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“La práctica odontológica debería ser preventiva”

El odontólogo Nicolás Ortíz disertó en el Programa de Educación Continua sobre costos y administración en el rubro.

La atención de la salud es un servicio que se encarece en todo el mundo. La atención odontológica no es la excepción. En este caso, la carrera para acceder al título universitario de profesional odontólogo, significa, de entrada, para la familia del estudiante, una erogación de dinero que no es habitual en otras carreras universitarias.

El Colegio de Odontólogos de la Provincia de Santa Fe, 2ª Circunscripción, cerró el ciclo del Programa de Educación Continua, con la disertación del Odontólogo Nicolás Ortiz, quien desarrolló el tema: “Costos y administración en odontología”.

El disertante es odontólogo clínico y ejerce en la provincia de Buenos Aires “Me ha convocado el Colegio de Odontólogos de la Provincia de Santa Fe 2ª Circunscripción para que instruya a sus colegiados sobre ‘costos en odontología relacionados con el ejercicio profesional’”, sostiene, mientras hace un análisis sobre el estado de la odontología en nuestro país: “En la actualidad la odontología debería ser sobre todo preventiva y conservadora. Si hablamos de la más alta calidad que se puede esperar de la profesión debería ser aquella que logre mantener en salud a la población y que no requiera prácticas invasivas en la boca. Lamentablemente esta odontología preventiva que requeriría un plan a largo plazo y que respondiera a una política de estado en materia de salud bucodental, no se cumple en forma sistemática. Por eso la odontología responde con tratamientos invasivos a patologías que una oportuna prevención hubiera hecho excepcional”.

— ¿Por qué la odontología es cara?

— Históricamente ha sido muy costosa; no sólo por la carrera que le significa una alta inversión a la familia del estudiante; sino porque los avances de la profesión son cada vez más veloces, lo que obliga al profesional odontólogo a reinvertir permanentemente, cambiando equipamiento, adquiriendo nuevos materiales y nueva tecnología y actualizando sus conocimientos. Contrariamente a lo que ocurría con los odontólogos de los años 60 y 70 que generalmente trabajaban solos. En la actualidad, respetar las normas de bioseguridad y alcanzar un trabajo de alta eficiencia requieren un abordaje en equipo, el que exige contar con personal auxiliar calificado.

— ¿Qué tan importante es la organización del consultorio odontológico?

— Justamente esta idea de trabajar en equipo tiene que ir de la mano con una organización eficiente, desde el momento que se pide un turno para ser atendido, pasando por el ingreso del paciente a las instalaciones, para luego ocupar su sitio en el sillón donde será atendido, todo lo cual requiere una ajustada organización. Debemos agregar que con los años se ha complicado el tema administrativo, el que demanda mayores exigencias para llevar ese orden administrativo global. Antes se llevaban sólo los turnos; hoy, además, se deben cumplir disposiciones administrativas y legales indispensables para una atención centrada en la evidencia y el paciente. Todo lo cual exige contar con un departamento para la atención de todo lo que demandan las empresas de salud, Obras Sociales, prepagas y otras, que cubren, en parte, la atención de sus afiliados. Otro tanto ocurre con las historias clínicas y con las derivaciones a otros especialistas que deben intervenir en el proceso iniciado con el paciente. La odontología es una profesión que requiere cada vez más la colaboración de especialistas de distintas áreas. Toda esa administración para la atención de los pacientes tiene que ser inexorablemente eficiente.

— ¿Qué nos puede decir de los honorarios profesionales?

— Primero habría que definirlo: el honorario profesional es la ganancia neta del odontólogo. El paciente y/o la obras sociales y las prepagas le abonan al odontólogo el arancel por cada práctica realizada. El arancel cobrado cubre el honorario profesional y los costos que las prácticas exigen. Al honorario del odontólogo deberíamos vincularlo al grado de responsabilidad del profesional, de su capacitación y debe estar en función de las inversiones y su actualización profesional. Debería guardar relación con el grado de complejidad de cada práctica. Hoy se resuelven problemas y se hacen estudios impensados hace 15 o 20 años atrás. Hoy los odontólogos ofrecemos cirugías maxilares e implantes que llevan un alto grado de capacitación, inversión en materiales y equipos e instalaciones y organización administrativa acordes.

