Por Patricia Dibert
Pasión y traición, los amores secretos de Remedios de Escalada de San Martín, es una novela de Florencia Canale, en la que revela aspectos poco conocidos de la vida de la mujer del Libertador de América, basada en anécdotas y documentos familiares que contaron los entretelones de una contienda privada. Canale es sobrina en sexta generación de Remedios, y ante la percepción de que había muchas cosas no contadas en la vida de su parienta, decidió reunir los relatos familiares e inició una investigación para poder armar la trama de esta novela.
Florencia estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y trabajó como periodista en varios medios; actualmente es editora de la revista Veintitrés. De paso por Rosario para presentar esta novela, dialogó con El Ciudadano.
“Soy sobrina de Remedios en sexta generación, mi parentesco no es con San Martín, sino con los Escalada”, aclara de antemano la periodista.
—¿Hiciste de Remedios bordando la bandera en alguna fiesta escolar?
—No lo hice, pero vi fotos mías de cuando era chiquita vestida con miriñaque y peinetón. No sé si es normal, pero a mí la antigüedad y las cosas que han sucedido hace siglos me dan mucha curiosidad y me atraen.
—¿Cómo fue trabajar sobre una mujer de un par de siglos atrás, intentar conocer su privacidad, el rol de la mujer en la sociedad de ese momento, teniendo en cuenta que además era integrante de tu familia?
—El trabajo para el libro fue deslumbrante y apabullante. Investigar es una tarea que me toma por completo, es lo que más me gusta en esta vida, ir detrás del dato, de la historia y de la anécdota, casi como una detective. Y el tema de que fuese una integrante de mi familia no me frenó ni mucho menos, porque es familia, pero tan lejana y distante que no es como contar la historia de un familiar próximo.
—¿Existía un relato familiar que pasó de generación en generación?
—Sí. Por supuesto que me enteré del parentesco desde muy chica, pero no le dí importancia en ese momento. Fue después, cuando fui al colegio. Ahí una se da cuenta que estábamos hablando de la mujer de San Martín. Remedios de Escalada no era una tía más, pero era como un chiste más en las reuniones familiares, en las que se mencionaba a “la pariente y el tío Pepe”, siempre se los llamó de esa manera. Y pasó el tiempo y un buen día decidí contar lo no contado, porque la historia de Remedios nunca se conoció, sólo transversalmente por ser la mujer de José de San Martín, la abnegada esposa del general, y esa mirada me parecía muy corta, porque había más para contar sobre ella, sobre su época, sobre el tratamiento del lugar de la mujer en la Independencia de la Patria.
—En el libro das cuenta de ciertos privilegios que tenía Remedios, que, por el contrario, no eran comunes a todas las mujeres de la época.
—La costumbre de la época era que los padres arreglaran el matrimonio de sus hijos, y Remedios estaba signada para casarse con un candidato familiar de la clase social alta de Buenos Aires. Ella rompe su destino, gracias a un padre permisivo que la escucha y acepta su pedido, lo que no era normal en esa época. Pero seguramente Antonio Escalada debe haberse arrepentido toda la vida de esa decisión; ellos tenían diagramada otra vida para su amada hija. Y San Martín no era bienvenido en la familia, sobre todo por la madre de Remedios, que lo consideraba un plebeyo militar, un advenedizo. Y haciendo psicología barata, creo que también Remedios debe haberse arrepentido de ese matrimonio.
—¿Remedios tenía sólo 14 años al casarse con José de San Martín?
—Sí, pero no era muy extraño que eso sucediera. Remedios tenía 14 y San Martín 34. A las mujeres se las preparaba para el matrimonio desde los 12. Pero la niña Escalada era una chica más frágil que otras, con salud frágil, y que no fue feliz en su matrimonio.
—El proyecto de vida compartida por la pareja se vio interrumpido porque a las pocas semanas del casamiento San Martín parte en su primera misión.
