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La postverdad es la gran mentira

El doctor en Comunicación Leonardo Murolo analizó el fenómeno propio de las redes sociales y desplegó algunos antídotos en el Foro Internacional de Periodismo Digital que se realizó en la UNR

Victoria Arrabal / UNR

La cantidad de personas que se informa mediante redes sociales virtuales, principalmente Facebook y Twitter, actualiza el problema de la credibilidad de la información que por allí circula. Estas empresas que no producen contenidos dicen procurar políticas para disminuir la información falsa que se viraliza en su interior.

El tema fue abordado por el Doctor en Comunicación Leonardo Murolo durante  el 11 Foro Internacional de Periodismo Digital que se desarrolló el mes pasado en la Universidad Nacional de Rosario. Director del proyecto de investigación “Nuevas pantallas: usos y narrativas de las tecnologías digitales”, en su exposición se refirió a las fake news (noticias falsas) y a la posverdad.

“Las fake news no solamente se posicionan como una narrativa de las redes sociales virtuales similares a otras que buscan entretener o ironizar, sino que se asientan en un régimen de verosimilitud que busca posicionar intereses específicos de determinados sectores de poder ante temas de interés general”, expresa el profesor de la Universidad Nacional de Quilmes y agrega: “En el terreno de los usos, asientan su efectividad en la manera inmediata y efímera de circulación de la comunicación contemporánea”.

Entre ellas distingue tres grupos: aquellas con títulos falsos que luego se desmienten o atenúan en el cuerpo de la misma nota. Estos enlaces pueden provenir de medios reconocidos y tradicionales que apelan generalmente al uso del condicional en sus enunciaciones. Por otro lado están las de títulos falsos con notas falsas. Se trata en general de sitios dedicados a fake news que son desarrolladas dentro de los cánones de los géneros periodísticos, pero con información totalmente errónea. Y por último, las que tienen títulos falsos con notas inexistentes. Se trata de sitios dedicados a fake news solamente en titulares y con páginas vacías. Estos apelan a que los usuarios no abran los enlaces.

El investigador explica que este tipo de noticias encuentra su potencia en ciertas formas de apropiación de la telefonía móvil como la práctica de deslizar (scroll) el cursor para ver la información siguiente. El consumo veloz de información de lo más diversa propone ver desde estados y fotografías hasta enlaces a noticias de las que se lee solamente un título y a lo sumo una bajada. Para acceder a estas notas completas es necesario clickear en el enlace que se abrirá en otra página. “Las audiencias alfabetizadas en la práctica del scrolleo propia de páginas web, Facebook, Twitter e Instagram, no se detienen en la vorágine a abrir cada enlace y se conforman con consumir la miscelánea de información sin profundizar”, resalta.

En este contexto, “las fake news asumen una enorme potencia enunciadas simplemente en una oración acompañada de una imagen tendenciosa que a veces alcanza para dejar huella en los imaginarios sociales.” Finalmente, logran la viralización en la práctica de compartir o retwittear. Pero “la efectividad de estos contenidos no sólo se justifica en la instantaneidad y velocidad de los consumos en las redes, sino también en un imaginario previamente incorporado alrededor de determinados temas, actores y acontecimientos, que en los últimos años se popularizó como “posverdad”, analiza el comunicador.

Murolo afirma que la posverdad pone el foco en debilitar los datos y las evidencias y es una condición previa y elaborada para que las fake news alrededor de determinado tema sean creíbles y reproducidas por las audiencias. En este sentido, una posverdad es una idea, un imaginario, un conjunto de representaciones sociales o sentidos ya incorporados por las audiencias y desde donde son posibles noticias falsas que refieren a esa idea afirmándola o ampliándola.

“La posverdad no solamente es mentira, sino que se construye con noticias de las cuales no importa su falsedad porque operan como reafirmación de aquello que las audiencias previamente han incorporado como verdadero. Puntualmente, opera más en el plano emocional que en el racional, tiene sustento más en los sentimientos construidos previamente que en los hechos contrastables”, sostiene

Pero aclara que tanto la posverdad  como la fake news que la sustenta, deben estar construidas bajo el rigor de la verosimilitud. No de una verdad filosófica, ni de una realidad chequeable, sino de una “posibilidad de ser” que se asienta   en la estructura de los géneros periodísticos y la reiteración mediática.

Alfabetización digital

En cuanto a la posibilidad de compartir información, las propias redes sociales brindan una serie de advertencias tales como dudar con los títulos, mirar con atención la URL, investigar la fuente, detectar si el formato es poco común, prestar atención a las fotos, comprobar las fechas, verificar la evidencia, consultar otros informes periodísticos y preguntarse ¿la noticia es un engaño o una broma? Porque es sabido que la construcción del acontecimiento propone un marco de lectura y datos concretos.

“Los desafíos para el periodismo y las audiencias consisten en repensar los conceptos a la luz de los medios digitales, repensar la práctica como un problema del periodismo así como una educación en medios, una “alfabetización digital”, afirma el comunicador y propone “construir instrumentos de contra-información y  puesta en evidencia de estos mecanismos”.

“Chequeado” es un medio digital que se dedica a la verificación del discurso de políticos, economistas, empresarios, personas públicas, medios de comunicación y contenidos virales de redes sociales y los clasifican de “verdadero” a “falso” según su consistencia con los hechos y datos a los que se refieren. Una de sus secciones denominada “Falso en las redes”, se ocupa de este fenómeno y trata de mejorar la información que circula.

Uno de los temas del año pasado fue el debate parlamentario en torno a la legalización del aborto. Allí no sólo chequearon temas en relación al proyecto (circuló que dicho proyecto legalizaba el aborto hasta el noveno mes y era falso), sino que también chequearon falsos testimonios como el que aseguraba que Quino, el dibujante autor de Mafalda, se había manifestado en contra de la liberalización del aborto, cuando no era cierto.

Como prescripción, aconseja Murolo, solamente queda lo mismo que para los demás medios tradicionales y analógicos: la educación alrededor del consumo de información, la constatación de fuentes y la mirada crítica. “Tenemos información abundante en todo lugar y momento y a la vez la responsabilidad  de chequear esa información y verificarla. Hay que aprender a leer críticamente el medio en pos de una construcción ciudadana de audiencias comprometidas con la información, entendiéndola como un derecho y no como una mercancía.”

Leonardo Murolo es Doctor en Comunicación, director de la Licenciatura en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Quilmes, director del proyecto de investigación “Nuevas pantallas: usos y narrativas de las tecnologías digitales”, autor de artículos académicos y de divulgación en temáticas ligadas a los usos de las tecnologías y las narrativas audiovisuales.

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