Por Roberto Parrottino / Tiempo Argentino
(Nota publicada el 26 de marzo de 2018)
Menores de edad a más de 500 kilómetros de sus hogares y familias. La ilusión –y la presión– de convertirse en futbolistas profesionales. En ocasiones, días de tristeza y desánimo entre entrenamientos y clases. Ese era el perfil de las víctimas que rastreaba una red de explotación sexual en las pensiones de los clubes de fútbol de la zona sur del Conurbano bonaerense. La confesión de un chico a Ariel Ruiz, psicólogo de Independiente, el fin de semana pasado, y la denuncia judicial del club el miércoles con los testimonios de Fernando Berón, coordinador de las inferiores, y de Fernando Langenauer, encargado de la pensión, destaparon el procedimiento de una organización de corrupción de menores, en la que están implicados el árbitro y juez de línea Martín Bustos y Joaquín V., un jugador de 19 años de la Cuarta División. Bustos pasó de estar asignado como asistente de San Martín de Tucumán-Instituto por la B Nacional a ser detenido en una casa de la localidad de Troncos del Talar, en Tigre, donde se ocultaba. La causa, caratulada como «abuso sexual y promoción y facilitación de la prostitución», es la primera a gran escala en relación a esos delitos en el fútbol argentino. Sin registros de los juveniles ni medidas de regulación, el presidente de la AFA, Claudio Tapia, estudia como primer paso la intervención en el trabajo de los clubes en las pensiones.
En la investigación, la fiscal María Soledad Garibaldi sospecha que Joaquín V., quien llegó a Independiente desde Cipolletti de Río Negro en 2016 y vivía en la pensión de Villa Domínico, actuaba como nexo entre los menores y los adultos pedófilos, y que, al mismo tiempo, puede ser una víctima más; y que Bustos, señalado como abusador por una de las víctimas, integraba la red criminal que concretaba los encuentros sexuales a cambio de dinero en alojamientos de Palermo, San Isidro y La Plata. En la Unidad Funcional de Instrucción Nº 4 de Avellaneda presumen que coaccionaban a los menores prometiéndoles «ayuda» para llegar a Primera. «Lo primero que vamos a hacer cuando vuelva Tapia de la gira de la Selección –dice Dante Majori, presidente de la Comisión de Fútbol Juvenil e Infantil de la AFA– es reunirnos para buscar un control ante la potestad total de los clubes en las pensiones, que es una responsabilidad inmensa. El trabajo es muy bueno, pero sale un caso de estos y se repiensa si se justifica tener estos espacios. Vamos a implementar algún tipo de control, y los clubes van a pensar dos veces la cantidad de chicos y cómo los tienen».
En la pensión de Independiente viven 53 jóvenes, de entre 13 y 19 años. La mayoría, proveniente del interior del país. Reinaugurada en 2015, ya bajo la presidencia de Hugo Moyano, cuentan que, paradójicamente, nunca había funcionado tan bien. En el pasado reciente, durante el mandato de Julio Comparada, algunos dirigentes se llevaban los packs de gaseosas para los chicos. En los años de Javier Cantero en el club, muchas veces faltaban las comidas diarias. En Argentina, en la órbita de los clubes que compiten en los torneos de la AFA, casi no hay precedentes de denuncias por abuso sexual de menores. La excepción: el año pasado, la madre de un menor que jugaba en el Club Deportivo Mac Allister de La Pampa denunció en la justicia –por primera vez– al entrenador Héctor Kruber, que trabajaba en las infantiles del club fundado por el actual secretario de Deporte de la Nación, Carlos Mac Allister. La entrevista en Cámara Gesell a una de las víctimas arrojó resultados positivos y se sumaron testimonios de padres. Era un secreto a voces desde hacía más de 20 años en Santa Rosa. Sin condena, Kruber desapareció de la capital pampeana.
En Brasil, otro país con tradición futbolística, hay en cambio casi un centenar de casos denunciados en sedes judiciales y policiales en los últimos cinco años. «El abuso sexual en las juveniles no es exactamente un secreto, pero quizá sea el más grande tabú –detalla el periodista Breiller Pires, que investigó la problemática en el fútbol y hasta fue invitado a exponer en la Comisión de Derechos Humanos y Minorías de la Cámara de Diputados brasileña–. En Brasil se remontan a la década de 1930, cuando entrenadores cambiaban golosinas por algunos minutos de intimidad con los chicos en las playas de Copacabana. Desde entonces, en docenas de clubes, como Corinthians y Flamengo, se han protagonizado escándalos sin puniciones. El caso de Independiente me parece notable por el hecho de que es el club el que lo denuncia. Eso es raro, pues siempre intentan ocultarlo». Antes del Mundial de 2014, la Confederación Brasileña de Fútbol firmó junto al Congreso un acuerdo con diez puntos para proteger a los juveniles. Lo incumplió. Muchos de los abusadores siguen impunes, a la caza de nuevas víctimas.
En Inglaterra, el entrenador Barry Bennell fue condenado en febrero a 31 años de cárcel por abusar y violar a 12 niños entre 1979 y 1991, cuando trabajaba en la academia Crewe Alexandra. Ya había sido declarado culpable en 50 casos. «El ‘mal absoluto’, como lo llamó el juez que lo condenó, puede no reaparecer más en la sociedad, pero la pedofilia sigue siendo una amenaza para el fútbol inglés. El fútbol es el nuevo campo de batalla de los pedófilos», escribió Henry Winter en The Times. Cuáles serán las medidas que tomará la AFA después de la red de prostitución infantil que se adentró en los clubes de fútbol y si las articulará con algún tipo de promoción en el Parlamento parece ser el próximo paso. En las últimas horas, se sumaron testimonios que marcaron cómo el árbitro Bustos intentaba seducir a chicos desde hacía al menos tres años a través de las redes sociales. «Los hechos que describen los juveniles de Independiente son aberrantes –dijo Sebastián Scalera, fiscal adjunto de Lomas de Zamora–. La cantidad de chicos involucrados es enorme».