Analía Leishner es la mamá de Ambar Gómez y además empleada de la Municipalidad de Rosario. En estos momentos está viviendo una situación desesperante que pone a prueba día a día su templanza y sus fuerzas. Un embarazo complicado hizo que Ambar terminara naciendo prematura, a los seis meses de gestación, en el Hospital Italiano de Capital Federal con algunos problemas respiratorios y de deglución.
Una vez que le dieron de alta, en diciembre, tuvo que continuar con un tratamiento de manera domiciliaria en Buenos Aires. Desde ese momento, por diversos problemas burocráticos, su obra social, Iapos, dejó de pagarle al servicio de enfermería que se le venía brindando a la nena –que en la actualidad tiene un año– por lo que ahora no tiene la atención profesional diaria y necesaria.
La obra social también le debe meses de alquiler al dueño del departamento donde están alojadas y ayer, por la misma razón, fueron a retirarle los elementos médicos que la ayudan para su recuperación. Y su reacción como madre fue no atender los reiterados llamados al portero eléctrico, por lo que por el momento se vio obligada a permanecer en un virtual estado de atrincheramiento.
Desbordada
“La situación realmente me desborda, estamos solas peleando esta situación”, cuenta Ana desde el otro lado de la línea. Acompañada sólo por su madre, su marido viaja todas las semanas desde Rosario ya que así se lo permiten sus obligaciones laborales.
“Yo soy de Rosario y tuvimos que venir acá porque estaba cursando un embarazo de riesgo. Ambar tiene una cánula y un botón gástrico para poder comer. La obra social se encargó de alquilarnos un departamento y ahora le están debiendo cuatro meses al dueño, quien gracias a Dios me dijo que no nos va a dejar en la calle porque conoce nuestra situación”, relata.
Analía es empleada de la Secretaría de Promoción Social y agrega que Iapos está teniendo una deuda cercana a los 400 mil pesos con la empresa de atención domiciliaria por lo que ya les cortaron el servicio dejándola sin las prestaciones de enfermería y de kinesiología respiratoria. “Más tarde vinieron los que nos alquilan el oxígeno, el saturómetro y el aspirador eléctrico, tocaron el portero y no los atendí, porque antes que todo está mi hija”, explica.
Ambar tiene un trastorno en la deglución. Le cuesta tragar los alimentos y los líquidos porque estuvo mucho tiempo intubada. Nació el 26 de junio del año pasado y desde ese momento viene llevando adelante, valiente y con toda la esperanza, la que ya se ha convertido en una prolongada lucha.
“Todos los problemas comenzaron cuando nos fuimos del hospital. Iapos fue pagando muy poco a quienes nos prestaban los distintos servicios y desde hace dos meses que me vienen diciendo que me quede tranquila, que no me van a cortar los servicios ni los insumos y está ocurriendo todo lo contrario”, subraya.
Sin respuesta
La mujer se cansó de llamar a todos los estamentos posibles, insistentemente, sin obtener una respuesta. “Pasé por la delegación que tiene Iapos en Capital Federal y nunca pude explicarle la situación al director porque nunca me atendió. Además, para colmo ahora el Tribunal de Cuentas está de feria por lo que se dificulta liberar los pagos. Llamé a la Superintendencia de Servicios de Salud y me dijeron que no me podían ayudar porque no regulan Iapos. Llamé al Ministerio de Salud y quedaron en llamar. Estoy realmente desesperada”, aclara sin ocultar su angustia.
Sin enfermeros ni asistentes profesionales, es la propia Analía la que se encarga de los cuidados de su hija. El paso del tiempo y la observación le fue enseñando cómo hacerlo de manera básica. “Ella no necesita del oxígeno durante todo el día, más que nada en algunos momentos de la noche. La gorda tiene un cuadro que con el correr del tiempo puede ir revirtiéndose, es una cuestión madurativa. Es inexplicable por lo que estamos pasando, las trabas de la burocracia estando de por medio la salud y la vida de una criatura”, concluye.