Pablo Correa trabajaba en una firma de polarizados en barrio Fisherton. En una tarde de febrero de 2015 una muchacha entró al local como anzuelo. Detrás, dos hombres armados con intenciones de robo que redujeron a todos y se llevaron algunos objetos personales. La víctima, que trabajaba en el local contiguo, recibió un tiro en el pecho y murió. Los investigadores sólo lograron ubicar a la joven; los autores materiales del crimen nunca fueron identificados. Este martes la acusada, Dalma Tamara Lema, de 26 años, fue condenada a 17 años de cárcel por homicidio agravado. El fiscal Ademar Bianchini había pedido prisión perpetua por homicidio criminis causa, pero el tribunal, integrado por Gastón Becerra, Mariano Aliau y Gonzalo López Quintana, declinó aplicar esta figura.
Eran cerca de las 16 del lunes 2 de febrero de 2015 cuando al local de polarizados Black World, ubicado en Eva Perón y México, llegó una veinteañera. En el lugar había varios empleados y un cliente. La joven tocó la puerta y le abrieron. Venía a pedir un presupuesto, enunció, pero detrás de ella ingresaron dos hombres armados y amenazaron a las personas que estaban en el local.
Correa estaba en un salón contiguo semiagachado, trabajando en un auto; uno de los asaltantes lo vio y disparó sin motivos, explicó en su momento una fuente del caso. Los tres salieron del local no sin antes alzarse con una caja de metal, un sobre papel madera, la moto de una de las víctimas y una cadena de oro. Huyeron en la moto de una de las víctimas.
La única acusada en el caso fue siempre Dalma Tamara Lema, detenida el 13 de septiembre de 2015 luego de robar doscientos pesos a un taxista junto con otra mujer que luego fue condenada por el robo. La joven amedrentó a la víctima con un cuchillo de plástico, dice la acusación. Pero dos meses después de caer por este asalto fue imputada por el crimen de Correa. En ese momento se la sindicó como la persona que hizo de anzuelo para entrar al local y habilitar a los ladrones, quienes terminaron baleando a la víctima en el pecho.
Dos tatuajes y el trámite registral de un auto fueron las claves para reconocerla. Un empleado de la firma había comprado un auto y se lo llevaron al corralón. Como no tenía la transferencia hecha, debió llamar a la titular registral para retirarlo y resultó ser Dalma. Luego la reconoció como la persona que había ingresado con los asaltantes.
La muchacha llegó al debate oral, que comenzó hace una semana, con pedido de perpetua por homicidio criminis causa (matar para ocultar otro delito, en este caso el robo), por el fiscal Bianchini, pero el tribunal eligió condenarla por homicidio en ocasión de robo agravado por el uso de arma de fuego en carácter de coautora. La imputada fue representada por la defensora María Luisa Cañavate.