“La cultura, por su esencia, está dirigida contra el olvido: esta vence al olvido para transformarlo en uno de los mecanismos de la memoria”, expresaron Yuri Lotman y Boris Uspenkij y fueron citados por Alessandro Portelli en un texto titulado “Los usos del olvido: escritura, oralidad, tradición” y que forma parte de su libro Historias orales. Narración, imaginación y diálogo. ¿Por qué olvidar?, ¿por qué recordar?, ¿qué y cómo recordamos? Este texto –que fue realizado con la colaboración y esfuerzo de investigadores y docentes de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de La Plata y editado por Prohistoria, y reúne más de cuarenta años de trabajo del impulsor de la Historia Oral y profesor de Literatura Norteamericana en la Universidad de Roma–, busca responder esas preguntas. A lo largo de sus páginas transcurre parte de la historia de Italia de posguerra y de Estados Unidos narrada por sus propios protagonistas. Sin embargo y además de la pluma del autor, la memoria y la historia oral son dos registros que unen la multiplicidad de historias contenidas en el libro.
A propósito de la memoria
Días atrás el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, mandó a tapar un símbolo que es significativo para la Argentina y que se volvió muy importante para el mundo entero: los pañuelos marcados en Plaza de Mayo que simbolizan las marchas de las Madres de Plaza de Mayo. Esa acción se asemeja a la decisión de Colin Powell de mandar a tapar la pintura Guernica de Pablo Picasso, que tenía a sus espaldas, al dar una conferencia sobre la guerra de Irak. El militar norteamericano se dio cuenta del enorme valor simbólico de esa obra de arte y de que muchas personas podrían sospechar que no era libertad lo que los norteamericanos pretendían exportar a Irak. La necesidad de tapar responde a las decisiones, a las políticas del presente. En el caso local es claro que el actual gobierno busca desembarazarse de la catástrofe que significó la última dictadura militar para los argentinos y que tiene puntos en contacto con su gestión. Eso deja en claro que la memoria colectiva tiene una fuerza arrolladora, sin embargo, ¿cómo opera? “En gran medida, la memoria funciona como un músculo involuntario, un reflejo puro, independiente de nuestras órdenes conscientes. O, para decirlo con otra analogía, la memoria es como la respiración: podemos respirar por mucho tiempo”, afirma Portelli, quien subraya que la memoria no es buena ni mala, sino algo que está.
Formas de recordar
El 17 de marzo de 1949, un grupo de obreros salió de una gran metalúrgica en Terni, Italia, y fueron reprimidos por protestar contra el acuerdo de su país para integrar el Tratado del Atlántico Norte (Otán). En la acción quedó muerto un joven obrero, Luigi Trastulli y eso entristeció a todo el grupo de trabajadores. Muchos de ellos recordaron que al ver al compañero caído se enfrentaron a la policía. Portelli descubrió que eso no sucedió sino que, en una protesta posterior los trabajadores se enfrentaron duramente contra la policía y no cuando Trastulli murió. Sin embargo, Portelli señaló que la memoria de los trabajadores operó haciendo una síntesis de los dos acontecimientos porque no podían tolerar no haber actuado cuando mataron a uno de los suyos. ¿Por qué sucede esto?, Portelli retoma una sentencia de Walter Benjamin cuando afirma que “un acontecimiento recordado no tiene límites, puesto que éste es la clave de todo lo que sucedió antes y después del mismo”.
En ese sentido, Portelli retoma al historiador Fernand Braudel y explica que un acontecimiento es “elaborado, transformado e interpretado” en una “larga duración” de la memoria. Si trasladamos eso a nuestra historia, la última dictadura militar se presenta como una historia corta en la que se sintetiza toda nuestra historia, que es reelaborada por la memoria colectiva.
