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La patria no se vende, nuestra cuenca lechera tampoco

Hace ya varios años que el objetivo de los grandes jugadores de la industria lechera mundial es quedarse con Sancor, la que fuera la cooperativa tambera más grande de nuestro país

Por Facundo Retamoza (miembro del Foro por la recuperación del Paraná Santa Fe y Encuentro Federal por la Soberanía)

Hace ya varios años que el objetivo de los grandes jugadores de la industria lechera mundial es quedarse con Sancor, la que fuera la cooperativa tambera más grande de nuestro país. Pese a que avanzaron en su desguace comprando varias de sus plantas, el corazón de la empresa, ubicado en la ciudad de Sunchales, aún resiste con sus trabajadores como trinchera frente a gobiernos que, en vez de defenderla y proyectarla como empresa estratégica nacional, buscan entregarla al mejor postor.

Sostiene el cuerpo de delegados de la cooperativa:

«Las unidades industriales están devastadas y el panorama es desolador, se están llevando todo y las instalaciones se encuentran en un estado de abandono total.

SanCor viene tercerizando unidades de negocio, desguazando su actividad productiva y produciendo de esta manera un vaciamiento de la empresa. Esta despreciable estrategia, no cierra sin despidos masivos y sin violentar todos nuestros derechos laborales. No vamos a permitir que 1.400 familias queden en la calle. Buscaremos y encontraremos la forma legal para continuar con nuestra querida fuente de trabajo, al margen de estos delincuentes».

Argentina, que ostentaba ser uno de los países con menor concentración de la industria láctea en el mundo y una pujante cantidad de PYMES de carácter nacional,  hoy muestra señales claras de un cambio de tendencia al calor de un Estado que se ha corrido de su rol estratégico en la planificación  y orientación de la política productiva nacional. Una actitud deliberada de quienes han detentado el gobierno en estos últimos años que propiciaron, o aceptaron de hecho, la penetración de capitales extranjeros como alternativa a la ausencia del crédito y de políticas que direccionen las rentas extraordinarias aportadas por el complejo agroexportador hacia la industria.

Una actitud que regala empresas nacionales estratégicas a países que nos imponen qué se produce, cómo y para qué objetivos. Una decisión que implica no tener en cuenta las necesidades de nuestro pueblo y del mercado interno frente a un mundo que, en el marco de la guerra y la disputa por los recursos claves, hace todo lo contrario. Desnacionalización que al final de la cuenta genera fuga de divisas a las casas matrices de estas empresas y menor tasa de reinversión.

En Santa Fe hay 99 empresas lácteas de las 670 que existen en el país, tan solo 12 de ellas explican casi el 35% de la leche que se procesa a nivel nacional.

6 concentran el 26% de esa producción, todas en manos extranjeras

El derrotero de empresas emblemáticas de nuestro país y nuestra provincia como Ilolay, Milkaut  y La Paulina, hoy en manos extranjeras, sumadas al desguace de Sancor, son la muestra clara de un Estado que ha permitido que nuestra cuenca lechera se convierta en una paradoja del presente: mientras monopolios de países como Francia, Canadá o EEUU se reparten a precios viles lo que costó decenas de años construir, nuestros gurises hacen colas en los merenderos comunitarios para recibir un vaso de leche.

En Rafaela se procesan 5.176.107 millones de litros de leche por día pero más de 8.500 personas, en una ciudad con 100.000 habitantes, dependen de un comedor comunitario para consumirla.

La política de Milei: liquidar el mercado interno y la industria nacional

Frente a la concentración y extranjerización de la industria lechera, la política económica propuesta por el gobierno de Milei lleva al precipicio a cientos de Pymes generadoras de miles de puestos de trabajo, destruye el mercado interno  y quita la posibilidad de acceder a los lácteos a millones de argentinos. No es un fenómeno nuevo, pero claramente las medidas del ejecutivo apuntan a terminar de liquidar un sector estratégico para nuestro país con una riquísima historia de coopertaivismo.

Informe OCLA (Observatorio de la Cadena Láctea Argentina)

“En función al nuevo escenario en la política económica, con libertad de precios en el mercado interno y sin derechos de exportación y tipo de cambio competitivo en el externo, se modificará significativamente la estructura del destino comercial de la leche (de un 80% mercado interno, 20% exportación a un 65/35 respectivamente). Los mayores poderes de compra de la leche por parte de la industria al productor se incrementan para el destino externo y la traslación al mercado interno de esos precios, mas la fuerte inflación generalizada  y el deterioro del poder adquisitivo de la población, abren un gran interrogante respecto al comportamiento del consumo interno, sobre todo la convalidación de las importantes subas de precio.”

Los datos son alarmantes y se expresan a lo largo y a lo ancho de nuestro país. De las 670 industrias las primeras 25 concentran casi el 63 % de la producción, una tendencia que claramente se acentúa hacia delante con las medidas económicas anunciadas por el gobierno y que pone en juego más de 39.000 puestos de trabajo y cientos de economías regionales.

Recuperar Sancor para un nuevo proyecto productivo

La gran mayoría de las 670 empresas lecheras de nuestro país poseen una larga y rica historia detrás. En primer lugar de esos miles de obreros rurales e industriales del interior que les dan vida y que dejan la suya propia para hacer de nuestra región la cuenca lechera más importante de Sudamérica. Pero también están las historias familiares de esos emprendedores que apuestan al mercado interno y que avizoran, crisis tras crisis, la inexorable desaparición de años de sacrificio a manos de los grandes pulpos.

Sancor llegó a procesar más de 4,5 millones de litros  de leche por día liderando el sector con cientos de tambos asociados y miles de puestos de trabajo directo e indirecto. Después de 7 años de intervención nadie sabe qué sucedió con los millones de dólares que entraron cuando desguazaron la empresa vendiéndola en pedazos (situación que está en la justicia con demandas penales en curso). Pese a todo esto resiste del remate total gracias a sus trabajadores y ocupa el puesto número 12 a nivel nacional.

En la lechería nuestro país aún conserva una estructura industrial PYME muy diversificada que debemos defender frente a un futuro, cada vez más certero, de desaparición. Pero para eso necesitamos otro tipo de Estado que planifique la producción y el desarrollo de las economías regionales como la lechería integrado a un proyecto de país soberano que controle la banca y el crédito, el comercio exterior y por sobre todas las cosas ponga las necesidades de nuestro pueblo como prioridad.

En un mundo en conflicto entre potencias imperialistas que buscan quedarse con alimentos y energía como botín de guerra nuestra industria está en peligro. Pero a la vez se abre una gran oportunidad para pensar otra Argentina.  Sancor es un emblema que debemos recuperar para cambiar el rumbo de este modelo lechero y de esta política económica y volver a regar el interior de nuestra patria con miles de PYMES. La patria no se vende, Sancor se defiende.

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