Espectáculos

La mutación rojo “Canosa”

Viviana Canosa, que ingresó a la TV de la mano de Sofovich y Rial, es una auténtica especie camaleónica. Según los vientos que soplen, la conductora adopta distintas formas para sobrevivir. Escribe Leonel Giacometto

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La mutación se puede heredar o se puede transmitir. En la televisión argentina, donde todo sucede a ritmos velocísimos, quienes la hacen, la comentan, la producen, la visitan, la hablan, la pagan y la actúan deben presentar, de alguna manera, una predisposición genética para, súbitamente casi, cambiar y alterarlo todo siempre al amparo de estar, digamos, respondiendo a necesidades propias y personales en función del otro que está mirando del otro lado de la pantalla. Esto es tan cierto como falso pero, con más o menos cinismo, la persona de la tele que muta, acciona, primero, sobre el por qué de ese cambio dando, a veces, justificaciones y argumentos que, según el caso, manipulan a sabiendas de lo que el motivo por el cual se produjo esa mutación pudiera representar en términos de rating y popularidad más adelante.

Esto debe leerse, más bien, en términos económicos. Pero esta especulación sobre el cambio, también, responde a respuestas y contra respuestas de las acciones o  mutaciones de otros que están en la tele, sobre todo si están a la misma hora, pero en otro canal. La televisión no es un medio, es un mundo (habitado).

Viviana Canosa, que en marzo de 2011 cumplirá 40 años, empezó en la televisión argentina como locutora, pasó de periodista a panelista y luego a conductora. Es dueña de una cabellera roja, artificial y llamativa, que una marca argentina de pinturas, una vez, como lo hizo también con Raúl Lavié, supo aprovechar (Lavié era el negro de esa marca, Canosa el rojo y, entre otros, un actor ya fallecido –Héctor Malamud– era el verde). De la mano de Gerardo Sofovich hace unos años hizo teatro (un decir) formando parte del elenco de Una familia poco normal, con autoría y dirección del propio Sofovich. Condujo y conduce radio, también, pero en marzo de 2010, arrancó una nueva temporada de su programa televisivo (Los profesionales de siempre) mutándole el nombre y conjurando una intención. Hoy, cuatro meses después, sólo queda el nombre nuevo y si no volvía rápido a mutar, las consecuencias podrían haber afectado su existencia (televisiva).

La presencia de Viviana Canosa en la tele se remonta a mediados de la década del 90 del siglo pasado, por Canal 9, formando parte del staff de periodistas-panelistas- noteros de Samuel Chiche Gelblung en Memoria, programa (hoy marca registrada casi) que arrancó con la conducción del propio Chiche. Viviana Canosa, por entonces, medía su cinismo con sarcasmo y una apariencia de, por decir, “seria, metida e informada”. Pero quería más, parece, y así, en 2001, pasó a formar parte de Intrusos en el espectáculo, programa ideado por Jorge Rial quien ya hacía unos años se había distanciado de Lucho Avilés y venía con (muchas) ganas de monopolizar todo el, digamos, mercado del chimento televisivo.

La contienda

Algo sucedió en 2002 entre Viviana Canosa y Jorge Rial (se le suma Luis Ventura, que sería Polonio de ser Hamlet Rial) que provocó una contienda televisiva feroz, grosera y entretenidísima que aún hoy persiste. Los motivos por los cuales Viviana Canosa mutó reproduciendo el modelo “muerdo la mano del que me da de comer” que Rial había implementado años antes con Avilés, por arriba, tuvieron el mismo factor determinante: discrepancias entre ciertos contenidos de ciertas notas que salieron al aire en su momento. En el caso de Rial con Avilés, fue una nota que le hizo el propio Rial enviado (a la fuerza, parece) por Avilés al (hoy muerto) hermano de Susana Giménez que por entonces vivía (otro decir) en un neuropsiquiátrico (público). Canosa, dice ella en su versión, se vio violentada en su moral cuando Rial, supuestamente, le “montó una cama” con cámaras ocultas al primer ganador del Gran Hermano, Marcelo Corazza, para demostrar que, no sólo éste era gay sino que también andaba con menores de edad. A pesar que la moral, siendo parte o siendo espectador, no viene al caso en la televisión, Viviana Canosa, entonces, decidió alejarse. Lo que no le dijo a Rial en su momento fue lo que corría por debajo, en off, y que desató la furia incontenible del conductor: desde hacía meses tenía firmado un contrato con Daniel Hadad (por entonces dueño de Canal 9) para un programa similar en el que la colorada sería la conductora estrella. Y, más o menos, así fue. Pero dicen que Hadad (más rápido que Majul, Chiche, Rial y Ventura juntos) quiso, con Canosa, reinventar el mito Susana Giménez. Pero no le salió y, por alguna cuestión, Los profesionales de siempre duró sólo un año. Arreglos mediante, destinos comparados, informaciones cruzadas y solapadas astucias, en 2006, reapareció Viviana Canosa en la pantalla del 9 hasta fines del año pasado dándole batalla a Rial, y pregonando siempre una distancia casi conceptual del hecho de ser, por decirlo de algún modo, chimentero.

