-¡Qué buena ropa! ¿De qué ciudad es Ribas? ¿Cómo los contacto?
Pocas cosas son tan fundamentales para una marca como el boca a boca, esa recomendación desinteresada cuando alguien ve algo que le encanta, que sale de lo común. Y es lo que sucede con la empresa rosarina RIBAS, que tiene al básquet como su deporte predilecto y que permanentemente concentra su atención en mejorar los diseños y la calidad para vestir a los jugadores de la ciudad, y del país. “Respiramos básquet” es la frase que los define y no es un eslogan, es un sello de identidad.
En la actual temporada de la Liga A Oberá lució sus modelos y de esta forma llegaron a la máxima categoría nacional, en un equipo que, de pura casualidad tenía a los rosarinos Leandro Hiriart y Rodrigo Sánchez.
“Llegamos a ellos de la manera más simple, porque nos comentaron que hace un par de años que la gente de Oberá venía prestándole atención a la pilcha de Norte y de Rosario Basket en la Liga Argentina, entonces pidieron referencias a los dirigentes de Armstrong y de esa forma llegaron a Marcelo De la Fuente”, contó Ignacio Rivas, quien junto con el mencionado De la Fuente y Felipe Mollar son los encargados de vestir a numerosos equipos del básquet local, provincial y ahora nacional.
“Si bien en principio el club iba a continuar jugando Liga Argentina, era sabido de las posibilidades concretas que existían de tomar una plaza en La Liga, y esto se dio luego de formalizar el vínculo con nosotros, por lo tanto la alegría fue por duplicado. Ya estábamos híper conformes de vestir a un nuevo club, de otra provincia y que encima dispute Liga Sudamericana, así que cuando se confirmó que tomaban la plaza de Concordia fue una satisfacción extra, muy grande. Y bueno, que hayan logrado los objetivos en esta primera campaña también fue algo que nos alegró”, agregó Nacho.
Si todo jugador que se inicia en el básquet local tiene a la Liga como objetivo, en este caso para RIBAS la sensación es similar: “Lo veníamos buscando hace tiempo y estuvimos muy cerca en alguna oportunidad con Atenas, nada menos. Es confirmar el trabajo que venimos haciendo, los objetivos que nos trazamos, y creo también, la confianza que generamos”.
“El básquet fue la idea original de la marca, si bien realizamos muchísimos trabajos para otras disciplinas, siempre apuntamos a lograr que a RIBAS se lo relacione directamente con el básquet, que sea LA marca del Básquet, sin ir más lejos si buscás en el nombre no es casualidad la última sílaba. Esto no significa que no tomemos otros laburos, tenemos un excelente artículo para fútbol por ejemplo, pero claro está que no disponemos de la misma variedad”, agregó Ignacio, quien extiende su explicación: “Creemos que el mercado del básquet nunca se lo explotó multidireccionalmente. Nosotros no apuntamos solamente a uniformar clubes para la competencia, apuntamos a vestir jugadores, aficionados, simpatizantes, a gente que en su vida picó una pelota. La ropa de básquet está súper entrelazada con la moda misma, con las tribus urbanas, con géneros musicales por ejemplo, históricamente en Estados Unidos y que claramente fue bajando a nuestra región”.
Haber disfrutado del básquet desde chicos les permitió conocer su cultura y también entender qué buscan los jugadores en sus prendas: “Los que hacemos RIBAS nos desarrollamos con el básquet, todos sabemos la pertenencia que te genera cuando lo practicás desde chico. Seguir vinculado con el deporte desde este lado del mostrador está buenísimo. En mi caso, siempre me gustó la pilcha de básquet, la genérica, la de las grandes marcas, siempre me ahorraba unos mangos que me daba mi viejo y el destino era comprarme a fin de mes un pantalón reversible. Ni hablar cuando tenías la chance de que un familiar viaje a Estados Unidos y te traiga una camiseta de la NBA. Entonces, hoy en día poder pensar una prenda, diseñarla y producirla, y que la respuesta del cliente sea similar a la que sentíamos nosotros de chicos es muy satisfactorio. Además, también sirve ser observador, indagar, escuchar y sin lugar a duda acompañar las tendencias del momento”.
