Jorge Rachid*
La institución democrática es posterior a la Patria misma, La institucionalización del país es también un tiempo siguiente a su larga historia de luchas. Los santiagueños, cordobeses, salteños, tucumanos, orientales, correntinos son desde el siglo XVl, cuando fueron fundadas sus ciudades, las primeras Santiago del Estero y Londres en Catamarca, generando identidades propias.
Antes que ellos, en un marco histórico de 10 mil años, los pueblos originarios, probablemente descendiendo desde Alaska por el Estrecho de Bering, los pueblos asiáticos, hoy negados recorrieron las tierras que habitamos. Por lo tanto la historia la escriben los pueblos, no los tiempos formales institucionales.
Los argentinos elegimos la democracia como contrato social de convivencia en paz, pero fuimos traficados por períodos históricos. En algunos casos por dictaduras cívico militares que arrasaron las instituciones con amparo pleno del poder económico y judicial.
En otros casos manipulados por esos mismos factores en fachadas democráticas como la “década infame” o proscripciones de las mayorías populares. Pero también fuimos engañados en procesos electorales donde la mentira fue enterrando a la verdad, sin olvidar los intereses externos que condicionaron desde el consenso de Washington el proceso democrático, ajustándolo a su patrón excluyente: el mercado.
Cuando hablamos de un debilitamiento democrático, nos referimos a una cooptación institucional por factores de poder ajenos a la voluntad popular, que ignoran los mandatos para dar respuesta a sus intereses concentrados. Ese debilitamiento no es un deterioro biológico producto del tiempo, ni de desgaste político, sino un proceso conducido y direccionado a fortalecer la monopolización económica del poder.
Es tiempo de poder comprender que es la lucha por la distribución de la riqueza el factor esencial de la interpretación política, para no dejarse dominar por la foto de medios hegemónicos, que ocultan la realidad.
Esa lucha no se desarrolla sólo en el marco nacional, sino que es producto de un enfrentamiento geopolítico, que define un nuevo tiempo Multipolar en un mundo dominado hasta hace poco por el hegemonismo unipolar. El continentalismo y el universalismo, proclamado hace años por Perón, sigue siendo la piedra filosofal de un mundo mejor para los pueblos y su integración plena.
Las guerras actuales muestran un mundo que no acaba de morir y otro que naciendo debe forzarse en abrirse paso. El Papa Francisco lo define con claridad meridiana, desde un humanismo enterrado por la Globalización.
La política internacional argentina, se mueve en ese estrecho sendero de confrontación mundial, definiendo en lo interno las políticas estructurales dependientes que marcarán el modelo de construcción política y social. Éste se aplicará, más allá de las necesidades populares, en cuanto a los derechos y el rol del Estado, en el despliegue de las políticas del cuidado.
Ese camino debería definir, en términos nacionales y populares, desde la Educación a la Salud, desde la Vivienda a la Soberanía Nacional en un proyecto de país que debería tener una planificación estratégica, que nos integre al multipolarismo comenzando con la Patria-Matria Grande.
Si triunfa la política de injerencia externa, condicionante de las políticas internas que nos hace dependientes, la colonización de la patria es un hecho que somete al Pueblo argentino a la programación de los intereses concentrados, que pretenden una Argentina sumisa a las demandas del unipolarismo, extorsivo desde lo económico financiero hasta lo militar.
La presencia de la OTAN en Malvinas y la lV Flota en su actitud de condicionar el comercio nacional, marcando a quienes se puede “tolerar” y quienes deben ser rechazados, como China y Rusia, casi una declaración de guerra que cualquier país soberano rechaza con acciones diplomáticas severas.
Por esas razones la democracia está en peligro en la Argentina, está en juego la existencia de la Patria misma, que puede ser desguazada en pequeños países de acuerdo a sus zonas productivas de recursos naturales estratégicos. Por los cuales vienen, desde EE.UU, en la palabra de la titular del Comando Sur, generala Richarson, que considera a esos bienes como “propios” y a los latinoamericanos, “sus pueblos”.
Esa es la razón del avance obsceno del nuevo gobierno nacional sobre el marco súper estructural macro económico, en un conjunto de leyes y decretos que ocultan la esencia misma del plan de colonización y fragmentación de nuestro país.
No es un gobierno nacional, es una dependencia virreinal de poderes externos, financieros, económicos, políticos derivados de la financiarización de la política mundial, que lejos de privilegiar la producción, crea activos financieros que después desploman las economías globales, como pasó en 2008 y en 2011, con Lherman Bhroders y las Hipotecas Subprime.
Ese modelo sólo puede llevar al agotamiento democrático, al ser tuteladas las instituciones por el capital privado, concentrando negocios y ajustando la pueblo, deteriorando el trabajo argentino y entregando los recursos naturales al saqueo de las multinacionales.
La dependencia neoliberal que comenzó siendo cultural, fue ocupando espacios económicos, financieros e institucionales que marcaron el grado de deterioro democrático, por presiones de los grupos de poder, en especial en la Justicia. Sabemos que si la Justicia no funciona, el grado de desamparo de los ciudadanos es total, como en dictadura.
Así sucedió en la Argentina con Macri a través del Lawfare e intentará consolidarse con Milei, ante la pasividad del gobierno anterior. Pero este es el marco institucional de nuestro país hoy. Esa situación merece una respuesta estratégica contundente por parte de las fuerzas nacionales y populares en plena reconfiguración.
Que van desde un peronismo revolucionario en su esencia doctrinaria filosófica, hasta la recuperación de fuerzas populares, aliadas o no, en una defensa irrestricta de la patria grande y el multipolarismo, poniendo freno al injerencismo y al deterioro democrático de siembra del odio y fragmentación social enarbolado por los enemigos de la patria en su afán colonizador.
*médico sanitarista