Juan Barreiro tiene 19 años. Su vida pende de un respirador artificial el hospital Cullen de la ciudad de Santa Fe. La noche del 7 de noviembre, junto con su amigo Matías, llegó a barrio Norte, una zona humilde de la localidad de Barrancas, para comprar marihuana, según contó después su compañero. En ese momento, las 2 de la madrugada, la pelea territorial por la venta de droga le mostró su peor cara. Dos tiratiros llegaron a la tapera donde funcionaba un quiosco de venta de cannabis prensado –la forma degradada que adoptan las flores de la planta para facilitar el transporte–, y con armas calibre 9 y 11.25 milímetros rociaron con balas todo a su paso. Dos hombres de Carcarañá murieron en el acto; Juan recibió cinco tiros, uno de ellos en la cabeza, y desde entonces se encuentra en terapia intensiva y con pronóstico incierto.
La trágica situación en que Juan se encuentra inmerso es consecuencia de la actual y disparatada legislación de drogas, que empuja a los consumidores a recurrir a los cada vez más peligrosos circuitos de comercialización ante el riesgo y el estigma del autocultivo en casa o la venta legal. No ocurrió en los suburbios de una metrópoli con alto índice de homicidios y bandas narcocriminales en pugna. Barrancas, a 78 kilómetros de Rosario, tiene 6 mil habitantes y desde la semana pasada no sale del estupor que provocó un doble crimen síntoma del grado de penetración de las economías delictivas que, con una frecuencia que estremece (cuando no se naturaliza), utilizan el lenguaje de la violencia letal y la cooptación de jóvenes vulnerables para arraigarse en los territorios. En el tugurio donde balearon a Juan y murieron Damián Ferrer y Germán «Alemán» Godoy la Policía encontró apenas medio kilo de marihuana prensada y unas ochenta piedritas embolsadas.
Hace una semana Juan tiene un sensor de presión intracraneal y un respirador artificial y espera un indicio de evolución en su salud destrozada por balas cargadas de injusticia y complicidades. “Le realizaron un tomografía este viernes y no hubo ningún tipo de cambios en su conducta”, dijo un médico del hospital. En las redes sociales, sus familiares y amigos se aferran a cadenas de oración y rezos virtuales para que el chico logre salir adelante.