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La política, en una etapa de bajo rendimiento

La política argentina dio esta semana múltiples señales de que atraviesa por una etapa que podría catalogarse como de bajo rendimiento.

La política argentina dio esta semana múltiples señales de que atraviesa por una etapa que podría catalogarse como de bajo rendimiento, enfrascada en discusiones estériles que no alumbran ideas renovadoras para enfrentar un contexto económico incierto, tanto a nivel mundial como nacional.

Es que, más allá de los cruces públicos entre oficialistas y opositores –que parecen funcionales a unos y otros–, poco o casi nada se escucha de los principales dirigentes en la formulación de propuestas para combatir la inflación o la inseguridad, por citar dos problemas reales que afectan a los argentinos.

Sin diálogo posible, se abre un espacio notorio entre quienes niegan y quienes denuncian, cuyas críticas quedan en el aire salvo que sean tomadas por el gobierno para refutarlas. Esto último sucedió cuando la presidenta Cristina Kirchner enfrentó a los economistas opositores Martín Redrado y Alfonso Prat Gay.

Lo particular de ese debate es que, más allá de reflejar las diferentes concepciones económicas, tanto Redrado como Prat Gay estuvieron vinculados al oficialismo desde la conducción del Banco Central.

El ex “golden boy” llegó a tener una sintonía muy fina con Néstor Kirchner, quien valoraba su obediencia y estuvo a punto de nombrarlo ministro de Economía en tres oportunidades.

La presidenta también enfrentó a Hugo Moyano y habló de los “enfermos de importancia”. El jefe de la CGT Azopardo replicó pidiendo “humildad” a la mandataria. Esas palabras denotaron que no hay retorno para una relación que se rompió. Pero que al principio fue un malestar nutrido por la falta de diálogo.

Por las provincias

Por eso mismo respiraron aliviados unos cuantos intendentes del Gran Buenos Aires cuando el gobernador Daniel Scioli recuperó el diálogo con la presidenta. Los jefes comunales temieron quedar atrapados en una pelea política que seguramente no los dejaría indemnes, en un año signado por las dificultades financieras.

Por cierto que Buenos Aires no es la única provincia con problemas. El gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, reclama una deuda de la Nación por 2.000 millones de pesos.

Aunque su posicionamiento es distinto al de Scioli: llegó en sigilo a la Capital para visitar la Rural y reunirse con Mauricio Macri.

El jefe de Gobierno no tuvo una buena semana, porque debió soportar la afrenta de que las distribuidoras Edesur y Edenor cortaran la energía que ilumina a plazas y monumentos porteños, por falta de pago. Así, la imagen del Obelisco a oscuras ganó la tapa de los diarios y no dejó bien parado a Macri.

El líder del PRO, que sospecha de alguna picardía del gobierno nacional detrás de la acción de las empresas, tiene con De la Sota, pero también con el gobernador santafesino Antonio Bonfatti, una preocupación en común: cómo equilibrar las finanzas de sus distritos frente a una relación compleja con la Nación.

Un dato al pasar: Córdoba, Santa Fe y la Capital seguramente afrontarán las elecciones legislativas del año próximo con un calendario desdoblado de los comicios nacionales. Diferente es el caso de Buenos Aires, aunque hay un sector político que buscaría convencer a Scioli de la necesidad de imitar a esos distritos.

Intervención económica

Como los laboratorios políticos no descansan, en el kirchnerismo tienen una carta para jugar llegado el caso: la baja de la edad necesaria para votar de 18 a 16 años. Las declaraciones del ministro de Educación, Alberto Sileoni, apoyando las tomas de las escuelas secundarias fueron interpretadas en ese sentido.

Mientras tanto, el Gobierno nacional aumenta su injerencia en el sector privado de la economía. La presidenta acaba de delegar en el viceministro Axel Kicillof el control de las acciones que tiene el Estado en 41 empresas, entre ellas las más importantes del país. También lo facultó para fijar precios de combustibles.

La importancia del sector petrolero está a punto de justificar el ingreso de Venezuela al Mercosur, en la cumbre de Brasilia el martes, aún cuando el Congreso de Paraguay nunca lo aprobó. La suspensión de Asunción –tras la destitución de Lugo– permitirá así que Hugo Chávez se siente a la mesa del bloque regional.

En la ocasión la presidenta se verá con su colega uruguayo José Mujica, cuya administración viene poniendo reparos al proceso de licitación para el dragado del canal Martín García. Es probable que los mandatarios terminen posando para una foto exhibiendo amplias sonrisas, pero las sospechas ya fueron deslizadas.

La semana política, con todo, cerró con furibundas críticas al gobierno lanzadas por Luis Biolcati desde el palco central de la Rural. Pero fueron las últimas que hizo como presidente de la entidad, porque será reemplazado próximamente. Los dirigentes de la SRA entendieron que su figura es funcional al gobierno.

Así las cosas, sigue primando la lógica del enfrentamiento, que incluye forzados períodos de tregua para recomponer fuerzas que, sería deseable, alguna vez fueran utilizadas para encarar los problemas de fondo y las nuevas demandas sociales que requiere un país con diez años de economía en crecimiento.

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