La intocable

En 2007, mientras Jorge Rial había mutado y en paralelo conducía Intrusos en el espectáculo por América TV y Gran Hermano por Telefé, Canosa se subió al helicóptero de Hadad y sobrevoló la casa de Gran Hermano, en un golpe de efecto que nadie, ni siquiera Rial, se esperaba. Fue la primera vez, mundial casi, que por unos minutos se suspendió la emisión directa de Gran Hermano. Esto posibilitó a Canosa, por decir, un descargo televisivo en el que, de algún modo, actuación mediante, despacharse contra todo el mecanismo televisivo y, habiéndose convencido desde el vivo y directo de la tele, pisar fuerte. “Me levanto a las 5 para ir a la radio y me voy de acá a las 10 de la noche. Todos los días. Y no hago ningún favorcito de ningún tipo, ¿eh? Me rompo bien el culo laburando, cosa que muchos no saben. Yo no consigo revistas llamando, amenazando a la gente, ¿ok? Yo no estoy en un canal porque extorsiono a la gente que me contrata. Yo no. ¿Cuántos pueden decir lo mismo? Muy pocos, ¿ok? Yo no digo que es un experimento nazi y después lo conduzco. Claudio (Villaruel), ¿no te da vergüenza? A Susana Giménez te la hizo mierda durante todo un año y lo tenés en tu pantalla. Asco debería darte. Asco, señores, asco debería darles. Tener en cámara a un tipo que te despedazó a la figura más importante de la televisión. Asco. Pero no importa. Ésta es la televisión”. Le hablaba directamente al por entonces gerente de programación de Telefé, Claudio Villaruel, quien ya años antes se daba de mordidas mutuas con Marcelo Tinelli cuando éste estaba en el canal de las pelotitas. Fue en septiembre de 2007 y, para el final de su descargo, arremetió directamente contra Rial, de quien dice ella que aprendió lo mejor y lo peor. “Yo no tengo sexo con la gente que me contrata. No tengo. Nunca tuve. No sé de qué se trata. ¿Cuántas pueden decir lo mismo? ¿Cuántas? Yo no me llamo ni 30 Lucas, ni 80 Lucas, ni 200 Lucas, ¿ok? Nunca me cagué de hambre, por suerte. Pero me podría haber cagado de hambre porque todos me cerraban las puertas. ¿Y qué? (…) A mi no me importa que mañana me echen. No me importa nada. Todo me chupa un huevo. Si no laburo en la tele, laburaré, no sé, puedo limpiar casas, puedo trabajar en la radio, ¿qué más puedo hacer? Porque mirá que me prohibieron todo durante dos años, todo me prohibieron. ¡Todo! Me cagaron porque el otro los amenazaba. ¡Todo me prohibieron! No me importa un carajo, ¿ok? Tampoco me importás vos (Jorge) Rial. No me importás más. Te perdí el miedo y te perdí el respeto. Al otro Chirola también le perdí el respeto. Porque les tuve miedo durante mucho tiempo, porque eran capaces de cualquier cosa. Guardias en la puerta de mi casa, autos que me perseguían. No les tengo miedo, chicos. ¿Saben qué? Me voy a la concha de la lora a trabajar. No me importa nada. No le tengo miedo a nadie. Tobal, no me molestes”. Lo de Chirola es por Luis Ventura y Tobal (Daniel Tobal) fue su pareja por más de doce años y la produjo televisivamente hasta fines del año pasado, cuando Canosa decidió separarse  sentimentalmente. Y cambiar.

La abarcadora

Si bien, por el humor y sus comentarios que por ahí exceden el mero chimento, siempre tuvo y tiene un plantel de panelistas que están tres escalones más arriba de la media de panelistas de otros programas, la apuesta de Viviana Canosa en marzo de este año había sido “correr” todo lo referido a la divulgación de información personal y derivados de la tele, para hacer un programa donde el formato estuviese enfocado a lo que, dijo  ella, más le interesaba. Como estaba fresco el terremoto de Haití, y aún más fresco el de Chile, Canosa se tomó un avión directo a Haití para enfocar sus primeros  del desastre y en las posibilidades de ayuda. “Ayudar”, eso dijo. Hasta dicen que empezó los trámites de adopción de un nenito haitiano que ella mostró en cámara y del que, dice ella, se enamoró al verlo ahí, dijo, con olor a muerto por todos lados. Así, cambiada ella, Los profesionales de siempre pasó a ser, simplemente, “Viviana Canosa” como queriendo, a su modo, reinventar su propia mutación. Le salió a medias todo esto y de a poco fue virando otra vez al chimento y su lucha por conseguir un, digamos, enroque entre el chimento medio extorsivo de Rial y compañía y las ganas de desenmascarar a más de uno. Más no tiene por ahora.

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