Sergio Molina García
El último diciembre, los países europeos iniciaron las negociaciones para la aprobación de un nuevo plan para la Política Agraria Europea (PAC). El final del proyecto 2014-2020 obliga a la Comisión Europea a trazar una nueva línea para el futuro próximo. Sin embargo, como se ha podido comprobar en las últimas semanas, se tratará de una negociación compleja por diferentes motivos.
En primer lugar, el acuerdo con Mercosur obligará a limitar ciertas producciones agrarias de la UE. En segundo lugar, los aranceles impuestos por Estados Unidos han provocado que Francia y España hayan demandado a la Comisión Europea medidas proteccionistas para productos como las aceitunas, el vino, las frutas y los cítricos. En tercer lugar, la más que probable salida británica (Brexit) condicionará los nuevos presupuestos y la política pesquera. Y, por último, los diferentes intereses nacionales, como ha sucedido tradicionalmente, dividen a los países con un sector agrario importante y aquellos que apenas tienen producciones primarias.
Borrador de la nueva política agraria
En teoría, en 2021 debería entrar en vigor la nueva PAC, pero tras las reuniones comunitarias del mes de diciembre, los representantes europeos dan por hecho de que no será así. El capítulo de los presupuestos es el principal motivo de discusión, mientras que la protección del medio ambiente es el punto en el que se podrán conseguir los acuerdos con mayor celeridad. La ausencia de quórum presupuestario (y también sobre el tipo de ayudas) ha provocado que se hayan fijado como objetivo tener un primer borrador de la nueva política agraria a mediados de 2020. De esta manera, en 2021 no se iniciará el nuevo plan, sino que será un año de transición para poder finalizar las negociaciones. La ausencia de un primer boceto comunitario ha provocado que el único documento de referencia sea el presentado por Finlandia a principios de diciembre. El país escandinavo ha ostentado la presidencia rotatoria de la Comisión Europea en el segundo semestre de 2019. En su proyecto de presupuestos para el periodo 2021-2027, la PAC, al igual que los fondos estructurales, se vería reducida. Esa propuesta, que coincide a grandes rasgos con las líneas que anteriormente había presentado la Comisión Europea, ha recibido la respuesta de algunos países europeos. Pocos días más tarde, los ministros de agricultura de España, Francia y Alemania presentaron un acuerdo sobre la PAC en el que proponían no reducir el presupuesto, aumentar la defensa del medio ambiente y simplificar el sistema de ayudas.
Nueva línea de arquitectura verde
Como se ha comentado anteriormente, pese a la incertidumbre sobre la PAC post 2020, una de las novedades que está asumida es la incorporación de medidas para preservar el medio ambiente. La defensa de los suelos, la menor explotación de los acuíferos y el descenso de uso de productos químicos y de energías fósiles marcará la nueva línea de la “arquitectura verde”. Estas nuevas propuestas, que están relacionadas con el Green Deal y con la COP25 celebrada en Madrid, han provocado un intenso debate en el Parlamento Europeo sobre el acuerdo con el Mercosur. Varios eurodiputados cuestionaron que el acuerdo con la entidad latinoamericana fuera a respetar los acuerdos medioambientales: el problema del Amazonas, el aumento de tránsito de barcos y aviones cargados de mercancía y la producción de carne fueron algunos de los argumentos que mostraron en la cámara de representación europea. Pese a esa discusión parlamentaria, y a las críticas de Emmanuel Macron (presidente francés), las autoridades comunitarias no se han planteado retrasar la puesta en marcha de dicho acuerdo.
En definitiva, 2020 será clave para los agricultores de toda Europa, pues se deberá definir la cantidad de ayudas que recibirán en los próximos años y cómo se accederá a ellas. La PAC 2021-2027 también será muy importante para los países del Mercosur, especialmente para Argentina. Las exportaciones agrarias (soja, carne y otros cereales) dependerán, en parte, de los nuevos reglamentos de la Unión Europea. Pese al proteccionismo comercial que han tratado de imponer desde Estados Unidos o Gran Bretaña, las relaciones comerciales internacionales todavía se caracterizan por la globalidad. Y, Europa, como uno de los principales polos de desarrollo, es capaz de condicionar una parte del mercado agrario latinoamericano.
Seminario de Estudios del franquismo y la transición, España