— ¿Qué debemos entender por calidad de atención en odontología?

— La calidad sería aquella que logra mantener en salud a un paciente en el transcurso de su vida. La odontología restauradora o reconstructiva debería reservarse a casos excepcionales. Entendemos que esa calidad de atención comienza con una ajustada organización que involucra al plan de tratamiento dando lugar a las prioridades; el saber derivar a tiempo, para lo cual hay que contar con un equipo que trabaje interdisciplinariamente. La odontología va incorporando día a día mayor complejidad y sofisticación para brindar no sólo solución sino confort a los pacientes. Por lo cual es difícil que un solo profesional pueda abarcar las necesidades de un paciente.

— ¿Qué incidencia tienen los materiales dentales en el costo total de las diferentes prácticas odontológicas?

— Yo ejerzo la clínica odontológica todos los días y veo que el público en general relaciona los costos de las prácticas odontológicas con que los materiales son muy caros. Y esta creencia es acertada. Los materiales son caros y el 90 por ciento de los insumos que usamos son importados. Lo que pocas veces se hace es discriminar la incidencia de los materiales en cada práctica y en cada caso. Del costo total de una práctica, los materiales dentales representan tan sólo el 25 por ciento; o sea, la cuarta parte del costo total de la práctica. El mayor costo que enfrenta el odontólogo son los llamados costos indirectos que son los costos del funcionamiento de su consultorio: alquiler, pago a los asistentes, sus aportes, renovación de unidades, impuestos, servicios, etc; todo los cual abarca las tres cuartas partes del costo restante del odontólogo.

— ¿Cómo debemos evaluar costos y aranceles en la práctica odontológica?

— Ya vimos los costos indirectos y los directos que responden a los materiales y las prácticas. A los que hay que agregarle el honorario profesional; todo lo cual constituye el arancel. La realidad actual es que el alto costo que tiene la profesión está pobremente cubierto por los aranceles que las obras sociales y los sistemas prepagos instituyen para el pago a los profesionales odontólogos. Por eso es que nosotros insistimos en la alta eficiencia del odontólogo para bajar costos. Con una buena organización y agilidad de trabajo se pueden bajar costos; pero, aun así, los aranceles que pagan los efectores y financiadores de la salud, han quedado desactualizados. De acuerdo a los estudios que llevo hechos, en los últimos doce meses, los costos odontológicos aumentaron el 40 por ciento y las obras sociales y Sistemas prepagos, en el mejor de los casos, incrementaron los aranceles en un 30 por ciento. Como es fácil de ver, en un proceso inflacionario como el que se vive en el país, los aranceles se van retrasando y comprometen la buena práctica odontológica.

“Durante la híper tuve que dolarizar todas las cifras”

“Comencé en medio de la hiperinflación. Recuerdo que en el mes de junio de 1989 la inflación fue del 195 por ciento. Yo había leído sobre hiperinflación, los casos típicos de Alemania y Grecia por los años 20 del siglo pasado. Por lo que comencé a estudiar qué era lo mínimo que se le podía cobrar a la gente. Fui desmenuzando los gastos incluidos en la práctica. Sin computadoras, sólo con mi calculadora, hice el desglose y suspendí mi atención a las obras sociales. Al mismo tiempo, fuimos advirtiendo a la gente para que no viniera al consultorio, si no eran cuestiones de urgencia. Con esos pocos pacientes hacía frente a mis gastos fijos, mientras seguía estudiando costos en el tiempo ahora libre. De esa manera fui teniendo en claro cuánto me rendían cada uno de los insumos que yo necesitaba para hacer mi trabajo; a los que les agregué los gastos fijos. Dolaricé todas las cifras. En la clínica reponíamos materiales los días lunes y se hacía sentir el peso de la hiperinflación; ya que el costo de la reposición era mayor a los aranceles que cobrábamos a nuestros pacientes; ya que las obras sociales nos pagaban a los tres meses de haber efectuado las prácticas. Todos los días dolarizaba costos y prácticas. Recuerdo que yo tenía dolarizada una extracción en 3,5 dólares cuyo costo era de algo más de 2 dólares.

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