Marcelo González es consejero del Centro Municipal Distrito Oeste Felipe Moré y presidente de Voluntarios contra el Sida, una asociación civil sin fines de lucro, fundada hace 26 años. Y estas dos actividades, que parecían no estar vinculadas entre sí, se fueron fusionando. De a poco, González fue incorporando al Presupuesto Participativo las distintas actividades que lleva adelante de forma integral con la ONG para generar lazos más fuertes en lo que respecta a la participación ciudadana. Trabajo de campo, poner el cuerpo en el terreno y promover la salud con la prevención, son las pautas a seguir por este consejero de barrio Triángulo.
—¿Cuánto hace que participa como consejero?
—Empecé como vecino de la zona, vivo en barrio Triángulo y me acerqué porque me interesaban varias actividades y en una de las oportunidades participé de reuniones y me propusieron que me presente como consejero del PP. Y así arranqué en el 2007. Hablamos de las problemáticas del barrio, qué es lo que se puede hacer y de a poco ir incorporando al PP para que se ejecuten los proyectos.
—¿Cómo participa la gente?
—Para las votaciones me tocó estar en el barrio Toba, fui con las urnas y la gente votó. La mayoría me reconoce, me identifica y eso me hace sentir bien. La idea es sumar más instituciones y que cada una quede como referente para que se pueda ir multiplicando.
—¿Cómo es el nexo entre el PP y la asociación civil Voluntarios contra el sida?
—La salud es un derecho, hay que mirarla cómo influye en el desarrollo integral del sujeto dentro del contexto histórico, social, político, económico, hay muchas organizaciones que empiezan a vincularse con lazos más fuertes en lo que es la participación del PP.
—¿Qué proyectos cumplieron?
—Desde 2010, en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR, somos la primera organización de Latinoamérica y el Caribe de lucha contra el sida que estamos dando una materia lectiva en la facultad con los alumnos de 4º y 5º año sobre: sexo, género, diversidad, prevención y promoción de la salud. Ésta materia, además de ser opcional, es para abrirles un poco más la cabeza a los futuros médicos, a pesar de que hay muchos cambios, por ejemplo, si viene una chica trans ¿dónde se la interna? ¿con los hombres o con las mujeres? No les queremos cambiar la mentalidad, tienen que abrir la cabeza como un abanico, que reciban la información y después la vayan elaborando.
—¿Cuántos alumnos asisten?
— Estamos hablando de 120 alumnos por cuatrimestre, sobrepasamos el cupo, que era de 80 y este año tienen que presentar un trabajo final como cierre.
—¿Dónde hacen análisis de VIH?
—Estamos haciendo charlas, prevención, consejería y detección de VIH, virus de inmunodeficiencia humana, vamos a las zonas rojas donde hay trabajadores sociales, repartimos folletería, preservativos, salimos con la traffic y los que quieran hacerse el análisis en ese momento, se lo realizamos y a la semana siguiente, se les entrega el resultado. En el caso de que algún resultado dé positivo, lo acompañamos, lo contenemos, hay servicio de psicología. En la primera entrevista lo insertamos en un servicio de salud, sea público o privado. Después la persona decide, si sigue en contacto con nosotros o no.
—¿Qué consejos podría brindar?
—Que la gente tome conciencia, que se cuide y que use preservativo. Que cada uno haga propio este cambio y esta participación. No tener que esperar a tener algo, para empezar a ocuparse de eso, sino que uno puede generar una vida de salud plena y ser responsable y poder dar cuenta de lo que uno hace, ocupar su lugar de ciudadano.
—¿Qué significa ser consejero?
—Es una gran responsabilidad, ver lo que pasa en el barrio y poder solucionarlo. La idea es hablar, proyectarse para el próximo año, ampliarlo y extenderlo hacia otros barrios. Además de movilizar al barrio para que la gente se presente en las elecciones. Que la gente reclame pero que se comprometa. Es un trabajo de hormiga y lo que siempre digo es que toda la información que le damos a una persona, se pueda transmitir a tres más.