—Ellos se casan en septiembre y en enero José parte a San Lorenzo. Ella llega a imaginarse viuda porque le llega esa noticia, y cuando él vuelve todos creen ver un fantasma, pero Remedios se pone muy feliz de verlo, porque ella –como todas las mujeres en algún punto–, idealizaba el matrimonio y lo que debía ser esa nueva vida, que lamentablemente no fue como ella esperaba. Porque San Martín agarró sus cosas y se fue a la guerra, pero era normal en la vida de un militar de la época.
—El libro menciona relaciones amorosas de ella con subalternos de su marido, lo que provoca que San Martín la aleje de Mendoza y la mande a Buenos Aires.
—Exacto, hay que imaginarse que de los años que estuvieron casados, ella lo vio muy poco, y la verdadera pasión de San Martín era la causa de la Patria, no era su mujer ni ninguna otra. Remedios se quedaba sola durante meses, y se sentía abandonada en el verdadero sentido de la palabra, a lo que se agregaba el hecho de que su marido no era demasiado gentil con ella. San Martín estaba en otras ocupaciones que no eran las familiares o de pareja, y no estoy juzgando a este hombre, que además era una persona brillante, iluminada, deslumbrante y atractiva. A partir de esta investigación yo me quedé muy cautivada con su personalidad, y creo que es la figura más importante de la historia argentina. Pero mientras el marido dedicaba su vida a la causa, su mujer se sentía muy sola, y también se da una situación de venganza, porque su madre se encargaba de contarle las habladurías sobre los romances de San Martín con otras mujeres que se producían en sus campañas.
—¿Remedios amaba a San Martín?
—Yo creo que ella lo amó mucho, pero además era muy jovencita y él era mucho más grande, con una vida vivida, un militar preparado y cautivante, él cantaba bien, bailaba, era misterioso. ¡Y qué mujer no se hubiese enamorado de este hombre a los 14 años!
—En el libro San Martín baila minués, toca la guitarra y canta, ¿Podemos decir que es un San Martín diferente del que conocemos?
—Según los relatos era muy seductor; tenía esa cosa silenciosa de un hombre galante, aunque como marido no estaba presente. Pero era muy distinto a (Bernardo) Monteagudo, que era el gran seductor expuesto y mujeriego.
—A quien se menciona como amante de Remedios de Escalada…
—Monteagudo es otra gran personalidad de nuestra historia, que fue un abogado brillante y un hombre de praxis. A él le decían “el incendiario” porque era de armas tomar en todos los sentidos, entre ellos también por su relación con las mujeres; un morocho que deslumbraba a las señoras. Y Remedios tuvo momentos de flaqueza con Monteagudo, que era además cercano a su marido. Pero en esa época las confraternidades iban y venían dependiendo del momento, y cuando Carlos de Alvear rompe su amistad y protección hacia San Martín, se convierte en su acérrimo enemigo. Entonces Monteagudo se alinea con Alvear y en esa confrontación tiene un romance con Remedios. Cuando me comentaron en la familia el affaire entre ellos, yo me opuse a la idea y me preguntaba cómo se llega a traicionar de esa manera al amigo, pero las tías afirmaron y confirmaron la relación de nuestra pariente, y me puse a averiguar más. Por supuesto que dejo en claro que no tengo un papel firmado por Remedios donde declare que fue amante de Bernardo. Sus cartas fueron quemadas por su yerno (el marido de Merceditas), y ya no se pueden encontrar nuevos datos. El libro se basa en lo que yo escuché en mi familia, y dejo en claro que es una novela histórica. Como he tenido algunos comentarios de fosilizados de la historia, dejo en claro que no es un manual de historia, es una novela histórica que tiene mi mano y mis adornos, donde no cuento batallas y tratados. Si bien la novela tiene rigor histórico y se basa en investigaciones que efectuamos con el historiador Diego Arguindegui, cuento en el libro una historia de amor de una mujer en especial, sin exageraciones ni inventos; pero es una novela.