Veinte años con agenda propia significaron muchas cosas diferentes para este diario. Difícil saber cuáles fueron las principales porque de acuerdo a las circunstancias y contextos, esas cosas fueron modificándose. Pero si se hiciera un eventual listado de las cuestiones que más allá de las épocas marcaron fuertemente la línea editorial y consiguieron una virtuosa inserción en la comunidad, esas, seguro, estarían vinculadas con las personas, gente de la ciudad y alrededores a quienes el diario tuvo como sus interlocutores, aquellos que con sus acciones o actitudes alumbraban otras posibilidades de relación social, gremial, institucional, política, es decir, los que entendían que generosidad y solidaridad, por caso, no eran sólo palabras de resplandeciente sonoridad sino que debían tener alguna carnadura con la realidad, que debían ser llenadas con sentido, con gestos, con hechos concretos; que persiguieran la idea de que una sociedad vibra y brilla cuando la justicia y la libertad, también por caso, se hacen corpóreas, se pueden tocar, están a la vuelta de la esquina.
Más temprano que tarde, El Ciudadano fue ocupándose de quienes, con disposición y energía, intentaban que al menos todo lo que implica tener en cuenta al otro, con sus diferencias y diversidades, sus carencias y dificultades, tuviera un efecto de verdad, pudiera plasmarse en alivianar infortunios, en incentivos para llevar adelante decisiones, posturas, ocupar lugares, ser ellos mismos. Y fue un ida y vuelta, esas personas que en sus acciones el diario reflejaba, acompañaron al diario en su andar cotidiano, en su evolución, en sus aires de conjugar esas acciones con el espíritu que lo anima.
Este martes, en lo que fue el tercer evento con motivo de sus 20 años -luego de una recepción institucional y una fiesta popular-, El Ciudadano distinguió a algunas de esas personalidades, a 20 de ellas en coincidencia con el número de su cumpleaños, con una pieza que simboliza identidad y afecto, que convoca a seguir andando juntos -a esa gente, a toda la que se suma día a día, y al diario- en la práctica de un periodismo sin fronteras, que busca reproducir los hechos tal cual son o se acerca lo más posible, desde su mirada, al modo en que ocurrieron. Esa gente diversa -cuyas biografías pueden leerse en el diario en papel y en elciudadanoweb.com- que desde su lugar, poniendo cuerpo y ganas, contribuye para construir la ciudad que queremos, esa gente hoy, es la mejor noticia de El Ciudadano.