Cómo surgió RIBAS
“En el 2008 deje el trabajo que tenía, y ya sabía que no quería dedicarme a la profesión que había estudiado. Siempre diseñe camisetitas, de futbol, de básquet, competíamos con mi hermano mayor en el paint del Windows 95 a quién dibujaba la mejor casaca. Felipe (Mollar) ya estaba incursionando en el rubro textil, pero en la ropa informal para hombres y me fue disipando un montón de dudas que tenía y empecé a creer realizables algunas ideas. Me presento a su tía Jorgelina que tenía una gráfica y es ahí donde empieza la aventura de la marca”, rememoró Nacho y continuó: “Hubo laburos chicos, laburos más grandes, a los tumbos, pasaron un par de años. Felipe decide dejar su emprendimiento y fue ahí que sin dudarlo le propuse que se sume RIBAS. Tomamos posesión de un taller que él tenía montado con su anterior proyecto y ahí la cosa se puso más seria. Su arribo trajo de la mano también a sus conocidos del ambiente, como Marcelo De La Fuente, quien con confianza ciega, empezó a recomendarnos, o hasta se podría decir que a representarnos con los clubes de la Cañadense. Un par de años más tarde, y casi de forma natural por lo comprometido que estaba con la marca, invitamos a Marcelo a que sea parte de la sociedad”.
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La pandemia complicó el 2020, pero RIBAS se reinventó: “Estuvo bravo, obviamente en marzo cerramos como todo comercio que no era de primera necesidad, con muchos pedidos adentro, como en cada inicio de temporada. A Los 20 días, con toda la incertidumbre que generaba la situación nos empezamos a preocupar, ahí fue la primera reinvención, ya que empezamos a conseguir los permisos para transformarnos y poder producir barbijos, tapabocas y batas. Mantuvimos la cabeza afuera del agua dos meses, pero con el brote en Rosario y la confirmación de que el deporte era casi imposible que volviera en 2020, el panorama se puso negro en serio. Fuimos entregando los pedidos que habían quedado clavados de marzo, con gran predisposición de los clientes, pero no iba a ser suficiente para subsistir, y ahí se da el quiebre que nos lleva a la segunda reinvención, aunque era un objetivo trazado que nunca pudimos llevar a cabo. Ante la urgencia y partiendo de conocimiento cero en la materia, Felipe se encerró un fin de semana entero y mediante tutoriales y data que podés encontrar en la web desarrolló la tienda virtual de Ribas (ribas.com.ar). Nos pusimos a diseñar y producir indumentaria genérica, ofrecer el muestrario enorme de laburos que teníamos y tuvo un impacto inmediato”.
El valor agregado de un producto bien hecho es otro de los sellos de Ribas: “Siempre apuntamos a lo más alto, mejorar en cada laburo. Si como ejemplo nos referimos a la indumentaria de juego, que el más desconocedor del tema ropa agarre una musculosa nuestra y diga “ah, esto es otra cosa…”. Conseguir una prenda de máxima calidad manteniendo la competitividad en el precio, porque nuestra política va por ahí, que el club más chico de Rosario que con una rifa juntó la plata para los conjuntos de U13 tenga la posibilidad de lucir una prenda de igual calidad que un equipo que compite en la máxima categoría del básquet nacional. Y por otro lado creemos contribuir a la imagen del deporte, pensamos que es fundamental. No te va a hacer ganar un partido que todos los jugadores estén vestidos igual, tampoco la calidad de la prenda, pero que al básquet lo jerarquiza, no tenemos ningún tipo de duda”.
Ameghino, Sportivo América, Norte en la Liga Argentina, Gimnasia, Timbúes, Sport en el Federal y decenas de clubes de la Rosarina se visten con Ribas, que desde Rosario llegó a la elite nacional, pero que no se olvida de sus orígenes. Porque respiran básquet.