Ya pasó Navidad y se avecina el Año Nuevo. En una sociedad mayoritariamente cristiana como la Argentina –herencia de la conquista española– también son mayoría los que celebraron y celebrarán esta semana. Pero también otras corrientes inmigrantes llegaron al país y en la diversidad sus fiestas distan del arbolito y hasta de considerar que el miércoles comience otro año y que lleve el número 2014. El Ciudadano preguntó a integrantes de la colectividad judía, la libanesa y la Iglesia Metodista cómo vivieron este 24 y cómo vivirán el 31 de diciembre.
Un día más
Sebastián Azerrad es judío ortodoxo y, con su familia integrante de la comunidad, el 24 de diciembre es un día como todos. “Es un día común y corriente, y para fin de año nos reunimos con amigos. Antes, cada 31 de diciembre nos reuníamos con algunos familiares, pero hace un tiempo que ya tomamos otro rumbo. Siempre hay amigos, entre ellos judíos y otros católicos, que aprovechan esta fecha para reunirse y este año no escapará a la costumbre”.
El abogado también comentó entre risas la “poco entretenida” programación televisiva de cada Nochebuena. “Me la paso mirando televisión pero no hay otras películas que no sean sobre la Navidad, así que aunque no la festeje, la miro por tevé”, comentó.
Asimismo, adelantó que se prepara para la celebración de Pascuas y el Año Nuevo Judío. “Esas si serán celebraciones”.
En tanto, el ex titular de la Daia, Rubén Bercovich, accedió también a dialogar con este diario y, más allá de profesar el judaísmo, explicó: “Vivimos integrados a la Argentina, y nos reunimos en familia. Más allá de que este 31 no sea el fin de nuestro año, igual lo celebraremos, porque ya lo pidió el papa Francisco: «Que todas las comunidades, de cualquier concepto religioso, deben estar reunidos porque tenemos un mismo Dios, tenemos que estar hermanados, respetarnos y pedir que sea un año de paz, de amor, y de esperanza». Con ese mensaje creo que todos debemos dejar las diferencias religiosas y buscar un mundo mejor para nuestros jóvenes, para nuestros niños, y sumarse a las celebraciones de los que nos rodean, con respeto y alegría”.
Por su parte, un descendiente de judíos pero declarado ateo es el músico Mendel Geller. Si bien en un rincón de su casa hay una diminuta menorá (el candelabro judío de siete velas), el compositor afirma “celebrar junto a todos”. “Tengo amigos judíos y tengo amigos y familiares católicos, por eso me permito festejar y compartir la celebración de cada uno. Digamos que llevo en la sangre la cultura de la reunión con los seres queridos”, mencionó.
Por otra parte, remarcó que una de las fechas católicas de mayor significado para él es la del Año Nuevo. “Lo celebro porque es un ciclo nuevo de agenda. Para mí es un año comercial, pero indefectiblemente te lleva a hacer balances y proyectar para los próximos meses”. Así como Navidad y Año Nuevo católico, Geller festeja el Año Nuevo Judío y el Día del Perdón. “Inclusive me atrevo a decir que hasta los mismos católicos van perdiendo el verdadero significado de la Navidad, que es celebrar el nacimiento de Jesucristo. Hoy muchos se enloquecen con los regalos y la cantidad de comida que van a preparar y, a veces, con la reunión con ese familiar que no quieren ver en otro momento del año. Yo, por lo menos, elijo festejar, sea mi fiesta o no, pero elijo reunirme con los que quiero”.
Navidad Libanesa
Néstor Hage, presidente de la Sociedad Libanesa de Rosario y presidente de la Unión Cultural Argentina Libanesa (Ucal), explicó: “Dentro del mundo árabe tenemos musulmanes y cristianos. Yo soy cristiano y como si estuviésemos allá, los mayores de la familia van a misa, aunque en Argentina se tergiversó mucho toda la celebración. Hoy en día nos reunimos a una buena cena familiar pero en Líbano se vive con esa percepción del nacimiento de Jesús, todo el mundo va a misa y después se reúnen en familia, con una gran mesa, pero no es una festividad de fuegos artificiales ni festejos desmedidos”, relató.
La Navidad de Hage contó, en esta oportunidad, con el contacto de sus familiares argentinos “y de los de allá, por medio de skype”.
“Es una posibilidad enorme el poder reunir a toda la familia, aunque sea mediante un monitor”, celebró, y adelantó que el 31 se vivirá de la misma manera: “Celebrando como cada argentino, pero sin olvidar nuestros orígenes y el significado de un Año Nuevo que, espero, nos traiga paz, mucha paz”.
El sentido de la misión
El obispo Federico Pagura tuvo una Navidad fuera de la ciudad. Estuvo en la ciudad uruguaya de Colonia visitando un hogar de ancianos. Un espacio con una larga historia en cuanto a la reforma del siglo XVI, una ciudad habitada por los descendientes “de aquellos europeos que, de la mano de San Francisco de Asís intentaron la transformación en su propia Iglesia Católica Apostólica Romana”.
“Estuvimos conociendo y dialogando con gente de ese lugar entre los cuales vivió un pastor de apellido Bertón, que fuera muy amigo de Jorge Bergoglio, nuestro papa Francisco. Fuimos hasta allí para conocer esa realidad, y eso que estoy a punto de cumplir 91 años. Creo que este es el verdadero espíritu de la Navidad. Estamos para inspirarnos y ayudarnos los unos a los otros y comprender que Navidad es Dios con nosotros, mostrándonos su amor e impulsándonos a multiplicar ese amor en la comunidad en la que estamos viviendo”.
Pagura adelantó que habrá otras reuniones religiosas para el 31 y nos subiremos al desafío de enfrentar un nuevo año, en donde la Iglesia ha convocado, por primera vez, a los dirigentes políticos y sociales de todos los ámbitos, para que juntos tiremos para el mismo lado: el del amor, y junto a eso que desaparezcan demonios como la drogadicción y todos los males que castigan a esta sociedad. Espero que cuando llegue el 1º de enero nos fundamos en un abrazo fraternal, no importa qué religión tengamos, y nos unamos en una fuerza de amor y respeto”, concluyó el obispo Pagura.