Generalmente, el CERN ha operado sus aceleradores en ciclos anuales, de esta forma las máquinas se ponían a punto y lograban la energía necesaria en un periodo de cuatro ó cinco meses. Posteriormente, funcionaban a pleno rendimiento de siete a ocho meses, y finalmente precisaban de otros cuatro ó cinco para ir reduciendo la energía hasta ser parada la máquina.
«La decisión más importante desde que comenzó a funcionar el LHC es prolongar los periodos de encendido y apagado de la máquina, de los 18 meses a los 24, para poder obtener la máxima potencia que jamás ha alcanzado un acelerador de partículas, 7 Tev -3,5 Tev por cada haz de luz-«, explicó el director de los aceleradores y tecnología del CERN, Steve Myers.
En este sentido, puntualizó que tras alcanzar esta velocidad, la máquina parará para modificar su diseño y llegar a alcanzar los 14 TeV. Así, explica que lo que les ha llevado a tomar esa decisión es que el LHC es la primera máquina construida de esas características. En concreto, es un aparato que mediante la criogénesis opera las fases de encendido y apagado, que pueden durar varios meses cada una. Con este método el gran aparato bien se va calentando o bien apagando.
«Por esta razón, la tradicional puesta en marcha del CERN en verano y parada invernal se ha puesto en duda. Además, sabemos que hace falta más trabajo para que pueda funcionar a 7 TeV durante esta primera fase de colisiones. Los últimos datos muestran que el LHC puede funcionar sin riesgos a esta energía, pero a más potencia requiere más trabajo para el túnel», añadió.