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La mujer del momento: Vanina Correa, del retiro a la gloria

Llovieron los elogios después del partido contra Inglaterra. Fueron justos para la jugadora rosarina que con 35 años se convirtió en un ejemplo. Las pibas (y los pibes) hoy quieren atajar como Vanina

Sábado gris. Mayo. Semifinales de la Copa Santa Fe. Vanina Correa volvía a vestir la camiseta de Central luego de muchos años. Apostada bajo los tres palos de la cancha en Cañada de Gómez, con la misma postura segura e inquebrantable que se la vio en los partidos de Japón e Inglaterra. En la humilde tribuna de aquel sábado lluvioso estaban sus hinchas preferidos, los mellis. Corrían por todos lados y de vez en cuando miraban el partido. “Ataja mamá”, le gritaban.

Es difícil muchas veces tomar dimensión de lo que está sucediendo en Francia 2019. El fútbol femenino ocupó espacios que antes no tenía: se habla en las escuelas, en la televisión, y en tiras deportivas que siempre le dieron la espalda o que sólo destacaban las virtudes físicas de las jugadoras, ayudando a fomentar los estereotipos de mujer.

En suelo francés, las jugadoras de Argentina le demostraron a un país entero que el femenino tiene garra, pasión y hambre de gloria. Tiene pasado, presente y futuro. Sólo le hace falta el apoyo necesario para seguir creciendo. Transformaron todas las veces que les dijeron, que no iban a poder, y le hacen frente a las grandes potencias. A esas que les llevan más de 20 años de ventaja deportiva.

El viernes por la noche, en Le Havre, no fue la excepción y el combinado nacional se le paró de igual a igual a Inglaterra. Mientras en el estadio Oceane caía la noche, en Argentina pasaba algo insólito, impensado para muchos y previsible para otros. El encuentro ante las británicas tuvo alto rating de televidentes. Y Vanina Correa, figura del partido, se convirtió en tendencia en las redes sociales. Llovieron los elogios, bien merecidos, para una jugadora que con 35 años se convirtió en un ejemplo a seguir. Aún cuando sea una frase hecha, es cierto: hoy las pibas (y los pibes) quieren atajar como Vanina.

Luego de un tiempo retirada, había decidido dejar su carrera deportiva, que incluía dos mundiales (2007, 2008) y un juego olímpico. Varias razones, seguramente, la llevaron a tomar esa decisión. Dedicarse al fútbol y ser mujer no es fácil en Argentina. Y para describirlo, hay que entrar en comparaciones, porque la desigualdad de género es notable. Mientras los futbolistas sólo se dedican a practicar y competir, y cobran grandes sumas de dinero por hacerlo, las futbolistas tienen que repartir sus tiempos y establecer prioridades. Vanina, por ejemplo, cumple una triple jornada laboral: trabaja para vivir, es madre y juega al fútbol.

Y de eso habla Heldo Mitalich, entrenador personal de la arquera, con la que trabaja hace más de un año. “Vanina Correa se convirtió en un prócer del fútbol argentino”, dijo.

Luego de un tiempo fuera de las canchas, Correa decidió volver a la actividad profesional cuando se juntó con Carlos Borrello, que le pidió que volviera a vestir la camiseta Albiceleste. Ahí, comenzó el trabajo con el entrenador de arqueros.

“Empezamos a entrenar exclusivamente en la parte técnica, obviamente que el entrenamiento venía acompañado con lo físico, pero conmigo nos dedicamos pura y exclusivamente a volver a la forma deportiva que con la inactividad de suele perder”, destacó el entrenador, que trabajó en las divisiones inferiores de Central y hace más de tres años tiene su propia escuela de arqueros.

“Volvimos a darle esa forma deportiva para poder atacar la pelota, una buena postura ante los remates”, contó. Es que lo que se vio de Vanina en los partidos ante Japón e Inglaterra es consecuencia de años de trabajo, de experiencia adquirida.

“Fue duro buscar horarios para entrenar, pero siempre nos hicimos un tiempito”, continuó Milatich que confió que en el momento en que vio que la arquera canalla lo tapó, lo gritó como un gol. “Me acordé de todo lo que hacemos durante el año. Es una satisfacción grande por ella”, confesó.

“Serenidad y solvencia”, sintetizó. “Lo de ayer fue superlativo, más en una Copa del Mundo y más ante Inglaterra. Se podría decir, consagratorio. Su mente estuvo muy enfocada, muy segura. El penal yo creo que es consecuencia de su tranquilidad, de su postura y de su forma. Cuando la vi en el arco antes del penal parecía una gigante”.

Y agregó, enseguida: “Vanina necesitaba de este reconocimiento, es un prócer del fútbol argentino, jugó tres mundiales y un Juego Olímpico, merecía todo lo que le esta pasando, es la arquera que creó el puesto en la Argentina”.

“Como arquera tiene todo, su progreso técnico es notorio, su fuerza mental es increíble, su presencia, su aura la hace una arquera completa, de nivel mundial. Es una guerrera de la vida”, la describió.

Hoy todos y todas hablan de Vanina, la arquera de la selección. La que pasó por Social Lux y ahora juega en Central. La mamá de los mellis. La que volvió del retiro. Bien merecido el reconocimiento a una verdadera profesional. Y que vengan muchas Correas más. Porque fútbol, sobra.

 

Una ciudadana premiada

Vanina fue una de las protagonistas de la noche en la que El Ciudadano decidió reconocer a los «ilustres» que no lo son por su recorrido glamoroso de pantallas y revistas sino por las luchas que emprendieron para ser lo que son: ejemplos.

Fue en el teatro principal de la Plataforma Lavardén, el 27 de noviembre del año pasado. Fue un martes por la noche en la que Vanina no pudo estar físicamente, pero lo hizo a través de sus padres. Una “ciudadana ilustre” reconocida por su modo de entender lo colectivo.

Vanina, como sus pares de la Selección, pero también de todos los clubes donde las mujeres deben ganar a fuerza de perseverancia el lugar que merecen, tiene que atajar dificultades para seguir adelante. Ella está acostumbrada. Repite que es arquera desde que nació. O casi: apenas se animó, de muy chica, a pisar una canchita, sus hermanos la ubicaban en el arco. Y de esa aparente debilidad, hizo su fortaleza.

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