Ciudad

La mano invisible detrás del aumento de la tarifa de taxi

Por Laura Hintze.- En la ciudad hay apenas diez comercios que se especializan en adecuar los relojes cada vez que hay un incremento.


En Rosario no son más de diez los comercios que se especializan en trabajar con los relojes taxímetros o cualquiera de las tecnologías que necesitan los coches de alquiler. Ellos son los que se encuentran en la trastienda ante cada aumento de tarifa, sin voz ni voto, pero con una tarea fundamental: calibrar el reloj de cada uno de los 3.664 taxis que circulan por la ciudad.

Hernán Brouwer, técnico electrónico, recibió a El Ciudadano en su taller El Águila, uno de los pocos lugares de la ciudad donde se puede conocer qué pasa cuando se decide un aumento de la tarifa, tal como ocurre desde las primeras horas de hoy.

El Águila queda en Buenos Aires 3843. A simple vista no es más que un taller mecánico, con banderines auriazules en referencia a la pasión futbolera que impera en el lugar. La radio está prendida y mal sintonizada, algunos autos en pleno proceso de reparación. Pero resulta que allí, además, se venden relojes taxímetros, se reparan, se configuran según las resoluciones del municipio, se fabrican simuladores de equipos, se realizan seguimientos satelitales.

Precisamente, mientras Hernán explica su trabajo, detrás de él, una pantalla de computadora muestra el seguimiento de un vehículo de alquiler: dónde está, cuánto cobra el viaje, a qué velocidad circula. “Éste es un oficio, sí, pero para darle un salto de calidad hay que tener conocimientos”, aclaró Hernán. Hace 19 años que trabaja con los taxis. Es técnico electrónico y mientras estudiaba se interiorizó en el mundo de los relojes de taxis. De hecho, tuvo un taxi con su padre, lo cual lo ayudó a entender por dentro y por fuera el funcionamiento del negocio.

Hernán Brouwer destaca, una y otra vez, que para trabajar en este rubro hay que estudiar siempre. “Hay que estar siempre actualizado, estudiar, contar con el soporte técnico necesario para brindar el servicio, consultar permanentemente a los proveedores de equipamientos”, señaló el técnico. Para él, la complejidad que demanda este tipo de trabajo colabora a que sean tan pocos los talleres que hay en la ciudad. Los que hay, dijo, son de hace muchos años y tienen una importante trayectoria.

El reloj taxímetro, explicó Brouwer, está incluido entre los instrumentos de medición legislados por la ley de Metrología Legal (ley 19511/72). Todos los instrumentos de medición, así, tienen que estar aprobados por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti), al igual que los proveedores de servicio, el taller de Hernán entre ellos.  “Los relojes taxímetros son prácticamente inviolables. No se pueden interferir. Nosotros tenemos que emitir un certificado que dice, palabras más palabras menos, que nos hacemos responsables de que el reloj cumpla todos los requerimientos de la ordenanza que lo legisla. Automáticamente somos responsables de la programación del reloj”, detalló Hernán, ante la duda de si algún taxista puede hacerse del software y modificar la tarifa a su gusto.

Con esto, cae de maduro que, apenas entra en vigencia el aumento de tarifa, los 600 clientes del taller El Águila empiezan a modificar el software de su reloj para no cobrar de menos: “Le cambiamos los parámetros que posee el reloj para cobrar las tarifas: la bajada de bandera, la ficha y a cuánto y cada cuánto cae, etcétera”.

“Es responsabilidad del taxista acercarse. Por un tiempo determinado el taxista puede trabajar con la vieja tarifa, pero nunca puede cobrar de más”, aclaró. Son, explicó Brouwer, tres o cuatro días de un malón de gente, días de mucho trabajo.  Pero después “ya está”.

Sin embargo, la mayor fuente de trabajo en un taller de estas características no viene de estos días de malón, como podría imaginarse. Los relojes, explicó el técnico, vienen cada vez mejor y tienen una vida promedio de unos diez años. “El laburo viene de los censores de asiento y del cambio de unidades, no de los relojes, que prácticamente no se rompen. Actualmente, la vida de un auto no supera los 4 o 5 años; el auto sufre un deterioro importante donde no conviene seguir reparándolo y tenés que cambiarlo. Eso genera una cadena también, que nos incluye. Hay que reinstalar el reloj taxímetro”, concluyó.

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