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“La lucha continúa”: la serie documental que recupera la relación de Perón con la juventud

El director Jorge Gusmán reconstruye la relación entre el máximo referente del peronismo y las organizaciones revolucionarias, a partir de imágenes que grabó durante distintas movilizaciones populares a comienzos de los setenta, ya disponible en a plataforma Cont.ar

Marina Jiménez Conde – Agencia Paco Urondo

En la semana del 46° aniversario del fallecimiento de Juan Domingo Perón, La lucha continúa, serie documental disponible en Cont.ar, muestra imágenes inéditas de la movilización social que éste generaba, desde su vuelta al país hasta el momento de su muerte, el 1 de julio de 1974. El material, escondido durante 40 años por Jorge Gusmán, da lugar a ocho episodios, en donde a partir de la participación de importantes figuras se analiza al movimiento peronista durante los agitados años setenta.

Gusmán, además de dirigir la serie, le pone la voz en off al relato. El director conservó en plena dictadura militar los rollos de super-8 en donde tenía filmado el abalanzamiento de la militancia juvenil hacia las calles, cada vez que su relación con Perón lo ameritaba. La movilización popular encabezada por la juventud fue siempre masiva, ya sea para mostrar apoyo hacia el referente en sus años de exilio y para presionar por su vuelta, para protegerlo de un posible atentado, para disputar poder dentro del movimiento o para llorar su muerte.

Aunque la serie se centra fundamentalmente entre los años 1972 y 1974, también se toma su tiempo para rememorar fechas importantes en la historia del peronismo, como el 17 de octubre de 1945 o el bombardeo a Plaza de Mayo en 1955.

A lo largo de cada capítulo van apareciendo voces de distintos expertos, como historiadores y sociólogos, a los que se les suma el testimonio de personajes que integran el movimiento para narrar los sucesivos hechos. El periodista Hernán Brienza, el senador Jorge Taiana, y el ex secretario de Cultura Jorge Coscia, son algunas de las personalidades destacadas que participan. Además, se le agrega la intervención de Diego Capusotto, a través de una especie de sketch, en medio de algunos de los episodios, donde contrasta con su cuota de humor. También participa Pablo Trapero –casado con Martina Gusmán, actriz de El Marginal e hija de Jorge- dando su punto de vista estético sobre las imágenes que filmó su suegro.

El registro de Gusmán empieza a partir del 17 de noviembre de 1972, con el primer regreso de Perón, en plena dictadura de Alejandro Lanusse. Allí se muestra cómo los grupos populares cruzaban el río La Matanza con el fin de proteger a su líder político de un posible ataque de los militares, tras el aterrizaje en Ezeiza. El resultado fue una represión con balas de goma que los disgregó.

Luego de que arribara, más de 100 mil personas fueron a saludarlo a su casa en Vicente López. Las imágenes que aporta Gusmán, con la calle Gaspar Campos colmada y techos de casas repletas de jóvenes, que se amontonaban para tener contacto por primera vez con Perón, parecen más propias de una «misa ricotera» que de la lógica política. Reflejan la importancia que la vuelta de Perón tenía para una generación de jóvenes que veía en él la posibilidad de una revolución. Pero también demuestran el nivel de movilización que había en la época, donde ni siquiera la amenaza de la represión por parte de Lanusse detenía esa intensidad.

La serie documental también retoma el breve gobierno de Héctor Cámpora, en el que espacios de militancia juveniles empezaban a ocupar lugares importantes y se hacía cada vez más evidente la lucha dentro del propio peronismo.

Esas contradicciones se notan de manera muy clara en el fallido recibimiento de Perón en Ezeiza, en junio de 1973, donde dos millones de personas lo esperaban –cifra abismal para la época–. Las facciones sindicales y las de la Juventud Peronista se peleaban por ver cuál columna era la que encabezaba el acto. En el medio, la reacción sangrienta contra la multitud terminó por convertir un día de festejo en una masacre, donde todavía no está muy clara la responsabilidad ante los hechos, pero que, en todo caso, anticipa el aniquilamiento que los sectores populares sufrirían años más tarde.

Sobre el final de la serie se hace hincapié en la conflictiva relación entre Perón, ya presidente, y la juventud del peronismo, que cuestionaba a los sectores de derecha dentro del movimiento. Esa tensión creciente terminó desembocando en el conocido “estúpidos,  imberbes” luego de que un cántico, que rezaba: «¡Qué pasa, qué pasa, qué pasa, General, que está lleno de gorilas el gobierno popular!», se volviera masivo desde la Plaza de Mayo.

Sin embargo, la serie se encarga de demostrar que todas esas tensiones y disputas dentro del movimiento, no parecían poder llegar a significar una ruptura total con la figura de Perón. La distancia generacional y los sueños revolucionarios de las organizaciones juveniles generaban esos desencuentros, donde “el viejo”  –como le decían a Perón– parecía no poder contener al a la izquierda del peronismo. Ernesto Jauretche –sobrino de Arturo Jauretche– militante de la Juventud Peronista en aquellos tiempos, sintetiza en una frase las contradicciones, el dolor y el sentimiento de incertidumbre que tuvo su generación al conocer la muerte de su líder, cuya conducción no estaba puesta en duda realmente: “¿Qué vamos a hacer ahora que se murió este viejo hijo de puta?”

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