Pau Turina / Especial para El Ciudadano
Más de cuarenta mujeres y disidencias participaron de la presentación de Palabra Colectiva, un grupo de escritorxs, editorxs y correctorxs que se nuclearon para llevar adelante actividades desde una perspectiva feminista en el campo literario rosarino. “Somos mujeres cis, lesbianas, bisexuales, trans, travestis y no binaries, unides no sólo por el trabajo con la palabra sino por el compromiso para prevenir y desterrar la violencia machista”, señalaron.
Gestos ineludibles
En su manifiesto el grupo expresa que entre sus objetivos están los de realizar actividades de visibilización, concientización y discusión desde una mirada inclusiva; encontrarse, conocerse y leerse; identificar y generar espacios en la ciudad y la región afines a su propuesta; repudiar toda exclusión, ninguneo, abuso y/o violencia contra las compañeras y compañeres; relacionarse con organizaciones de mujeres y grupos Lgtbiq para intercambiar experiencias, formación, saberes que puedan decantar en acciones conjuntas públicas o privadas, así como también establecer vínculos con otras agrupaciones literarias y feministas del país. Ayudarse, contenerse, acompañarse, pensarse, actuar en consecuencia son para este grupo palabras clave, pero sobre todo gestos necesarios e ineludibles. Además, en la presentación se hizo hincapié en que la propuesta funcione como un espacio en construcción y abierto donde se puedan llevar inquietudes y propuestas para generar actividades puntuales y concretas. “La idea es trabajar en red y buscar espacios para encontrar respuestas reales. Incluso trabajar con otras organizaciones y seguir conectadas”, mencionaron.
Caso Fardin, un disparador
Con un formato íntimo, las mujeres y disidencias se sentaron en ronda, compartieron mates y realizaron lecturas de distintos poemas de Al fonsina Storni, figura inspiradora para todas. “Hombre pequeñito”, “Tu me quieres blanca”, “Yo en el fondo del mar”, “Tentación”, “Un sol”, “Bien pudiera ser”, fueron algunas de las poesías que se leyeron. Como integrante de Palabra Colectiva, Marcela Alemandi contó que el caso de la denuncia de la actriz Thelma Fardin fue un disparador para que este grupo de mujeres y disidencias decidieran comenzar a reunirse. “Me parece que no es que era un tema que estuviera en absoluto silencio antes de lo de Thelma, pero creo que no sólo sirvió para visibilizar el tema sino sobre todo para mostrar la organización. Organizarse de manera colectiva y estar nucleadas en relación a nuestro trabajo, que en nuestro caso, es la palabra. Y también pensar en relación a la especificidad del campo, como por ejemplo las actrices, que como colectivo se ocuparon de acompañar en el proceso la denuncia de Thelma. Por otro lado, en Rosario hay ciertos lugares del campo cultural que están o han estado históricamente ocupados por varones, y tiene que ver con la visibilidad, con ocupar los lugares, y también con la palabra autorizada”, expresó.
En este sentido, se agregó: “Hay que pensar en la trampa de la meritocracia, no es que se leían menos (a las) mujeres porque eran menos capaces, menos idóneas, menos creativas que los varones. Hay un canon y un orden establecido y venimos a romper con eso, con un trabajo de hormiga que creemos va a tener impacto. Ahora nos escuchamos entre todas, sentimos que tenemos una voz legitimada, además de darnos cuenta que naturalizábamos ciertas cuestiones”.
La potencia del colectivo
Reforzando esta idea, Rosana Guardalá comentó que para este colectivo es importante habilitar la palabra, que significa habilitar desde dónde decir. “La idea del colectivo tiene que ver con eso, no con un decir individual, sino habilitar un lugar colectivo desde donde decirnos, desde donde podemos enunciar, la potencia está ahí”, señaló. “Conformamos esta colectiva para defender nuestro derecho a participar en la escena pública, nuestro arte, nuestros oficios; para cuestionar las condiciones en las que ejercemos estas prácticas y hacerlo desde la sororidad, la empatía, la solidaridad. Estas aspiraciones se funden con las luchas que otras mujeres e identidades sexuales vienen dando históricamente. Entendemos que revertir la desigualdad impuesta por el patriarcado es una tarea que debe darse en conjunto, más allá de las individualidades, y desde todos los frentes. Nos entusiasma asumir ese desafío”, aseguraron.
Trazar un camino
Andrea Lipari participó durante mucho tiempo del taller de Alma Maritano y participó además en el armado de la editorial Río Ancho Ediciones. Lo que la motivó a acercarse fueron sus ganas de que, como grupo, se puedan generar acciones concretas, no meramente enunciativas, ya que para ella encontrarse con otras es una forma de comprometerse desde otro lugar. Finalmente, les participantes aseguraron que el desafío es trazar un camino que haga historia ya que es la primera experiencia de un colectivo de estas características en la ciudad y la posibilidad de pensarse como trabajadoras de la literatura y del ámbito del libro. La primera asamblea tuvo lugar ayer en el Centro Cultural La Toma (Tucumán 1349), en la que luego de debatir distintas propuestas se decidió llevar a la práctica algunas de las primeras actividades que se llevarán a cabo como colectivo.