Dotada de una voz que destaca por su potencia y coloratura, la mexicana Lila Downs regresa con ritmos festivos, celebraciones a la muerte y crítica social en Balas y chocolate, su último material, que tendrá su presentación en Rosario esta noche, a partir de las 21.30, en el teatro El Círculo (Laprida y Mendoza).
Rescatando la cultura de su país y poniendo énfasis en las contradicciones sociales, la artista se apropia de la simbología de la muerte para representar la paradoja de una sociedad que celebra la vida a partir de la culminación de ésta.
“Es un disco que concebimos porque la muerte vino a tocar la ventana de nuestra vida (su marido Paul Cohen fue diagnosticado de una enfermedad terminal) y como la muerte no es nada extraño para mí, cuando tenía 16 perdí a mi padre, tuve que componer algunos temas donde le canto de frente algunos versos”, advirtió Downs a El Ciudadano acerca de la temática que recorre gran parte del disco, al tiempo que se expresó en relación con las costumbres fúnebres de México. “Es la costumbre de nuestra tierra componer una poesía a la Parca de una manera divertida. Es una terapia para nosotros: ahí nos desquitamos de todo el mundo. Son fechas muy festivas, el 1º y 2 de noviembre todo el mundo descansa y se va a tomar su ofrenda que consta de una mesita en la que se quema un incienso que se llama copal, al que le dedicamos el tema «Humito de copal» (con el que abre el disco), porque la creencia es que por medio de éste llegan los difuntos, y se pone un chocolate caliente, que es muy típico en este altar”.
Tanto la muerte como el cacao tienen un carácter protagónico en la propuesta de la mexicana, que en el tercer tema, “Balas y chocolate” (que da nombre al álbum), reza: “Si no me mata el alcoholismo, egoísmo, pendejismo, partidismo o un sismo, de espanto por la telenovela, me voy para el carajo y me tuesto mi cacao”.
Hija de una cantante mexicana de origen indígena y de un profesor de cine estadounidense, Downs se crió entre Tlaxiaco, su ciudad natal, y Minneapolis, en una conjunción de raíces que aportó a la artista una mixtura de géneros y rítmicas, que puede apreciarse en su trabajo a partir de sonoridades cercanas al folclore, la cumbia, el rock e incluso algunos tintes pop. Antes de hacer del canto su profesión, Downs estudió antropología y, según confesó, fue la voz de Mercedes Sosa en el tema “Gracias a la vida” la que motivó su viraje artístico: “Ese fue el cambio en mi vida; creo que la pauta me la dieron las mujeres que tejen la indumentaria indígena de mi tierra: me di cuenta que se puede crear un lenguaje propio para mostrar la belleza que uno percibe en su mundo. Al oír la voz de Mercedes dije: Sí se puede cambiar el mundo con un instrumento”.
Su pasado, quizás, se refleja en el interés que suele mostrar por dotar a su lírica de crítica y contenido social, tal como puede leerse en Balas y chocolate. “Es un momento difícil: hace ya algunos años que lees las notas periodísticas y son muy tristes, siempre mirando que entre los mafiosos se peleaban, pero ahora ves que hay personas que no necesariamente están involucradas y fueron afectadas. Eso empieza a calar un poco más y a preocuparnos, y cada quien en su trinchera tiene el deseo de que mejore todo esto”, expresó Downs, quien dedicó el tema de apertura, “Humito de copal”, a las compañeras y periodistas de la línea de fuego, al tiempo que en otro de sus temas, “La Patria madrina”, hace referencia a los ideales de Simón Bolívar, José Martí y Vicente.
“Nosotros nos hermanamos mucho, cada vez que venimos acá siento que hay más recepción hacia lo que decimos y sentimos, tenemos mucha afinidad. En el contacto de los unos con los otros está la respuesta para muchos de nuestros problemas”, dijo la cantante.
Comprometida con las problemáticas de su región y de toda Latinoamérica, Downs se expresó sobre los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa en septiembre pasado y, en relación con el tema, señaló: “Pienso en los padres de esos jóvenes; hay muchas discusiones acerca de que eran de izquierda, se preguntan qué estaban haciendo, y yo digo: cómo podemos preguntar cosas así si desaparecieron y no los podemos encontrar. Me parece que en México hay muchas corrientes políticas, unas con temor, otras desgastadas, otras sin fe, pero creo que la mayoría de nosotros todavía queremos transformar a cada paso nuestro camino y el futuro de Latinoamérica. Creo que vamos cambiando; lo veo en las generaciones más jóvenes que ya no discriminan tanto: hay una visión de dejar ciertas peleas que ha habido en la historia”, concluyó la artista.
Sonidos agridulces
Balas y chocolate, el último material de la mexicana Lila Downs, cuenta con 13 temas, 10 de la autoría de Downs y su marido, el saxofonista y productor Paul Cohen, junto con tres covers, dos de los cuales tienen como colaboradores a los músicos Juanes (“La Patria madrina”) y Juan Gabriel (“La Farsante”). A través de sus composiciones, la artista aborda temáticas como la muerte, el amor, la soledad, la justicia, la libertad y la transformación social, haciendo mención a hechos que afectaron a México en los últimos tiempos, como fue la desaparición de los 43 estudiantes en Ayotzinapa; mientras que casi la mitad de su repertorio son cantos de celebración de la muerte desde las costumbres de su cultura.