Uno de los talleres de teatro más prolíficos de la ciudad, La Puesta, que coordinan las docentes y directoras locales Cristina Carozza y Claudia Piccinini y que funciona, semana a semana, en el Cultural de Abajo de Entre Ríos 579, festeja por estos días sus dos décadas de recorrido con el estreno de un nuevo montaje, Un policial cómico (ver aparte), pero poniendo en perspectiva un espacio de entrenamiento y formación por el que pasaron (y pasan) muchos de los actores y actrices que hoy trabajan en el medio, del mismo modo que un puñado de montajes teatrales, entre otros, el recordado Cena para cinco, remake de 2008 del espectáculo homónimo de 1999 estrenado por el grupo El Eslabón Perdido.
Pedagogía y producción
La Puesta Teatro es un espacio de pedagogía y producción teatral que tiene como eje el cruce entre lo pedagógico, la creación de nuevos grupos de trabajo y producciones propias, muchas de ellas, con una importante proyección en las temporadas locales.
“Los alumnos necesitan un espacio donde puedan entrenar, experimentar, armar obras y llevarlas a escena no sólo como actores, sino también como hacedores del hecho teatral en la ciudad. Pero también como productores en el sentido de la inserción de una obra en el circuito teatral, con todo el esfuerzo que implica realizarla y moverla dentro y fuera de la ciudad”, coinciden Carozza y Piccinini, quienes a lo largo de estos años incorporaron al staff de La Puesta a la docente Silvina Scarpolini.
“Es una alegría este encuentro y festejo, porque de un momento a otro nos dimos cuenta que cumplíamos veinte años desde que decidimos abrir el taller, primero en Villa Constitución y luego en Rosario, y comenzar a enseñar teatro casi como una práctica de extensión de nuestro paso por la Escuela de Teatro donde ambas nos formamos como profesoras; es un gran esfuerzo pero los resultados están a la vista: la idea fue siempre ofrecer el espacio para la formación pero no sólo desde el punto de vista actoral sino también con todo lo que conlleva producir teatro en Rosario, teniendo en cuenta cuáles son los caminos o recorridos posibles, y eso hizo que en estos años se produzcan muchos cambios que claramente implicaron un crecimiento”, analizó Carozza a modo de introducción.
Por su parte, Piccinini detalló: “Cambiar te hace crecer, y en eso siempre estuvimos abiertas. En estos veinte años hubo cambios de espacio, de alumnos, de docentes que nos acompañaron. También cambios provenientes de otros aspectos de nuestras vidas que determinaban otros cambios para el adentro de La Puesta. De todos modos, lo importante es que esos cambios nos fortalecieron, fueron pilares para seguir construyendo”.
En busca de un método
La Escuela de Teatro ayudó a ambas directoras a metodologizar experiencias previas con la posibilidad de transmitirlas en estas dos décadas a través del taller, donde conviven con lo académico los recorridos de Carozza junto a grandes maestros de la ciudad, como el siempre recordado Norberto Campos, Gladys Temporelli y Oscar Medina, o en el caso de Piccinini, su previa en el emblemático espacio La Sociedad del Ángel, donde brillaban los nombres de Chiqui González (actual ministra de Innovación y Cultura de la provincia), Rodolfo Pacheco y Olga Chiabrando, además de su tránsito por la Escuela de Danzas y Expresión corporal Isabel Taboga.
En ese recorrido con destino de continuidad, Carozza recordó algunos trabajos que marcaron importantes momentos del taller: “Hay algunos montajes que me interesan particularmente de todos estos años, como fue la remake que hicimos de Cena para cinco con alumnas del taller, que fue un trabajo que dirigió Claudia; otros míos como Demasiada familia, tomando como disparador algunos textos de Chejov; Tenemos que hablar, donde reformulamos Casa de muñecas de Ibsen; Retornable, otro de los trabajos de Claudia; en todos los casos fueron obras producidas con la intención de insertarlas en la cartelera teatral local, además de todas las muestras de fin de año donde siempre estamos tratando de proponer algo nuevo y diferente, porque en definitiva de eso se trata el hecho creativo. Siempre buscamos algo que nos vuelva a sorprender, de otro modo, el teatro no tendría sentido”.
Y completó: “Queríamos que los alumnos pasaran del espacio teórico-práctico y vieran, sintieran y fueran parte de lo que pasa afuera del taller, y que, al mismo tiempo, pudieran sostenerse no sólo desde la actuación, sino que supieran cómo funciona la maquinaria que sostiene todo eso”.
A su tiempo, Piccinini, que coincidió con el racconto de obras hecho por Carozza, evaluó: “En tantos años, las producciones fueron muchas, pero siempre me enamoro de las muestras de los alumnos. Sobre todo, de aquellos grupos que se aventuraron a más funciones, corrieron el riesgo de transformarse en teatristas, que es algo que implica dejar de ser alumno para ocuparse de muchas cosas que hacen al hecho teatral”.
Acerca del género
“La problemática de género es algo con lo que venimos trabajando desde siempre de una manera natural –dijo Carozza–; es algo que circula en el taller por fuera de lo que pasa en esta coyuntura, porque siempre lo incorporamos como algo más, sin ninguna especulación, principalmente porque somos mujeres y hay muchas actrices en el taller. De hecho, entre otros trabajos, en Monólogos Up (en cartel en la ciudad, una propuesta que ya cuenta con un par de versiones), creado junto con un elenco de mujeres surgido del taller, partimos de problemáticas propias de cada una de ellas y, en función de eso, articulamos monólogos de humor que hablan de cuestiones personales pero que tienen resonancia en todas las mujeres”.
Un policial «cómico»
Desde el domingo último y por los que restan del mes, La Puesta Teatro propone un nuevo estreno que se presenta a las 20.30 en la sala La Morada (San Martín 771). Se trata de Un policial cómico, montaje surgido del grupo de alumnos avanzados del taller, en el que actúan Claudio Pairoba, Eduardo Masia, Valentín Hereñú, Flavio Soso, Valeria Quaglia, Daniela Lissarrague, Mariano Troncoso, Carolina Boetti, Julieta Amorós, María Sol Romano, Alicia Ban y Luciano Salum, bajo la dirección general de Cristina Carozza. En la obra, doce personajes disfrutan de un viaje que se convertirá en un confinamiento obligado luego de un asesinato. Vidas diversas se cruzan sobre un fondo de mentiras y traiciones donde nada es lo que parece. La propuesta del grupo avanzado se revela como un policial negro que también apela a recursos de lo fantástico, el terror, el melodrama e incluso del cine de Hitchcock.