Por Lisa Cargnelutti/Télam
En vísperas del Día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujer, que se celebra el 23 de septiembre, la subsecretaria nacional de Políticas de Igualdad, la rosarina Pilar Escalante, afirmó que «la paridad es una herramienta importante para una democracia donde los gobiernos y los tres poderes se parezcan a su pueblo y reflejen la diversidad».
En diálogo con Télam, Escalante, quien integra el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, habla sobre los derechos de las mujeres, ante la próxima conmemoración del aniversario de la Ley del voto femenino, promulgada en 1947, durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón.
—¿Cuáles son los derechos políticos más importantes que las mujeres conquistaron en los últimos años y cuáles faltan?
—Cuando hablamos de derechos políticos, lo primero que nos viene a la mente es la participación en instancias electorales. En ese sentido, la ley de Paridad Nacional es una muestra clara tanto de lo que hemos avanzado como de lo que nos falta: en Argentina todavía hay nueve provincias donde no hay ley de Paridad. La paridad es una herramienta importante para una democracia donde, efectivamente, los gobiernos y los tres poderes se parezcan a su pueblo y reflejen la diversidad de géneros, de territorios y de realidades. En los últimos años vimos el protagonismo de las mujeres y disidencias en muchos ámbitos de nuestra vida. La participación política en definitiva es eso: ser parte de las decisiones que se toman y que nos afectan a todos y a todas.
— Para lograr la representación de la diversidad en los espacios políticos son importantes las leyes, pero ¿qué más hace falta?
—Las leyes son herramientas de reconocimiento de derecho, siempre que hay una normativa se avanza en la participación de mujeres, lesbianas, travestis y trans. Pero esta participación se da dentro de una estructura social, económica y cultural patriarcal, donde se pueden identificar muchas barreras para la efectiva participación. Por ejemplo, si pensamos en las formas de la política actual, con decisiones que se toman en reuniones que se hacen entrada la noche, tanto en las organizaciones sociales, las cámaras o la administración pública, ¿quiénes tenemos tiempo y disponibilidad de participar? Una mujer con hijos a cargo tiene que hacer un esfuerzo triple por estar en esos espacios. Las tareas de cuidado, que tienen que ver con garantizar la vida, la comida, la limpieza de una casa o de un espacio barrial, están fuertemente depositadas sobre nosotras de manera muy injusta.
—Además de la dificultad por la sobrecarga de tareas de cuidado, ¿hay otras barreras para la plena participación?
—Como nos sucede en cada ámbito de la vida, se nos cuestiona más que a los varones. Además, en la política hay algo para preguntarnos: ¿Qué valoramos como positivo en una forma de hacer política? Si lo valioso es, por ejemplo, cierto tono de voz y una actitud física que responde a patrones masculinizados. En una reunión, para que nuestra voz se escuche necesitamos decir una, dos, tres veces. No partimos de condiciones igualitarias. A los varones desde pequeños se les enseña a hablar en público, se valora su opinión. Eso va generando una predisposición al hacer público. Las mujeres hemos estado históricamente relegadas a los espacios privados y cuando ocupamos lugares públicos se nos piden muchas más credenciales. Se nos cuestiona no por nuestras ideas si no por cómo nos vestimos, por nuestra vida privada. Eso tiene que ver con la violencia de género política, aquella que va en contra de la participación política de mujeres y personas LGTBIQ+. Muchas veces no hay una prohibición de ingresar a ciertos espacios, pero estar en ellos implica habitar territorios hostiles.
—Se conmemora la semana próxima el Día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujer, ¿Qué reflexión hace sobre esa fecha?
—Es importante poner en valor la construcción de participación política femenina y feminista que tiene nuestro país. Llevamos 35 años de encuentros nacionales -ahora plurinacionales- de mujeres, lesbianas, travestis y trans. Allí, miles y miles de nosotras, en una experiencia política enorme, nos encontramos año a año a discutir temáticas de lo más amplias: políticas, económicas, culturales. Eso es un ejercicio de ciudadanía. El movimiento de mujeres argentino es también desde donde muchas veces hemos avanzado en la construcción de las normas y los derechos.
—¿Qué nos dicen las estadísticas respecto a los derechos políticos de las mujeres en Argentina?
—Si comparamos períodos, hoy estamos con un Gobierno nacional y un gabinete que aumentó enormemente la participación femenina. Hemos pasado de un 10 por ciento de ministras en la administración anterior a un 25 por ciento actual. Si tomamos en cuenta cargos más bajos, como secretarías y subsecretarías, tenemos un 37 por ciento de mujeres en la estructura organizativa. Tenemos mucho por recorrer, pero esto muestra una decisión del Gobierno de avanzar hacia la paridad.
—¿Qué acciones se llevan a cabo desde el Ministerio para favorecer el acceso de las mujeres a sus derechos políticos?
—Hace unas semanas, con el Ministerio del Interior, hicimos una primera reunión con todos los partidos políticos nacionales para trabajar una agenda de conjunto que tenga que ver con violencia política y paridad como dos cuestiones centrales para garantizar una democracia paritaria. Tenemos que trabajar con los distintos actores para que las políticas públicas pensadas sean efectivas, y los partidos políticos son una entidad central en la democracia. Ahí tenemos una línea de trabajo abierta. Esta semana, con el Instituto Nacional de la Juventud, lanzamos la inscripción a una formación on-line para jóvenes mujeres y LGTB de formación en participación política con perspectiva de género. Estas son formas de fomentar y apoyar los avances en la participación política, para que cada vez nuestra democracia sea más democrática.