
El 1-0 parecía cercano en los papeles, pero resultaba lejano a partir de la incapacidad ofensiva leprosa. De Felippe mandó a la cancha a los relevos más ofensivos, pero fue un esfuerzo inútil por empatar. Los pibes tuvieron empuje, pero nadie aportó la jerarquía que hacía falta para empardar el duelo.
Y la derrota no hace más que validar los interrogantes abiertos de cara al futuro. Porque si Newell’s no consigue reforzarse con algo más que apuestas, lo que viene será grave. Y partidos como el de ayer serán una constante, aunque perder dolerá mucho más y la tabla de promedios no va a perdonar errores.
El técnico
De Felippe
Su plan táctico funcionó porque el equipo tuvo la pelota, pero le faltó el 9. Los cambios ofensivos fue un mensaje de ir a buscar el empate con lo que tenía.
El pito
Lamolina
Algo permisivo, fiel al estilo de su padre, eso lo salvó a Bernardello de la roja. Estuvo acertado en no sancionar un penal que reclamó Benítez y no era.