Una estadística de FIFA ubica entre los mejores cuatro futbolistas del siglo XX a Pelé, Alfredo Di Stéfano, el alemán Franz Beckenbauer y el holandés Johan Cruyff y no incluye a Diego Maradona. Tampoco está Enrique Omar Sívori, estrella en Italia en la década del 50. El Cabezón consiguió el Balón de Oro en 1961 y tres Scudettos con la Juventus. Lo pagó 10 millones de pesos en mayo de 1957 a River Plate.
La Argentina suma a Lionel Messi en el tercer milenio. El notable delantero de Barcelona, llevado a las inferiores de Newell’s Salvador Aparicio, tiene un promedio de casi un gol por partido en el último año.
La Pulga hizo 62 goles en 67 partidos. Ganó por segunda vez el Balón de Oro como Alfredo Di Stéfano en 1957 y 1959. La Saeta Rubia convirtió 307 goles para el Real en 403 partidos.
La revista francesa France Football que otorga el premio desde 1956 volvió a premiar al rosarino. Es la tercera vez que La Pulga, como lo bautizó Aparicio en 1999, llega al podio.
Michel Platini, astro francés, lo ganó en tres temporadas consecutivas (1983 a 1985), mientras Franz Beckenbauer ganó dos veces, en 1972 y 1976, cuando ya era un emblema en Bayern Munich. Solo dos defensores se alzaron con el trofeo. El otro fue el italiano Fabio Cannavaro.
Cristiano Ronaldo, otra de las estrellas de la liga española, le ganó a Messi hace dos años. En 1956 Di Stéfano se hizo ciudadano español para que Real Madrid pudiera adquirir al galo Raymond Kopa, Balón de Oro en 1958.
Kopa en realidad era Kopaszewski, hijo de un minero polaco. Diminuto como Messi y muy hábil. Considerado el mejor jugador de Francia de fines de la década del cincuenta, fue figura en la Copa del Mundo de Suecia en 1958.
En 2007, Messi ya era un virtual sucesor de Diego Maradona. Como antes el genio de Villa Fiorito, por su magia con la zurda, velocidad y guapeza, lo fue de Sívori, el de “las medias caídas”. Nacido en 1935 en San Nicolás, consagrado en River entre 1954 y 1957, falleció en el año 2004 en su ciudad natal.
Cada vez que el descubridor de Messi, Aparicio, lo veía por televisión, se ponía a llorar, cuentan allegados del Club Abanderado Grandoli. Tenía 78 años y era jubilado ferroviario. Las opiniones están divididas. Algunos historiadores proponen el reconocimiento a los futbolistas extraordinarios por épocas.
En cuyo caso, Messi actualiza la nómina y se ubica entre los cinco argentinos notables de la historia del fútbol.
El Olimpo supone un agregado al póker de ases, que conforman Di Stéfano, Sívori y Maradona, si se reconoce al inolvidable Charro Moreno, con sus 156 goles oficiales, sólo en River, en el famoso equipo apodado “La Máquina”, entre 1941 y 1947.
Hasta los años 70, la propia FIFA ubicaba a Moreno como uno de los mejores de la historia de América del Sur.
En los 40 y comienzos de los 50, Moreno brilló en Argentina, México, Chile, Uruguay y Colombia. Además de ganar tres torneos Sudamericanos jugando para la selección nacional.
En el Olimpo también merece un sitio otro zurdo genial, el húngaro Férenc Puskas, admirado por el propio Di Stéfano, campeón en 11 torneos de Liga española y 5 Copas de Europa.
El “Magyar” (mágico) llegó a Madrid, después de la invasión de los tanques rusos a Budapest, Hungría, en 1956. Puskas falleció en 2006 y fue el goleador del siglo XX. Nunca ganó el Balón de Oro.
En Argentina, sólo San Lorenzo, cada tanto, brinda reconocimiento a Héctor Horacio Scotta. Lejos del paraguayo Arsenio Pastor Erico de Independiente (máximo goleador en la historia del fútbol argentino con 293 goles en sólo 337 partidos en la década del 30), en la estadística general el santafesino Scotta ostenta un gran récord. El Gringo es el único delantero que hizo 60 goles en una temporada, en 1975, contando los Torneos Metropolitano y Nacional.