Pedro Mairal nació en Buenos Aires en 1970. Su novela «Una noche con Sabrina Love» recibió el Premio Clarín de Novela en 1998 y fue llevada al cine en 2000. Además publicó las novelas “El año del desierto» y «Salvatierra”; un volumen de cuentos, “Hoy temprano”; y dos libros de poesía: “Tigre como los pájaros” y “Consumidor final”. En 2007 fue incluido por el jurado de Bogotá39 entre los mejores escritores jóvenes latinoamericanos. En 2013 publicó “El gran surubí”, una novela en sonetos, y “El equilibrio”, una recopilación de sus columnas. Sus artículos y crónicas están publicados en su libro “Maniobras de evasión”. En 2016 publicó la novela “La Uruguaya”, que fue y continúa siendo un éxito internacional de crítica y público.
Este domingo a las 17 en la sala B del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, el escritor estará presentando su último libro “Pornosonetos”, acompañado por Federico Tinivella. En este libro están reunidos por primera vez textos publicados hace tiempo en distintos volúmenes bajo el seudónimo de Ramón Paz.
—Tanto en tu libro “La uruguaya” como en “Una noche con Sabrina Love” o “Pornosonetos”, está muy presente el deseo. ¿Es un tema que te interesa en particular?
—El deseo es lo que mueve en general a la gente. Miedo y deseo. Son dos grandes generadores de historias mentales y reales. La gente va hacia lo deseado o huye de lo que teme. El deseo es un motor. Una vez que cargás a tu personaje de deseo queda clara su dirección pero a la vez aparece su vulnerabilidad. Ese lugar un poco ridículo y un poco peligroso y patético en que nos ubica el deseo es lo que quiero mostrar.
—El libro “Pornosonetos” se publicó con tu nombre pero antes esos textos salieron a la luz con el seudónimo de Ramón Paz; ¿por qué motivo no querías mostrar tu verdadera identidad? ¿Formaba parte de un juego?
—Usé un seudónimo por pudor. Me daba pudor esa poesía tan cargada de sexualidad, tan llena de cosas berretas, desaforada y sin filtro. Tardé mucho en aceptar públicamente que era yo el autor. Y a la vez el seudónimo me dio mucha libertad, porque me permitía crear un personaje, era yo, pero no era yo, un yo exagerado y bestial.
—En tus libros acercás temas referidos a las relaciones humanas, a los sentimientos de amor, de desamor, a temas cotidianos, con los cuales todos podemos sentirnos identificados; ¿por qué creés que los lectores se sienten tan cercanos a los personajes de tus historias?
—Me alegra que los lectores se sientan cercanos a mis personajes. Creo que provoca empatía la intimidad. La debilidad también. Hay que ser sincero: Mostrar los temores, la incertidumbre, lo inconfesable. Creo que todos estamos armándonos una identidad en las redes. La literatura es la espalda de Facebook, lo que no sale en la foto de Instagram, lo que te daría mucha vergüenza que salga en tu Instagram: eso es literatura. Lo que te cuidás de no decir, de no mostrar. Y como todos estamos poniendo trompita para la foto, cuando una historia muestra lo que hay detrás de la fachada entonces eso provoca identificación.
—En “Maniobras de evasión” escribís sobre la trastienda de la escritura; ¿cómo surgió la idea de este libro? ¿Creés que hay toda una idealización sobre el trabajo del escritor y sus condiciones de trabajo?
—Cada autor y autora trabajan como pueden y noto que la neurosis esa de escribir o no poder escribir se traduce en cada uno de una manera particular. Varias veces en Maniobras de evasión hablo de “la novela que no estoy escribiendo“. Porque era lo que se suponía que yo tenía que hacer en ese momento: escribir una novela. Yo venía juntando esos textos, intuía que había un libro ahí, pero no terminaba de verlo. Fue Leila Guerriero quien editó todo el material y “encontró“ el libro. Vio la constelación en las estrellas desparramadas, digamos. Sacó textos, me pidió que escribiera textos nuevos y le dio a todo un orden. El libro es casi en coautoría con ella.
—Entre abril de 2008 y junio de 2013 publicaste una columna semanal en el diario Perfil; ¿cómo fue la experiencia de escribir a pedido o con una fecha estipulada? ¿Estabas acostumbrado a trabajar de esa manera? Después de esa experiencia, reuniste cada una de las columnas en el libro “El Equilibrio”.
—Fue interesante la experiencia. La obligación de entregar un texto me hacía sentar a escribir. Me obligaba a pensar en temas sobre los que nunca me había puesto a reflexionar. Me ayudó a mirar mejor la época. Los signos cambiantes, las costumbres, los humores nacionales, la relaciones familiares. Incluso el fútbol que en general no me interesa, a partir de esas columnas donde opiné sobre reacciones futboleras, me empezó a interesar más.
—Comenzaste estudiando medicina; ¿cómo es que llegaste a estudiar Letras? ¿Ya escribías y decidiste darle más lugar en tu vida?
—Sí, escribía algunas cosas, pero quería ser médico. Después me derrotó la ciencia. Mi cerebro poético, inexacto y asociativo (“esto es igual a esto“, “esto parece tal cosa“) no soportó la matemática, la biología y la química. Imposible. Me quedé atrás. Fue horrible. Poco a poco seguí escribiendo y encontré el rumbo en la literatura. O por lo menos acepté la falta de rumbo pero dentro de las palabras, en un lugar donde podía vivir con todas mis preguntas.
—¿Qué autores o autoras te han marcado? ¿Leés a contemporáneos?
—Nadie quiere deberle nada a sus contemporáneos en general. Pero yo les debo mucho. Me ayudan a no perder filo, a seguir tratando de escribir buenos libros. Leo a Fabián Casas, a Cucurto, a Samanta Schweblin, a Julián López, Lamberti, Falco, Selva Almada, y muchos otros.
—En una entrevista decías que si tuvieras que elegir un género, elegirías a la poesía; ¿por qué motivo?
—Porque la poesía es el género que contiene a todos los demás. Un poema puede ser narrativo, puede ser una canción, puede ser teatral… La poesía es la esencia de la literatura.
—Para vos, Pedro, ¿qué es la escritura?
—Algo que siempre me hace bien. Algo que cuando no lo hago me siento muy mal. Es mi tributo al hecho extraño de estar vivo y ser testigo de todo esto durante el ratito que dura esa vuelta tan corta de montaña rusa.
—¿Qué expectativas tenés con lo que suceda en la Feria del Libro en Rosario?
—Quiero encontrarme con lectores, dialogar, mostrar mis Pornosonetos, hablar con la gente, encontrarme también con escritores y escritoras. Rosario me gusta mucho porque tiene un puente que lleva a Entre Ríos. Solo por eso ya me cae bien.