La oralidad hace historia
El relato oral fue el principal medio de comunicación para transmitir la historia y muchas veces servía para conocer y criticar a otros pueblos. Así fue hasta la modernidad, cuando las cosas fueron cambiando y la historia inició sus pretensiones científicas. En ese momento, el relato oral se volvió sospechoso de transportar mentiras, olvidos, invenciones. Retomada a mediados del siglo XX, sin embargo la historia oral buscó despejar todas las sospechas sobre su práctica y aplicó una metodología similar al de la historia como ciencia social, es decir, transcribir lo dicho para trabajar sobre los documentos. Sin embargo, más tarde Portelli subrayó que era vital volver a las fuentes orales grabadas porque, se preguntó: “¿Cómo se puede hacer para transcribir los silencios, las situaciones incómodas de los entrevistados, las prisas por cambiar de temas?”.
Así fue que Portelli inició una larga carrera en la Historia Oral, defendiendo sus posibilidades frente a la mayor parte de los historiadores que basaban sus prácticas en el análisis exhaustivo de los documentos del pasado. Pero eso no fue todo para Portelli, sino que hurgó en las líneas escritas que surgían también de los relatos orales. La cuestión es que había algo de verdad en las críticas hacia los relatos orales, que podían tener mentiras, omisiones, olvidos o invenciones. En ese sentido, Portelli abordó en Italia los traumas provocados por la guerra en la gente común, la rutina de trabajo o las situaciones conflictivas como las expulsiones contadas por los trabajadores. Sin embargo, al historiador no se le escapa que: “Las personas no son libros, no se pueden estudiar como libros, y no se pueden ni siquiera meter en libros. Hay una relación complicada entre las personas, las historias que relatan y los libros que leemos, que estudiamos, que escribimos”.
Himnos contra patrones
“Los patrones van en sus bellos caballos blancos/ y nosotros caminamos en el fango/ Su bandera es la de barras y estrellas/ la nuestra está teñida de sangre”, es la canción, el himno de unos mineros norteamericanos en huelga contra sus patrones. La misma había sido entonada por la partera Aunt Molly Jackson, esposa de un predicador fundamentalista. Canciones o himnos como estos fueron escritos en oposición a patrones que bombardearon, incluso desde aviones, cuando los obreros declararon la huelga en las minas de Blair Mountain, en Virginia. Al igual que en las minas de Kentucky, los trabajadores llevaron a cabo una gran lucha contra los empresarios mineros apoyados por el Estado. En oposición a ellos se formó una cultura obrera de la que poco se habla. Quienquiera que vea series o películas de Estados Unidos casi no se enterará de que sus trabajadores tienen muchos aspectos en común que se asemejan, también, a algunas prácticas de obreros de otros países. La protesta es una de ellas. Un trasfondo cultural retomado en la década del sesenta, mantuvo viva esa memoria. Portelli indagó en esa y otras formas de cultura obrera norteamericana. La memoria de los veteranos de la guerra de Vietnam es otra faceta que se intercaló en la búsqueda de la cultura popular norteamericana. La cuestión es de qué manera se entremezclan los sentimientos de los sectores más postergados de la población blanca, con los que se comienzan a hacer oír con fuerza durante los sesenta, los de la población afroamericana en relación a la guerra y al llamado del gobierno de alistarse para morir por la patria. En suma, los trabajos de décadas que realizó Portelli y que fueron agrupados en este libro están inscriptos en la necesidad de la búsqueda de la memoria y la Historia Oral como guías trascendentales. El análisis lingüístico es la apuesta que el historiador redobla para estudiar sus fuentes. El relato que cobra forma de poema épico, que narra el punto de vista subjetivo frente a lo que aconteció, el que incluso genera una “memoria dividida” entre lo que se instaura como historia oficial y las percepciones individuales. Al mismo tiempo, al realizar un análisis del discurso oral, Portelli puede llegar a aspectos que otras formas de indagación históricas no logran. La ambigüedad de lo expresado y la forma en que los sujetos se emparientan con los relatos que se hacen hegemónicos. Portelli destaca que en el Proceso 7 de abril, por la lucha al terrorismo y el atentado a Aldo Moro, cuando se juzgó a los militantes de Autonomía Obrera, el juez le pidió a un procesado que cuente “su” verdad. Al igual que en su libro La orden ya fue ejecutada, donde analiza la Masacre de las Fosas Ardeatinas por la cual los nazis mataron a cientos de romanos, la historia va generando distintos relatos y, muchas veces, las personas repiten o se sienten identificados con algunos de ellos.