La nueva serie El mundo de Mateo, producida por Cablevisión Flow que se estrena este martes, a las 22, por la plataforma del cableoperador y por la TV Pública Argentina, se adentra en la vida en un colegio de un pueblo bonaerense ficticio para abordar el bullying, la desatención de las autoridades y el abandono familiar.
Mateo (Renato Quattordio) es un adolescente con serios problemas de adaptación y de conducta y que sufre de desmayos y olvidos desde que su madre lo abandonó unos años atrás.
A pesar de estos problemas y del apuro del director del colegio (Federico D’Elía) por expulsarlo, Mateo cuenta con el apoyo de una asistente escolar (Martina Guzmán) que se preocupa tanto por el rendimiento del alumno como por su mundo interior y las penurias que lo aquejan.
La desaparición de un compañero, que se había peleado a los golpes con el protagonista, abre las puertas a un policial que pone en escena a un preocupado comisario (Luciano Cáceres) y el desinterés de las autoridades escolares.
Además pinta la encrucijada que el padre de Mateo (Fernán Mirás) vivirá al tener que decidir entre acatar los hechos o velar por su hijo.
«Desde hace tiempo vengo pensando en un caso donde quizás no exista un culpable. Los crímenes y las formas de investigarlos siempre son lineales, incluso cuando el resultado provenga de una serie de acciones que nada tienen que ver con un acto delictivo», dijo Mariano Hueter, director de la serie, a Télam.
«Al mismo tiempo –explicó–, y por mi cercanía con la edad, siempre me interesa retratar la adolescencia como etapa; la angustia que se vive en esos años y la importancia que le damos a cosas a las que los adultos siquiera le prestan atención».
—¿Qué encuentra de atractivo en el mundo escolar para contar? ¿O simplemente es una excusa?
—Siempre me pareció algo terrible y maravilloso al mismo tiempo. Por un lado las jerarquías y los roles, a veces importantes pero muchas veces ridículas. Por otro lado la mezcla de personajes, personalidades e historias. Creo que todos recordamos y hemos vivido momentos trascendentales en la escuela.
—¿Creés que se puede aplicar la máxima de «pueblo chico, infierno grande»? ¿Por qué?
—Creo que cuanto más chica es una sociedad o comunidad, más grandes son las prejuicios, los secretos, las mentiras. Es algo que sucede siempre, en los barrios cerrados, en el ceno de las familias, en los grupos reducidos. Los pueblos no son la excepción, todos creen que se conocen y eso no siempre es bueno. El infierno en este caso es uno complicado y de verdades que se involucran con temas complejos.
—Un gran elenco, un gran despliegue de escena… ¿se podría haber realizado sin Flow?
—Yo creo que sí. Estoy convencido de que los buenos proyectos, mezclados con trabajo y esfuerzo siempre encuentran el camino indicado. Hemos hecho y estamos haciendo otras series con otros esquemas de producción, pero tengo que admitir que nos gusta mucho la participación y la forma de trabajar que tiene Flow dentro del proyecto. Primero porque es de una libertad absoluta y segundo porque confían mucho en mí como director.
—¿Y sin la TV Pública? ¿Qué rol ocupó?
—La TV Pública es un hermoso canal para emitir contenido de este tipo. Es un espacio que llega a todos los rincones del país y donde se puede contar con un buen día y horario de estreno. La serie contó con apoyo del Incaa y nos acercamos a la TvPublica para completar el sistema de exhibición con una buena pantalla de aire.