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La lucha rosarina, bien encendida para iluminar y decir «NO» al intento de apagón cultural

La pata local del primer Cacerolazo Cultural nacional juntó el miércoles de la semana pasada a más de 10 mil personas. Con las calles como gran escenario, referentes del arte local en todas sus variantes marcharon en paz y con consignas claras  

En 2001, artistas rosarinos salieron a recorrer las calles de la ciudad con una performance a escala urbana, a modo de Flashmob, con escenas y música, a la que se fueron sumando otros artistas, referentes de la cultura local y potenciales caminantes, que se llamó La muerte de la Nación. Por entonces, muchas cuestiones vinculadas con la producción cultural alternativa o independiente, como pasa por estos días, estaban en peligro. Luego vinieron años en los que aquella vieja consigna que sostiene que “sólo la cultura nos hará libres” estaba bastante clara, pero todo parece haber vuelto a foja cero. De cara al nuevo gobierno de La Libertad Avanza todo vuelve a estar en peligro y discusión.

El miércoles de la semana pasada, con los ecos de aquella premonitoria propuesta del 2001 aun latiendo en el imaginario de muchos de los presentes, la cultura rosarina, mediante el colectivo multisectorial Artistas y Trabajadorxs de la Cultura Autoconvocadxs Rosario, dijo presente en el primer Cacerolazo Cultural que juntó a más de diez mil personas (unas siete cuadras colmadas, en movimiento) en un recorrido que fue desde la Plaza Montenegro, por San Luis y luego Buenos Aires, hasta la Plaza 25 de Mayo, tomando en parte el recorrido habitual de la marcha del Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia de cada 24 de marzo para llegar al escenario urbano donde cada jueves acontece la Ronda de las Madres, todo un símbolo para los tiempos que corren, donde para algunos sectores la memoria se volvió líquida.

Cuando el arte ataque: imponente movida de trabajadoras y trabajadores de la cultura contra Milei

El Cacerolazo, que tuvo sus réplicas en ciudades de todo el país pero la elocuencia y la solidez de la versión local volvió a poner a Rosario a la cabeza de la movida nacional con una primera incursión de un nuevo Rosariazo, surge de la necesidad de visibilizar aquello que está en peligro frente al feroz recorte propuesto por el gobierno nacional con tres reclamos concretos: un NO rotundo al DNU 70/2023 y el proyecto de Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos (conocida popularmente como Ley Ómnibus), del mismo modo que la derogación del Protocolo Antipiquetes de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, más allá de que la marcha en Rosario se pudo desarrollar con total normalidad y seguridad.

Carteles, banderas y remeras con leyendas contundentes pidiendo y reclamando por el sostenimiento de la actividad cultural en la Argentina, que representa apenas un punto del PBI y que en todos los casos, esos apoyos económicos surgen de un sistema virtuoso que se autofinancia, acompañaron una jornada en la que la cultura rosarina dejó en claro su apoyo al Instituto Nacional del Teatro (INT) y al Fondo Nacional de las Artes (FNA), que corren riesgo de desaparecer o transformarse en “programas” dentro de la ahora Secretaría de Cultura de la Nación, como a la continuidad tal como fueron concebidos del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), el Instituto Nacional de la Música (Inamu) y la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), del mismo modo que el sostenimiento de la Ley 25.542, que garantiza un precio único para la venta de libros, hoy liberados y dejados a criterio de los monopolios editoriales.

Pero el planteo, con un puñado bastante más amplio de frentes abiertos, es aún más profundo y simbólico, porque nunca el apoyo cultural en la Argentina fue el «despilfarro» que hoy pregonan algunos sectores. Lo que está en peligro real es el trabajo de miles de referentes y gestores culturales de todo el país. Y lo que se quiere quitar, echar por tierra, es la construcción de años de un territorio simbólico de una fertilidad insospechada que, en tiempos de democracia, es decir en los últimos cuarenta años, cimentó la cultura alternativa en el país tal como se la conoce en el presente pero, al mismo tiempo, ese plafón fue la plataforma de lanzamiento de las carreras de grandes referentes del teatro, el cine, la música y la literatura local que hoy brillan no sólo en el país sino en el mundo.

Y más allá de que parezca pueril discutir si es no responsable el Estado de acercar bienes culturales de calidad a la ciudadanía, porque la Cultura no puede ser nunca un negocio y de hecho se subsidia en la mayoría de los países del mundo, la jornada del miércoles, seguramente la primera de una larga lista, dejó en claro que el arte es cultura y que la cultura es trabajo.  

«No te duermas»

Un grupo de bailarinas abrazadas a unas almohadas que a modo de Flashmob susurraban en cada esquina a los sorprendidos caminantes “no te duermas”, infinidad de colectivos de artistas, militantes por los derechos humanos, la diversidad, la ecología, las escuelas de arte (cine, teatro, música) y los espacios de formación alternativos, entre muchos más, con sus banderas y carteles dejando en claro que “Sin cultura no hay libertad” o uno más grande aún y a la cabeza de la columna con el fervoroso pedido “Encendamos la lucha contra el apagón cultural” fueron las postales de una jornada sin sobresaltos, llena de abrazos y mucha emoción, multicultural, diversa y de una franja etaria sin límites para ningún lado, con decisión y claridad, porque el tiempo presente logró lo que nadie había logrado en años: los referentes de la Cultura rosarina hoy dejaron de lado sus diferencias y están unidos y organizados.  

Después, ya en la plaza y tras el anuncio de la profusa lista de adhesiones, se leyó un documento consensuado por los distintos espacios que unos días atrás habían concretado la primera reunión en el Atlas y que ya anunciaron un nuevo encuentro, una gran asamblea de la cultura con una serie de acciones para el 20 de enero, más allá del apoyo al paro nacional con movilización de la CGT y CTA del próximo 24, y mientras la Ley Ómnibus se debate en el Congreso, una instancia que pondrá a las y los referentes políticos de todo el país de un lado u otro de la historia, porque a esa grieta no la cierra nadie.       

Ya sobre el final, antes de algunos números artísticos, las palabras de Laura Copello, actriz, directora, docente y una referencia ineludible de las escénicas locales, entre más, a partir de su trabajo de treinta años al frente del teatro La Manzana y como integrante de la Asociación de Teatros Independientes de Rosario, Atir, expresó: “Consideramos que hay que enfrentar estas medidas como un plan de lucha en conjunto con todos los sectores, con las y los trabajadores; en las calles, con paros efectivos de todos los sectores, sindicatos y movilizados. Cada acción que signifique un mínimo retroceso en la adquisición de derechos y el acceso a la cultura de toda la sociedad argentina será vista como un acto de desprecio hacia el pueblo; un pueblo que estará listo para enfrentar, como lo hace en este momento, el paso desdeñable de un gobierno anclado en premisas que reivindican el avance de un modelo económico y social que excluye a gran parte de la sociedad”.

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