Alejandrina Barry (Legisladora porteña del Frente de Izquierda-Unidad)
Victoria Villarruel reivindica la dictadura, defiende a los represores y pretende imponer un modelo bajo las órdenes de las multinacionales y el FMI que promovieron el golpe y siguen hoy hambreando al pueblo. Frente a este avance la lucha en las calles es la única herramienta para enfrentar los avances negacionistas.
El pasado lunes en la Legislatura porteña se realizó un supuesto homenaje a “víctimas del terrorismo” impulsado por la diputada del espacio de Javier Milei, Victoria Villarruel, que no fue más que un acto negacionista del genocidio que se dio en el país a partir de la mitad de la década de los setenta. Este hecho es parte de un nuevo intento de lograr la impunidad para los represores y los empresarios que fueron parte de ese plan sistemático que se gestó desde el Estado para eliminar un sector de la sociedad que ellos consideraban peligrosos para implementar un modelo económico.
Esto es lo que denunciamos los que nos movilizamos a las puertas de la Legislatura y que nos encontramos con las vallas de la Policía de la Ciudad mientras que a los que reivindican la dictadura se les daba el salón central para hacer su acto.
Convocatoria de la que participé activamente junto al Encuentro Memoria Verdad y Justicia, tanto como legisladora del Frente de Izquierda-Unidad así como hija de desaparecidos y apropiada en el mismo operativo que asesinaron a mis padres, e incluso utilizada como parte de una campaña de prensa para legitimar las prácticas genocidas que estaban realizando.
Soy parte de una lucha contra la impunidad que lleva décadas y que nos enseñó que la movilización fue, es y será la herramienta para enfrentar estos intentos negacionistas. Y tenemos que dejar muy en claro que no vamos a retroceder en lo que hemos conquistado y vamos a seguir luchando para que todos los genocidas estén en una cárcel común.
Estos sectores no son nuevos y vienen atacándonos desde el primer juicio a Miguel Etchecolatz en 2006. Con Myriam Bregman, compañera que fue abogada de Julio López en dicho juicio, nos vienen atacando desde entonces. A Villarruel la conocemos como una activista militante reivindicando la dictadura, que era organizadora de las visitas a Jorge Rafael Videla en la cárcel y está documentado que se reunió con allegados de Etchecolatz en el Centro de Oficiales de las Fuerzas Armadas (Cofa). En el mismo acto de la Legislatura participaron personajes nefastos, como el ex mayor Marcelo Llambías, que está acusado de torturar a jóvenes conscriptos durante la guerra de Malvinas.
Antes se hablaba de “guerra sucia”, después de los “dos demonios” y ahora se argumenta como “memoria completa”. Una falsedad absoluta cuando justamente ellos son los que llevaron un plan de exterminio de forma clandestina y que son hasta la actualidad los que ocultan la información del destino de nuestros desaparecidos, de dónde están los nietos apropiados, y hasta la complicidad empresarial que existió durante la dictadura. Empresarios que prestaron sus instalaciones para que funcionen centros clandestinos, que armaron listas para hacer desaparecer los trabajadores que reclamaban, que se beneficiaron por la estatización de la deuda y que crecieron bajo un modelo económico que apoyó el FMI y que quiere profundizar actualmente. Empresarios que hoy siguen en el poder y con ellos no hay “memoria completa”.
No es casual que estos discursos se potencien ahora cuando hay un ajuste brutal que está realizando el gobierno del Frente de Todos y con la bronca de lo que sufren las consecuencias. Sobre todo de muchos que votaron a Alberto Fernández con esperanza de estar en una mejor situación económica. Hoy buscan alternativas y muchos caen en votar a Milei. Pero tampoco hay que confundir la canalización de esta bronca con un apoyo de estos discursos negacionistas, como cuando las calles se llenaron contra el 2×1 para luchar contra otro intento de lograr impunidad. Hay que seguir movilizándonos y gritar bien fuerte, fue genocidio y son 30.000.